Este miércoles, Cartagena Cómo Vamos reveló los resultados de su encuesta anual sobre percepción ciudadana, en la que evalúa, además de otros temas, los niveles de satisfacción, optimismo y orgullo que sienten los cartageneros con su ciudad.
Según los resultados de la encuesta, los ciudadanos están cada día más satisfechos con Cartagena como lugar para vivir, pero solo la mitad de ellos siente orgullo por la ciudad y muy pocos creen que las cosas van por buen camino.
Las cifras revelan que el optimismo de los cartageneros aumentó un punto con relación al 2017 y se ubicó en 22 %, una cifra que se mantiene en comparación a los datos encontrados en el año anterior.
Los residentes más optimistas son los de la Localidad 1; Histórica y del Caribe Norte. Los que no consideran que la ciudad va por buen camino son los que residen en la Localidad 3; Virgen y Turística.
En este sentido, el informe arroja que en el 2008 el 61 % de los ciudadanos consideraban que las cosas iban por buen camino, mientras que hoy, diez años después, el 21 % de los ciudadanos consultados se consideran menos optimistas con el futuro de la ciudad.
En materia de satisfacción de Cartagena como un lugar para vivir, el aumento fue leve, pues se observa que la cifra pasó de 53 % a 58 %. Se mantiene la tendencia a la baja de este indicador desde el año 2012.
A nivel de ciudades capitales, en Cartagena hay una mayor satisfacción con la ciudad en comparación con Bogotá (47%), pero es inferior a la de ciudades como Medellín (81%) y Cali (76%).
Los habitantes de estratos medios (3 y 4) son quienes están menos satisfechos con Cartagena como lugar para vivir.
Por otro lado, los datos arrojaron que, en el 2007 el 77 % de los cartageneros se sentían orgulloso de su ciudad, pero hoy solo el 52 % comparte esta opinión.
Esta es una de las cifras más bajas de los últimos 10 años, y aunque el orgullo tiene un leve crecimiento, se mantiene la tendencia a la baja en este indicador desde hace 9 años. La encuesta también indicó que las mujeres cartageneras son quienes se muestran menos orgullosas y optimistas frente a la situación de la ciudad.
Para Nicholas Woodward, docente e investigador de la Universidad Tecnológica de Bolívar, vivir en cualquier ciudad es difícil y requiere una cierta mentalidad, una cierta forma de acercarse y aceptar la vida urbana con todas sus ventajas y peligros.
“Esta mentalidad es generada por la relación de colaboración entre la ciudad como un conjunto de instituciones y la ciudad como un grupo de humanos. Esta relación es esencialmente una compensación: las personas ajustan su comportamiento para cumplir con las normas y regulaciones de las instituciones en la medida en que las instituciones les permiten a las personas desarrollar sus vidas de la manera que ellos quieren”, explica.
La reflexión de Woodward se basa en un argumento popular de los economistas Acemoglu y Robinson que afirma que cuando esta relación es inclusiva, es decir que las personas se conforman y se ven reflejadas en las instituciones, la ciudad funciona bien y es una fuente de orgullo cívico.
“Cuando el lado institucional de la relación no cumple con este compromiso, no es sorprendente que las alineaciones de comportamiento que las instituciones esperan generar sean más difícil de incentivar, y que el sentido de orgullo se vería afectado negativamente”, afirma.
En ese orden de ideas, según el docente, este es el caso de Cartagena, donde la pobreza, la falta de oportunidades y la posibilidad limitada de participar directamente en la vida política son pruebas de que el lado institucional con la relación urbana está fallando.
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