Ciencia


Adelantos en exploración del cerebro suscitan cuestiones éticas

AFP

03 de julio de 2011 12:01 AM

Los progresos de las ciencias del cerebro permiten detectar mejor las enfermedades que lo afectan, pero también suscitan cuestiones éticas, por ejemplo ¿se debe anunciar a un paciente una previsión de la enfermedad de Alzheimer? 
Hay que prever “un aumento de las demandas de suicidio asistido” en caso de diagnóstico precoz, antes de los primeros síntomas, de esta enfermedad neurodegenerativa, advirtió la psiquiatra y filósofa Anne Fagot-Largeault, durante su audiencia esta semana por la Oficina Parlamentaria de Evaluación de las Decisiones Científicas y Tecnológicas (OPECST). 
Se deberá entonces “discutir de nuevo la legitimidad de ayudar a la gente a morir”, advirtió. 
Más globalmente, “si la gente y sus familiares” saben “que tienen el cerebro en malas condiciones”, podría plantearse la cuestión de su acceso al sistema bancario y de su inclusión en “una vida democrática” (votación, decisión) según Fagot-Largeault. 
Sin embargo, tener una predisposición a una enfermedad neurológica no da la certeza de que se sufrirá de ella, pues es algo “aleatorio, potencial”, recalca Hervé Chneiwess, del Centro de psiquiatría y de neurociencias de la Facultad de Medicina París-Descartes. 
“Actualmente estamos aún en una incertidumbre científica en lo que respecta a la diferencia entre envejecimiento normal y envejecimiento patológico”, añade. 
“En autopsia post mortem, la mayoría de la gente posee placas seniles, aun cuando no sufran de la enfermedad de Alzheimer”, dice. ¿Habrá que tratar a todas las personas a las que se detectan esas placas seniles o amiloides? 
El neurólogo Yves Agid insiste en la necesidad de proteger la vida privada, la confidencialidad, cuando hay cada vez más imágenes del cerebro en funcionamiento (Imagen por Resonancia Magnética, IRM funcional) procesadas por computadoras. 
Al referirse a la “peligrosidad” potencial de algunas investigaciones, Agid cita artículos científicos que hacen creer que se han hallado “las bases neuronales de las decisiones” o “el bien y el mal” en una zona de la corteza cerebral. 
Pese a los adelantos en el conocimiento del cerebro, sigue siendo “una ilusión” creer que “se podrían predecir los pensamientos de nuestro prójimo”, señala por su parte Philippe Vernier, presidente de la Sociedad francesa de Neurociencias. 
Hay no obstante un riesgo de “intrusión en la vida privada”, según Agid, cuando se hacen estudios que buscan caracterizar tendencias humanas a la depresión o un carácter de tipo obsesivo, por ejemplo. 
Los resultados se calculan en base a promedios, sin un verdadero poder de predicción individual, dicen los investigadores. Y la medida de la actividad del cerebro sigue siendo indirecta, ya que el IRM funcional se base en el flujo sanguíneo cerebral. 
Y “todos tenemos cerebros diferentes”, insiste Olivier Oullier, recalcando que muchos estudios se basan en un muestreo limitado. 
Más allá de los IRM la exploración interna del cerebro, a través de electrodos implantados para curar o detectar un foco epiléptico, también plantea asuntos éticos. 
En el mundo, 100.000 pacientes afectados de la enfermedad de Parkinson o de otras perturbaciones son tratados gracias a una técnica de estimulación cerebral profunda a través de electrodos implantados, según el psiquiatra Luc Mallet, del Instituto del Cerebro y de la Médula Espinal, en París. 
Al cambiar los parámetros de estimulación, pueden aparecer modificaciones del comportamiento (estado depresivo reversible, estado de excitación, de euforia). También es posible, precisa Mallet, activar “pequeñas zonas cerebrales ligadas a los procesos de decisión o de motivación”.

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