Cartagena


Marbella, el barrio que se volverá negocio inhumano

De su remoto pasado como sector de pescadores no queda nada. Ahora, el progreso se presenta como impune agresión a la naturaleza, sobre la cual se imponen los edificios y la matanza de cuerpos de agua y de manglares.

EL UNIVERSAL

01 de enero de 2019 09:44 PM

RUBÉN DARÍO ÁLVAREZ P.

01 de enero de 2019 09:44 PM

Marbella podría estar sobrepasando los cien años de existencia, pero de haberse independizado de su vecino El Cabrero y convertido en barrio, parece que aún no alcanza las tres décadas.

Es uno de los barrios que bordean las playas urbanas de Cartagena, a la vez la avenida Santander, una de las arterias viales más importante de la ciudad.

Allí pueden conseguirse espacios que están clasificados en los estratos uno, dos, tres, cuatro y cinco. Tiene unos 300 predios y tres mil habitantes. Sus vecinos son: El Cabrero, la avenida Santander, Torices y el caño Juan Angola.

Durante mucho tiempo fueron los líderes comunales de El Cabrero quienes se ocuparon de ventilar las demandas cívicas de Marbella, pero ahora tiene su propia Junta de Acción Comunal, cuyos componentes están preocupados por el futuro del caño Juan Angola, cuyos predios comparten con el barrio Torices.

“Ese cuerpo de agua --dice Cándida Bohórquez Ardila, presidenta de la Junta de Acción Comunal-- está cada vez más contaminado, además de que sus terrenos vienen siendo ocupados tanto por invasores de escasos recursos como por grandes firmas constructores, que están haciendo edificios y otros tipos de estructuras”.

Por cuenta de esas intervenciones, gran parte del mangle que adornaba el paisaje de Marbella ha desaparecido impunemente, lo mismo que los canales de aguas pluviales que alimentaban el caño y que ahora están taponados por el pavimento, la basura, la maleza y el sedimento. “Como consecuencia --anota Carlos López Soto, otros miembro de la JAC-- cada que nos cae un aguacero las calles que se inundan y los manjoles se rebosan, debido a que ya son insuficientes para la cantidad de edificios que se están levantando en el barrio”.

Elvira Tamayo Pérez, también gestora cívica, hace saber que por cuenta de la plana planificación y la falta de autoridad distrital en Marbella se han perdido algunas calles, las cuales fueron anexadas a terrenos donde se levantan edificios, “pero no se sabe quién vende a los constructores, porque se supone que eran predios de carácter público”.

A estas alturas de su existencia, Marbella no cuenta con parques, plazas, canchas deportivas e iglesias, “porque donde quiera se abre un terreno enseguida lo van visualizando como un futuro edificio. Por eso queremos reunirnos con las autoridades distritales, en aras de que nos adjudiquen un predio donde construir escenarios deportivos y parques, como también la iglesia católica, que tienen todos los barrios de los alrededores, menos nosotros”.

Tampoco hay colegios ni centros médicos, lo cual indica fácilmente que el espíritu de barrio que antes imperaba en Marbella está a punto de fenecer, debido a que los nuevos ocupantes no ven una comunidad o un asentamiento humano sino un negocio en donde se deben construir edificios, discotecas, restaurantes y hoteles enfocados hacia el visitante foráneo, nunca a los residentes raizales.

“Y muchos de esos nuevos negocios están irrespetando el espacio público, porque se roban los andenes, tumban los manglares y rellenan los cuerpos de agua, gracias a la poca presencia de la Secretaría de Planeación, de la Gerencia del Espacio Público, del EPA Cartagena y de la Alcaldía de la Localidad 1”, se quejan los residentes, quienes, además, apuntan que el barrio tiene unas seis vías que facilitan grandemente el ingreso y retirada de atracadores en moto.

“La calle 47, que es la principal del barrio --sostienen--, no solo es la preferida para la escapada de los ladrones. También es la preferida de las busetas y motos para rodar a grandes velocidades y provocar tremendos accidentes en su cruce con la avenida Soledad Román de Núñez, con todo y que tenemos el DATT a unos cuantos metros”.

El sentido de pertenencia está mejorando, pues con la nueva JAC los residentes toman conciencia de la situación dantesca que sufre el barrio ante los grandes constructores.

Por las noches, la avenida Santander es una corredor de vendedores y consumidores de estupefacientes, como también de prostitutas.

Los dirigentes comunales afirman que, aunque las playas son profusamente visitadas por cartageneros y foráneos, deberían contar con más atención de parte del Distrito.

El sector La Unión, en el vecino barrio Torices, cada vez cierra más el caño Juan Angola. Los vecinos de Marbella piensan que este cuerpo de agua podría desaparecer.

Los residentes dicen no hallar congruencia entre pagar altos impuestos y servicios públicos y la casi nula atención del Distrito.

La JAC quiere que el barrio sea incluido entre los que prohiben el paso de motos con parrillero.

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