[Video] El arte urbano del Centro también se quiere reactivar

Tanto la Torre del Reloj como el mismo Charles Vladimir Beltrán lucen diferentes a las tres de esta tarde. Ella porque sigue sola, a pesar de la incipiente reactivación del Centro Histórico, y él porque hoy ha llegado precisamente como Charles Vladimir y no como la estatua humana que solía ser en este lugar hace seis meses. No es el mismo ser que un día podía encarnar la paz -vestido y pintado de blanco y con una bandera de Colombia- y al otro un pescador, un compatriota, RoboCop, un esclavo, un pirata o lo que se le ocurriera.

Las fotografías de la estatua humana en el Centro fueron tomadas meses antes de al pandemia y corresponden al archivo de El Universal.

Ahora, justo en la Plaza de La Paz, me dice que no quisiera hablar tanto de él, sino del grupo que lidera y que incluso se ha fortalecido en la pandemia: el Movimiento de Artistas Urbanos del Centro Histórico, que agrupa a las estatuas de carne, hueso y corazón, pero también a los mimos, a los bailarines de grupos folclóricos, cantantes y todos los artífices de las manifestaciones culturales que tuvieron que salir despavoridas del Centro por culpa del virus -como todos en el mundo- y que han pasado las verdes y las maduras durante los últimos cinco meses.

“La hemos pasado mal, los grupos folclóricos, el Chanchiro, Michael Jackson, grupos de break dance... Al principio y hasta el momento no hemos recibido ayuda ni apoyo económico ni humanitario, como se dice por ahí, de la Alcaldía de Cartagena”, se queja y asegura que había una reunión programada para el 3 de septiembre y se aplazó para el 8. “Estas personas (artistas urbanos) fueron ayudadas por particulares, pudimos conseguirles ayudas humanitarias a 135 artistas que pertenecen al Movimiento de Artistas Urbanos del Centro Histórico de Cartagena”, añade y subraya que la Fundación Centro Histórico los apoyó con dos mercados. (Le puede interesar: [Video] La cuarentena del señor que alimenta a las palomas del Centro)

El coronavirus, ¡a metros!

Según Charles, “gracias a Dios y hasta el momento”, ninguno de los artistas del Movimiento se ha enfermado de COVID-19. “Tuvimos sospecha de la mamá de una muchacha, pero, gracias a Dios, lo pasó normal”, apunta.

Ya en la Plaza de Los Coches, Charles señala el lugar donde solía convertirse en una estatua humana, a veces de tarde o a veces de noche, para ganarse entre 30.000 pesos en una mala jornada y hasta 70.000 pesos en dos horas de trabajo: ya saben, estar quietecito hasta que alguien decida meterse la mano al bolsillo y echar una moneda o un billete al sombrero, entonces la estatua comienza a mostrar su lado humano y se mueve y sonríe. “Grupos folclóricos de aquel lado -señala hacia la Plaza de La Aduana-, Michael Jackson, Chanchiro, de este lado -hacia el extremo opuesto de Los Coches-. Los guitarristas en la Plaza de San Diego, en la de Santo Domingo y Fernández Madrid”, recuerda.

“Lo que más queremos es que podamos volver todos, que nos volvamos a reencontrar y que la Alcaldía nos tenga en cuenta para la reactivación. Que volvamos con unas medidas de seguridad extremadamente fuertes, que son: el tapaboca, la distancia mínima de un metro, nada de abrazos.

“Lo que vemos es que en el Centro Histórico y todos sus secretarios han hecho reuniones con todo el mundo, pero no nos tenían en cuenta a nosotros, como artistas. En estos días, que puse un pendón de protesta y lo regué por las redes sociales, fue cuando, gracias a la doctora Cinthya Amador, llamó al IPCC (Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena)”, dice Charles y explica que en la reunión del 8 de septiembre estarán, además de la Alcaldía y los artistas, la Oficina de Espacio Público, el IPCC, la Policía y la Secretaría del Interior, sin embargo, le inquieta que solo tienen programada una hora y cree que ese tiempo no alcanzará para crear estrategias que mitiguen la crisis de los artistas. (Le puede interesar: Así arranca Cartagena su “nueva normalidad”)

Aislamiento selectivo

Camino a su otro espacio de trabajo, la Plaza de San Pedro, Charles me cuenta que los artistas urbanos se están capacitando en bioseguridad en el SENA.

“Cada artista va a poner en práctica medidas de bioseguridad, por ejemplo, el mimo tendrá que respetar la distancia de un metro o dos metros y colocará su sombrero a una distancia y tú, si le vas a colaborar, le pones el dinero ahí; los bailarines no pasarían el sombrero cerca, sino que harían lo mismo o como se hace en las iglesias cuando pasan a recoger las limosnas con un palo, pero, eso sí, algo bien bonito y adornado. Queda prohibido que cualquier artista se acerque a las mesas de restaurantes o bares, porque no queremos que el turista se sienta incómodo. Queremos que el turista vuelva a tener confianza en nosotros, hasta que todo vuelva a ser normal. Sabemos que va a ser complicado, por la costumbre, y tampoco sabemos cómo vamos a trabajar con la Policía, pero queremos regresar todos muy bien al Centro”.

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Al llegar a San Pedro, esta tarde solo habitada por palomas y por los pocos turistas que llegaron con la reactivación en la etapa de aislamiento selectivo, Charles me confiesa que se siente “enguayabado”, nostálgico por ver cómo ha cambiado todo en un santiamén. De pronto se para justo del lado izquierdo de la iglesia y comienza a moverse como la estatua de la paz, como el esclavo, el pirata y los tantos personajes que habitan en él. Y vuelve a ser lo que ha sido siempre: una estatua de carne, hueso y corazón.