Colombia


Camen I, un enigma en aguas del Caribe Colombiano

Un capitán venezolano, nueve tripulantes colombianos, un buque boliviano de 53 metros de eslora y con una carga de 350 toneladas a bordo fueron devorados por el mar Caribe colombiano.

COLPRENSA

07 de febrero de 2021 11:03 AM

Este parece ser el destino de la embarcación luego de que el pasado 21 de enero emitió una señal de alerta en su trayecto de Panamá a La Guajira, y desde entonces no hay rastros de su ubicación.

Es costumbre marinera bautizar las embarcaciones. Desde una lancha de pesca artesanal hasta un buque de gran calado llevan un nombre. Carmen en el caso del carguero boliviano desparecido a unos 96 kilómetros del puerto de Cartagena, Bolívar. Dada esta cercanía, la Estación de Control de Tráfico Marítimo y Fluvial ‘San José’ recibió el SOS y por parte de la Fuerza Naval del Caribe se desplegaron medios técnicos y humanos para ayudar al buque.

Lo primero fue avisar por radio a todas las embarcaciones cercanas al curso que llevaba Carmen. Se hizo lo propio con todas las capitanías de puerto del litoral caribe colombiano. Pero tanto unos y otros dieron respuesta negativa a un posible avistamiento del barco. El misterio aún empezaba.

“Ese día teníamos registro de vientos de hasta 30 nudos (55 kilómetros por hora)”, dice el contralmirante Juan Ricardo Rozo Obregón, comandante de la Fuerza Naval del Caribe, quien le ha dado prioridad a este caso. “El reporte indica que hubo olas entre dos y tres metros, son condiciones fuertes para la navegación, pero normales en esta época del año”, añade.

En los primeros meses del año, los vientos alisios, que vienen por el Atlántico e ingresan al Caribe, marcan las condiciones en esa zona. Viento, marea y corriente son fuertes, pero habituales y eso lo saben los hombres de mar. La experiencia, la pericia y la destreza son claves para sortear estas condiciones y llegar a buen puerto.

¿Dónde está Carmen?

Carmen es vieja. Construida en 1966 recibió la bandera boliviana, pese a que es un país que no tiene salida al mar, pero tiene autoridades que adoptan embarcaciones y velan por sus condiciones. No obstante, no hay registro de cuándo fue la última vez que subió a dique, es decir que estuvo en mantenimiento.

Ese dato sería la clave para descartar una posible avería en su maquinaria o estructura que fuera la causa de un eventual siniestro en altamar. Por eso, una de las primeras acciones desplegadas por la Fuerza Naval del Caribe fue un rastreo en la zona para encontrar la nave a la deriva.

“El esfuerzo principal que hemos enfocado es encontrar la motonave y luego nos enfocamos en rastrear a los tripulantes con la esperanza de que estuvieran a flote en la superficie, en balsas salvavidas y a la deriva”, explica Rozo Obregón.

De cada una de estas acciones se ha informado a las familias tanto del capitán como de la tripulación. Su angustia, sin embargo, crece cada día al no tener noticias positivas. La incertidumbre es tan grande como el área que han cubierto embarcaciones de la Armada, como el ARC Antioquia y el Almirante Padilla, así como aeronaves de la Fuerza Aérea buscando una pista.

La última opción, y que se daría en los próximos días, es el rastreo submarino. Pero la complejidad de una operación de esta magnitud es enorme: en la zona la profundidad se estima entre 2.000 y 2.500 metros. Es como si se hiciera el ida y vuelta de Montería a Leticia.

Lo que ha aparecido

La probabilidad de que los diez marineros aparezcan en un bote salvavidas se ha desvanecido. La corriente los hubiera arrastrado a costas panameñas, ya que los vientos van en esa dirección. Lo que sí apareció fueron unos documentos que le pertenecen a la tripulación. Fueron hallados por pescadores del vecino país a pocos metros de los embarcaderos y entregados a las autoridades.

Eran diplomas y certificados de algunos miembros de la tripulación que llegaron en buenas condiciones dado que estaban plastificados, una práctica común entre los marineros para proteger ese tipo de identificaciones.

Días antes de este hallazgo, en altamar apareció la radiobaliza, un dispositivo de transmisión que emite señales intermitentes que son útiles para hallar una motonave en emergencia. Estaba el aparato, pero a su alrededor no había nada de Carmen. En diferentes patrullajes se han descubierto mercancías que coinciden con el manifiesto de carga, pero nada más.

Por eso ya empieza a cobrar fuerza la hipótesis de un siniestro naval. Carmen llevaba, como ya se dijo, 350 toneladas de carga, su capacidad es de 837 toneladas, por lo que no se puede hablar de un exceso. Esa teoría queda descartada de plano.

Pero lo que sí pudo suceder estaría relacionado con una aparente mala distribución de los contenedores que transportaban. En lenguaje marítimo se conoce como son de mar a la correcta disposición de la mercancía dentro de un buque mercante. Un desequilibrio en esa colocación puede ser un factor en contra del más experimentado marinero.

Recordemos que ese día había oleajes de hasta tres metros, por lo que Carmen se pudo haber balanceado, ocasionando una escora, término marítimo que hace referencia a la inclinación de una embarcación producida por el fuerte oleaje. Ese movimiento pudo ser repetitivo e intenso por la fuerza de los vientos. Carmen, al parecer, se movía de un lado para otro sin que el capitán, el encargado del puente del mando o quien estuviera al volante pudieran maniobrar y sortear el bravo mar Caribe que se levantaba a babor y a estribor.

Si la escora alcanza un determinado ángulo ya nada se puede hacer, porque si en ese momento una ola golpea el casco provoca una vuelta campana de la embarcación y es cuestión de minutos el hundimiento sin posibilidad de acudir a los botes salvavidas.

La explicación no significa que así haya ocurrido, pero las autoridades no descartan esa teoría. “Queremos agotar todas las probabilidades, seguimos enfocando esfuerzo en hallarlos”, dice Rozo.

Por ahora, un nuevo enigma empieza a naufragar en estas aguas donde un capitán venezolano, nueve tripulantes colombianos, un buque boliviano de 53 metros de eslora y con una carga de 350 toneladas a bordo fueron devorados por el mar Caribe colombiano.

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