Colombia


Consejo Superior de la Adjudicatura, salpicado con denuncias de acoso

Los señalamientos contra magistrados de las altas Cortes por presuntos casos de acoso laboral y sexual no se centran solo en la Corte Constitucional.

COLPRENSA

18 de agosto de 2020 12:29 PM

Tres funcionarias del Consejo Superior de la Judicatura afirman que este fenómeno también se presenta en esta corporación.

Las denunciantes señalan directamente a tres magistrados de la Sala Disciplinaria, quienes, aseguran estas profesionales, aprovecharon su posición de jerarquía para hacer comentarios impropios con connotaciones sexuales, denigrar el trabajo de los subalternos, forzar besos, dar nalgadas y, en casos particulares, hasta pedir encuentros sexuales a cambio de algunos beneficios laborales.

Estos hechos se han venido presentando, según las denunciantes, desde hace varios años y aunque se han puesto en conocimiento de la Sala Plena en varias ocasiones, ellas cuentan que no se han tomado medidas ni de control, ni disciplinarias. Lea aquí: Acoso en la Corte Constitucional: Piden transparencia en investigación

En algunos casos, afirman las denunciantes, se ha logrado el silencio de las víctimas con ascensos o cargos en la corporación.

En otras ocasiones, mujeres que no accedieron a las peticiones habrían sido declaradas insubsistentes o acosadas laboralmente para motivar su renuncia.

Las denuncias

Hace unos días se reveló el informe realizado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid), que puso en evidencia la existencia de estos casos de acoso en la Corte Constitucional.

Tras la publicación de este informe, las tres mujeres han decidido romper el silencio y revelar, bajo la reserva de sus nombres, cómo se producían las situaciones de acoso en otra de las altas cortes de Colombia: el Consejo Superior de la Judicatura.

Las víctimas, a quienes identificaremos como Julieta*, Camila* y Verónica*, narraron las conductas de acoso laboral y sexual de las que ellas y sus otros compañeros fueron víctimas por parte de tres magistrados.

Acoso sexual constante

De acuerdo con las denunciantes, los hechos de acoso sexual por parte de magistrados de la Sala Disciplinaria han ocurrido desde hace, por lo menos, cuatro años.

Ellas aseguran que dichos comportamientos por parte de tres magistrados eran de conocimiento público, porque se hacían delante de compañeros de trabajo.

“Es un lugar muy pequeño, los magistrados siguen siendo los mismos y contar hechos que dieran a la identificación de una de nosotras podría llevar a retaliaciones. Pero si yo le contaba a mis compañeras ‘a mí me pasó este tema’, me decían ‘ah no, eso suele ocurrir desde hace rato’”, explica Camila*.

Según Julieta*, “la rotación de personal en la Sala Disciplinaria de la Judicatura es alta, muchas veces, porque las mujeres víctimas del acoso no aguantan más y no tienen más remedio que renunciar”.

Además, cuenta la hoy exfuncionaria, las mujeres deben soportar comentarios respecto a su apariencia, la manera como les queda la ropa y chistes de doble sentido.

Al entrar al despacho de los magistrados, “deben cerrar la puerta y en algunas ocasiones son tomadas por la cintura para hacerles ‘cosquillas’ y hasta ‘masajes’”.

Camila* asegura que es común oír de los magistrados frases como “¡uy cómo escribes de delicioso, de rico!”, “¡cómo te queda ese pantalón de bien!”, “¡cómo te horma ese pantalón!”, “¡uff, qué escote tan lindo!”, “¡qué cintura tan pequeña!”, “¿tienes novio?”, “¿estás casada?”, “¿te gusta tener varias parejas?”, todo esto en tono ‘morboso’.

Esto llevó a que muchas trabajadoras de la Sala cambiaran su forma de vestir y evitaran a toda costa ser llamadas a su despacho.

