La agencia espacial europea (ESA) puso en órbita este viernes tres satélites idénticos en una misión sin precedentes destinada a observar el campo magnético terrestre, incluyendo la misteriosa "anomalía del Atlántico sur". (Lea aquí: Agencia Europea lanzará satélites para estudiar campo magnético terrestre)
La misión Swarm fue colocada en órbita por un cohete Rokot desde la base Plesesk en el noroeste de Rusia a las 16H02 GMT, mostró la ESA en imágenes transmitidas en directo.
Los satélites de 470 kg cada uno, quedaron en una órbita casi polar 91 minutos después del lanzamiento y los tres emitieron señales a la Tierra.
Estos trillizos del espacio se desplazan en trayectorias ligeramente diferentes, lo cual permite separar las diferentes fuentes magnéticas y cartografiar en detalle sus variaciones, no solo en el espacio sino también en el tiempo.
Mientras que el campo de la gravedad es observable gracias a una simple manzana, el campo magnético terrestre, por su parte, no se puede ver. Sin embargo está por todas partes y nos protege por ejemplo de los vientos solares.
La fuente principal del campo magnético de la Tierra está situada a unos 3.000 km bajo nuestros pies, en el núcleo de hierro y níquel que funciona como un dínamo gigante gracias a las corrientes que lo atraviesan.
Sin embargo, a ese magnetismo se suman otras fuentes mucho más débiles, como las piedras imanes de la corteza terrestre, así como fuentes externas como partes de la atmósfera excitadas por radiaciones provenientes del sol (ionosfera y magnetosfera), destacó Gauthier Hulot del Centro Nacional de Investigación Científica y el Instituto de Física del Globo de París.
Anomalías del campo magnético terrestre
Para la misión Swarm (que significa enjambre, en inglés), que cuesta 276 millones de dólares, la ESA escogió la configuración innovadora de tres satélites estrictamente idénticos, con aires de nave de la Guerra de las Galaxias, diseñados para maniobras adaptadas a una órbita baja.
Para garantizar una mayor precisión en las medidas efectuadas, los investigadores cuidaron especialmente la "limpieza magnética" de los satélites, privilegiando materiales lo más neutros posibles.
Los magnetómetros embarcados por Swarm son mantenidos a distancia del cuerpo de los satélites y de sus parásitos electromagnéticos, gracias a mástiles desplegables de cuatro metros de longitud, precisa Isabelle Fratter, que piloteó para el CNES el proyecto de magnetómetro "absoluto" ASM.
Este instrumento de precisión inigualable, concebido por el CEA Leti de Grenoble, mide la intensidad del campo magnético y permite calibrar periódicamente otros magnetómetros llamados "vectoriales" que miden la orientación del campo magnético en las tres direcciones.
Gracias a los datos recabados por Swarm durante por lo menos cuatro años, los científicos esperan poder comprender mejor la evolución del campo magnético, en particular la "anomalía del Atlántico Sur": una zona situada a la altura de Brasil, donde el mismo es particularmente débil y está disminuyendo rápidamente por razones inexplicadas, según los científicos.
Al sobrevolar este "triángulo de las Bermudas" magnético en el que el escudo natural de la Tierra queda debilitado, todos los satélites pueden sufrir problemas, e incluso en la superficie se reciben más partículas provenientes del espacio.
"Comprender la evolución del campo magnético terrestre es comprender cómo predecir su evolución futura y hallar eventuales medidas de protección", precisa Gauthier Hulot.
Los datos enviados por Swarm serán utilizados para mapas y modelos que alimentan numerosas aplicaciones de la vida cotidiana, como las cartas de navegación aérea o las brújulas de los smartphones, destaca el investigador.
Una cartografía que resulta muy importante, ya que la brújula no indica el norte geográfico sino el magnético, que se desplaza rápidamente.
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