Cartagena


Sueño laboral de 13 cartageneros, con las alas rotas por paro en Avianca

JAIRO A. CÁRDENAS ALMEIDA

06 de octubre de 2017 12:17 PM

Nixon Fernández, tubero de 45 años, tenía programado un viaje para Curazao el 23 de septiembre para firmar un contrato de tres meses con un astillero holandés. Él hacía parte de un grupo de 13 obreros cartageneros que, luego de un amplio proceso de contratación, habían sido elegidos para un proyecto internacional. El viaje no se pudo realizar por el paro de pilotos de Avianca y su cupo, finalmente, fue ocupado por un equipo de trabajadores peruanos que sí pudieron volar.

La historia de estos trabajadores es un ejemplo del impacto negativo que ha tenido este paro en el desarrollo cotidiano de las vidas de los colombianos. Mientras que los pilotos de la compañía luchan por un incremento en su salario y mejoramiento de sus condiciones laborales, los sueños laborales de obreros como Nixon se quedan sin alas y lo "condenan" a trabajar como mototaxistas para darle de comer a su esposa e hijo. (Lea aquí: En hoteles de Cartagena reportan cancelación de 1.500 noches por paro de pilotos)

Pero la oportunidad de trabajo de este grupo de cartageneros no se apagó de tajo, sino como si se tratara de una banderilla tras otra, se fue diluyendo día a día y promesa tras promesa. Su vuelo, programado para el 23 de septiembre, fue aplazado para el 24, posteriormente para el 27 y, por ultimo, para el 1 de octubre. Nueve días después del vuelo original, ya no había motivo para viajar. La empresa contratista en Curazao les informó el 30 de septiembre que supuestamente el proyecto se había cancelado.

“El astillero nos compró los tiquetes y todo estaba arreglado para comenzar a trabajar en la isla. Lastimosamente Avianca no cumplió con los tiempos y nos aplazó tantas veces el viaje que finalmente la empresa se desesperó porque tiene que cumplir los plazos de entrega de la obra y contrató trabajadores peruanos que sí pudieron viajar. La aerolínea nos hizo presentar tres días diferentes al aeropuerto con maletas y todo, y siempre nos devolvía diciendo que el vuelo se había cancelado”, narró Fernández, quién tenía permiso de trabajo en Curazao hasta el 20 de enero de 2018.

Soldadores, tuberos, mecánicos y pintores hacían parte del grupo de cartageneros que viajarían a la antigua antilla holandesa. La mayoría ya había trabajado con el astillero con contratos no mayores a tres meses, los cuales eran renovados según los proyectos que tuviera la compañía. Hoy los 13 obreros están desempleados, pues todos habían depositado todas sus esperanzas en el contrato que firmarían al llegar a Curazao. (Lea aquí: Avianca ha cancelado el 65% de su itinerario en Cartagena)

Algunos, incluso, renunciaron a sus trabajos en suelo colombiano para poder viajar y mejorar la calidad de vida de sus familias. Según revela Nixon, en aquel país pagan en dólares y su salario podía ascender a los cinco millones de pesos, mientras que en Colombia no supera los dos millones de pesos. Más allá de la cifra, dice, el verdadero problema está en el cumplimiento de los pagos, pues los contratistas nacionales con los que él ha trabajado no son puntuales en los desembolso e, incluso, no pagan.

“Si pagaran puntualmente estaría bien, pero los contratistas de aquí no pagan. A mi me deben dos quincenas de un trabajo que hice y no veo cercano el pago. Salir a trabajar en otro país no solo es una experiencia enriquecedora desde el punto de vista personal, sino que también garantiza el bienestar de nuestras familias. Actualmente estoy manejando mototaxi para rebuscarme, pues tengo que conseguir comida para mi familia”, finalizó Fernández.

Esperan una compensación por parte de Avianca

Jorge Maquilón, otro tubero que tenía programado viaje para trabajar en Curazao, espera que la aerolínea les dé algún tipo de compensación por los daños y perjuicios ocasionados por el no cumplimiento del servicio. Asegura que hasta la fecha no ha sido atendido por nadie de Avianca, y ante la pérdida de su trabajo no tiene dinero para alimentación, vivienda ni cómo ayudar a sus hijos y nietos.

Maquillón, quien vive en el barrio Las Brisas de Cartagena, asegura que lo único que Avianca les dio fue una carta para demostrarle a la empresa de Curazao que la tardanza en el vuelo era culpa del paro de pilotos y no de ellos, pero no se ha hecho responsable por las afectaciones ni los ha recibido para negociar alguna indemnización.

“Perdimos este trabajo por culpa de Avianca así que quiero que nos indemnicen. Mi familia y yo dependíamos de este trabajo y ahora no tengo ni un peso para sobrevivir. Aquí en Colombia no hay trabajo y el poquito que hay es mal pago. La aerolínea nos corrió el vuelo en tres oportunidades y siempre que llegábamos ya les había dado nuestro puesto a otros pasajeros. No sé en qué voy a trabajar ahora. Solo puedo buscar y esperar que, quizás, se abra un nuevo proyecto en Curazao para ver si nos vuelven a llamar”, manifestó el obrero.

Sin acuerdos a la vista entre las directivas de Avianca y sus pilotos, la crisis aérea del país continúa afectando a miles de usuarios que tienen que viajar por diferentes motivos. La no presencia de Avianca en el cielo ha sido aprovechada por las demás aerolíneas para subir el costo de sus tiquetes,  y los clientes que no están en condiciones de pagar los precios, que se elevan hasta las nubes,  están obligados a permanecer en tierra y perder sus vacaciones, citas médicas y, obviamente, oportunidades laborales. (Lea aquí: Pesares en tierra por vuelos “en el aire”)

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