Los atracos y el consumo de alucinógenos, en cualquier sitio u horario, se tomaron al barrio Santa María.
Los miembros de la Asociación de Vecinos de Santa María (Asosantamaría) lo denunciaron an te El Universal, porque, según ellos, los mencionados flagelos vienen tomando cuerpo como nunca antes se había visto.
Santa María hace parte de los barrios vecinos del Caño Juan Angola, entre los cuales están 7 de Agosto, Crespito, Canapote, Torices, la avenida Santander, Crespo y Daniel Lemaitre.
Samuel Pérez Herrera, el presidente de Asosantamaría, resaltó que la colaboración de la Policía Metropolitana de Cartagena es oportuna, “pero lo que en realidad queremos es que nos instalen un CAI móvil, porque los atracos se dan a cualquier hora y en cualquier esquina, lo mismo que la gente consumiendo drogas. Por eso creemos que ese asunto no es de cuadrantes sino de un cuerpo policial que erradique los expendios de drogas que funcionan dentro del barrio”.
Dicen los moradores que este fenómeno ya cumplió unos diez años y con el paso del tiempo se ha ido robusteciendo más, debido a que los expendedores traen personas de otros barrios para que distribuyan los alucinógenos y conquisten nuevos compradores.
Entre esos nuevos compradores están niños y jóvenes desprevenidos, quienes son los clientes preferidos de los establecimientos comerciales que tienen maquinitas, algunas de ellas ilegales, según Asosantamaría.
“En esos establecimientos --relatan-- se la pasan muchos pelaos, quienes parece que no tienen control de padres. Hasta ahí llegan los vendedores de drogas, los envuelven en el consumo y después tienen que salir a atracar para tener con qué comprar el estupefaciente. Es decir, esto no se puede combatir como si fuera una pandillita, porque se trata de delincuencia peligrosamente organizada”.
Algo que facilita el accionar de atracadores y vendedores de drogas, son los racionamientos eléctricos que sufre el barrio.
De acuerdo con los usuarios, el fluido eléctrico suele suspenderse dos y tres días, cuando se revienta el cableado que bordea el Caño Juan Angola, donde las redes están enredadas con los árboles.
“Ya estamos cansados de enviar cartas a Electricaribe, al EPA Cartagena, a la Gerencia del Espacio Público y a la Unidad de Servicios Públicos del Distrito, pero ninguno se ha interesado en resolver el problema. No sabemos si estarán esperando a que se caiga una guaya y mate a alguien”.
El tramo de la margen del Juan Angola, que le corresponde a Santa María, podría ser un excelente predio para canchas deportivas y parques ecológicos, pero una cancha de microfútbol y una pequeña plaza están en pésimas condiciones.
En igual situación está el puente peatonal que comunica con Crespo, en donde escalones y pasamanos están destruidos por el óxido y el uso, además de que carece de iluminación y rampa para limitados físicos, lo que lo convierte en un pasadizo de atracadores, sobre todo en la noche.
“Las orillas del caño --dicen las amas de casa-- están sirviendo como basurero de las construcciones nuevas que se están levantando por aquí. Y nadie dice nada, porque se tiene poco sentido de pertenencia”.
Igualmente, el barrio tiene tres instituciones educativas cuyas instalaciones requieren urgente remodelación, mientras que en cuanto a centros médicos el más cercano es el CAP de Canapote.
Desde hace mucho tiempo, la línea de buses de Santa María fue eliminada y en su lugar quedaron las mototaxis, que también producen temores, ya que algunas son utilizadas para perpetrar atracos dentro o fuera del barrio.
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