Los habitantes del sector de edificios de La Plazuela afirman que la Alcaldía de Cartagena está cometiendo una injusticia con ellos, al exigirles que paguen impuestos como estrato 4, pero su calidad de vida es la de un estrato 2.
La razón para llegar a esas cavilaciones consiste en que la urbanización fue levantada, hace 25 años, en los mismos predios de la cuneta del vecino barrio El Socorro, que al mismo tiempo hace parte del caño Ricaurte, conectándose con la cuneta de San Pedro, Los Alpes, San Antonio y Olaya Herrera hasta desembocar en la Ciénaga de la Virgen.
Durante el gobierno de la entonces alcaldesa de Cartagena, Judith Pinedo Flórez, ese canal fue tomado para iniciar lo que se llamó el Plan Maestro de Drenajes Pluviales de Cartagena, que permitió la ampliación de la cuneta para reducir las inundaciones invernales.
Pero en cuanto Pinedo Flórez concluyó su período, los trabajos fueron bajando de ritmo hasta detenerse, tal como se detienen las corrientes pluviales en La Plazuela, debido a que el tramo de la cuneta que se conecta con el inicio del canal de San Pedro quedó en un nivel bajo.
Por esa razón las aguas se estancan, se descomponen y producen malos olores y zancudos, que reducen la calidad de vida de los habitantes de 1.500 apartamentos pertenecientes a las torres que componen la urbanización.
De La Plazuela hacen parte los edificios Parque Residencial La Plazuela, Plazuela 21, Torres de La Plazuela, Plazuela Mayor, Plazuela Virrey 1, Portal de Santa Mónica, Centro Comercial La Plazuela y la Alcaldía Local 3.
Tiene como vecinos los barrios El Socorro, Santa Mónica, Blas de Lezo, San Pedro y la carretera Troncal de Occidente.
Marvin Ahumada, el presidente de la Junta de Acción Comunal, contó que hace unos días fueron visitados por la alcaldesa de la Localidad 3, Patricia Zapata Negrete; y por funcionarios de la empresa Aguas de Cartagena, a quienes les plantearon dos posibles soluciones: la instalación de tuberías para drenar el agua hacia la cuneta de San Pedro; y la utilización de motobombas, tras cada aguacero, para evitar que el agua se estanque.
“Pero ninguna de esas dos sugerencias se han aplicado”, dice el líder comunal, quien informa que ya el problema cumplió doce años sin solución a la vista, pese, incluso, a que hace siete años una acción de tutela en contra del Distrito falló a favor de la comunidad; y pese a un incidente de desacato que también se instauró en ese sentido.
Diego Villa, otro miembro de la JAC, señala que, junto a la molestia del canal, corren paralelas las dificultades con la movilización, tanto de peatones como de vehículos, puesto que las pocas y pequeñas vías de la urbanización siempre están obstaculizadas tanto por los grandes camiones proveedores del sector comercial, como por los carros de la población flotante, que permanecen estacionados todo el día.
De paso, el alto volumen de vehículos que busca evadir los trancones de la Troncal de Occidente tiene el pavimento y los andenes quebrados, pues, según la JAC, ese material no fue hecho para tales menesteres.
De acuerdo con los afectados, aprovechando el caos vehicular y los pasadizos que conectan La Plazuela con los sectores que la rodean, los vendedores y consumidores de estupefacientes tienen la parte trasera de la Biblioteca Jorge Artel (donde funciona la Alcaldía Local 3) como la “oficina” de su comercio ilegal.
“La urbanización carece de buena vigilancia policial --dicen--, cosa que resulta contraproducente, ya que aquí tenemos una zona bancaria bastante visitada, tanto por clientes como por carros de valores. Ya se han visto tiroteos, con heridos y muertos, por culpa de los fleteros”.
Para completar el paisaje de la desvalorización, los indigentes se multiplican con el mismo ritmo que crece la zona comercial.
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