La Boquilla es el territorio donde confluyen el mar y la ciénaga, dos cuerpos de agua que han sido parte fundamental de la identidad de sus pobladores y que al mismo tiempo les ha dado para vivir todos estos años a través de la pesca y el turismo.
Video: La Boquilla y su búsqueda por ser un territorio más sostenible
Es por este motivo que su conservación es tan importante para los boquilleros, pues de ahí se desprende su comunidad.
“El manglar es vida, oxígeno y protección”, dice Alejandro Valiente, representante legal de la empresa de ecoturismo Arriberos de La Boquilla, de la que hace parte desde hace 35 años.
Es este ecosistema el que les da el oxígeno que respiran, el que los protege de los fuertes vientos en temporada de lluvias, y también el que les da su alimentación al ser la salacuna para que los peces desoven sus huevos. Todas estas son razones suficientes para que ellos se identifiquen como defensores del manglar.
Sentidos de la Tierra
Desde hace varios años, los boquilleros vienen contando con el acompañamiento de la organización sin ánimo de lucro Sentidos de la Tierra, la cual hace presencia en varias comunidades rurales de la ciudad con el fin de aportar soluciones medioambientales para cada territorio.
“La solución a la problemática de residuos sólidos no es solo limpiar, sino que tratamos de llevar el mensaje de educar con el ejemplo. Niños, jóvenes, adultos, no importa la edad, todos podemos aportar y enseñar con el ejemplo todo este tema de educación ambiental”, explica Eileen Martes, coordinadora de proyectos de Sentidos de la Tierra.
En La Boquilla se han aplicado diferentes estrategias como proyectos de capacitación y sensibilización, que involucran la cultura de los nativos.
“Trabajamos con 50 niños en promedio y hemos intentado mantener ese grupo con diversos talleres, que llamamos laboratorios, porque tratamos de ser lo más empáticos posible. No es solamente sentarte y escuchar una instrucción, sino que realmente te diviertas aprendiendo”, añade Eileen.
Con los niños también se han hecho limpiezas en las que se han sacado del mangle hasta 10 toneladas de residuos. También se han hecho proyectos de ciencia ciudadana. “Los niños hacen rutas en las canoas, toman muestras, incluso hubo unos que sacaron una muestra de peces a tal punto que al analizarlos se encontró que tenían plástico en el estómago”, contó Eileen.
Lo anterior da muestra del riesgo al que está expuesto el ecosistema ante la mala disposición de residuos sólidos. Por ello también se han capacitado en este tema a personas que tienen actividades económicas cerca del manglar o de la playa.
“Una de las cosas que ha hecho que el proyecto sea exitoso es que se hizo con las comunidades de base, se ha hecho de la mano con los proyectos de ecoturismo de acá, porque yo hoy estoy aquí, pero yo no soy de La Boquilla. Yo no estaré siempre acá, mientras que ellos sí. Queremos dejarles una capacidad instalada para que ellos puedan avanzar y mejorar el ecosistema, que es de todos”, destaca Eileen.
Cambalaches con sentido
Una actividad que ha sido de gran acogida en La Boquilla son los “Cambalaches con sentido”, los cuales son unos trueques para incentivar el reciclaje.
“Comenzamos con unas ollas de arroz con pollo, entonces los niños cambiaban 30 botellas plásticas por un plato de comida. Luego, varios aliados nos donaron ropa de segunda mano, zapatos y hasta inodoros. Todo eso los traíamos y lo poníamos como si fuera un bazar y cada cosa tenía su precio. Por ejemplo, un par de zapatos costaba 5 kilos de plástico y eso se llenaba. Cada vez que hay cambalache, no hay botellas en la calle porque todos quieren asegurarlas para hacer el cambio”, cuenta Eileen.
Las botellas son vendidas a un centro de acopio y los recursos son invertidos en la comunidad. Específicamente, se ha invertido en el embellecimiento del muelle de donde salen las canoas para hacer ecoturismo.
Las metas
Hay dos metas principales que se tienen con este proceso que ha adelantado La Boquilla en la búsqueda de prácticas que fomenten la educación ambiental. La primera de ellas es el empoderamiento comunitario, y la segunda es poder instalar una ruta selectiva para recoger el material reciclable de los negocios del corregimiento, esto con el fin de que sea llevado al centro de acopio y tener una caja menor al servicio de la comunidad.
Alejandro Valiente, en representación de Arriberos y la comunidad afirmó que se siente orgulloso de que lo ha logrado su territorio gracias a Sentidos de la Tierra.
“Han sido unos buenos aliados, unas personas que nos han traído mucho conocimiento tanto a nosotros como a los niños de la comunidad, se han vuelto dolientes y se han concentrado en nosotros, por eso los hemos apoyado. Nuestros compañeros que no se creían lo del reciclaje hoy en día se lo creen y la gente pelea, no dejan caer la botella al suelo porque ya la están recogiendo, ha sido una enseñanza muy bonita”, expresó.
Así mismo, los menores que han hecho parte de las actividades han manifestado su agradecimiento con la organización. “He aprendido muchas cosas, una de ellas es a reutilizar las cosas como tarros, plásticos, he aprendido a trabajar en equipo y ayudarnos mutuamente”, dijo Yurleidis Romero, de 14 años.
Berselis Herrera, de 17 años, también aseguró que ha disfrutado de las actividades que ha desarrollado con la organización “Aprendemos a cuidar el medio ambiente y hacemos muchas cosas emocionantes”, afirmó.
Eileen insiste en que lo importante es que cada persona tenga la disposición de actuar en favor de la protección del medio ambiente. “Cada acción suma, no es necesario sembrar mil árboles o recoger toneladas de plástico. Si te puedes sumar a una jornada de voluntariado, hazlo, si puedes sembrar un árbol, fantástico. Si puedes ayudar a otra persona con cosas en tu casa que no utilizas pero están en buen estado y las puedes donar, también. Cada acción cuenta y los invito a eso, a que nos sumemos a trabajar en conjunto”, expresó Eileen.
El trabajo en La Boquilla no acaba y tanto ella como la comunidad le apuestan a seguir trabajando por un mejor ecosistema y el desarrollo sostenible de este territorio.
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