Presiones para tener encuentros sexuales

Julieta* relata que otra víctima le contó que el magistrado Pedro Alonso Sanabria Buitrago la despidió de su cargo declarándola insubsistente, como retaliación por no haber accedido a tener relaciones sexuales con él.

Asimismo, cuenta que “eran recurrentes los ofrecimientos de cargos a cambio de favores sexuales”, así como los comentarios sobre fiestas de la Jurisdicción Disciplinaria donde “el magistrado Sanabria, en estado de embriaguez, trataba de tocar a las funcionarias”.

Según Camila*, es de público conocimiento que el magistrado Sanabria “es alcohólico” y que, en razón de ello, “a veces no asiste a su despacho y a las salas”.

Respecto del magistrado Fidalgo Estupiñán Carvajal, una de sus funcionarias habría contado que en un viaje de trabajo este le “exigió ir a su habitación de hotel para llevarle la maleta, acomodar la ropa y luego, estando en la habitación, aprovechó para abordarla y tratar de besarla sin su consentimiento”.

En muchas oportunidades le habría propinado nalgadas, bajo el argumento de que “por ser hombre es de su naturaleza y deben intentar”.

Julieta* cuenta que otro magistrado conocido por actuaciones similares es Camilo Montoya Reyes, quien supuestamente les exigía viajar con él a diligencias judiciales con la ‘promesa’ de que, además de trabajo, tendrían la oportunidad de relajarse, ir a cenar y tomar algunos vinos.

Según las denuncias, este magistrado les pedía a sus trabajadoras (en los viajes oficiales) asistir a su habitación a altas horas de la noche para ‘trabajar’. “Ese sería el escenario perfecto para sobrepasarse con ellas”, dice Camila*.

“Cuando las funcionarias se negaban, el magistrado empezaba una práctica de presión y acoso laboral a través de la descalificación de su trabajo, cosa que hacía frente a los demás con insultos velados y ‘chistes’ denigrantes” hasta lograr la renuncia de las funcionarias, “muchas veces en medio de lágrimas”.

Una práctica similar se le endilga al magistrado Estupiñán, quien según Camila* “acosa a la funcionaria que le llegue a gustar y que, si ella no responde a sus requerimientos, la incomoda hasta su renuncia”. Le puede interesar: Unidad de víctimas atenderá familiares de jóvenes asesinados en Nariño

“Es un infierno”

Para Camila*, el ambiente en la corporación es “un infierno”, porque “funcionarias de todos los rangos son acosadas infamemente” y varios magistrados hacen uso de su autoridad para acosar laboralmente a sus subalternos, “aprovechándose de la necesidad de trabajo de ellos”.

“En una ocasión vi cómo maltrataron y acosaron entre dos funcionarios de alto rango a una joven que llegó a ocupar su primer trabajo... ella presentaba sus proyectos y nunca se los revisaban para hacer parecer que no producía nada”. Esta mujer, aburrida de su situación, optó por renunciar.

Según Camila*, algo similar se dio con otra funcionaria a la que el magistrado Camilo Montoya “acosaba laboralmente, recargándole trabajo inequitativamente en comparación con los demás compañeros, humillándola en público en las pre-salas y cada vez que tenía la oportunidad”.

Verónica*, por su parte, explica que son constantes las amenazas de despidos y el exceso de carga laboral, que “resulta demasiado alta para ser asumida por una sola persona”, así como las escenas donde magistrados arremeten públicamente (en pre-salas o post-salas) contra el desempeño laboral de sus subalternos, tachando su profesionalismo y trayectoria .

“En muchas oportunidades, los magistrados de la Sala Disciplinaria solicitan ajustes en los proyectos una y otra vez para, al final, volver al fundamento que inicialmente se había planteado, situación que sin duda representa un desgaste”.

Según ella, el ambiente en la Sala es tal que, “al poco tiempo de empezar a trabajar en este lugar, las personas comienzan a sufrir de estrés, ansiedad y depresión”.

“En una ocasión, por ejemplo, cuatro funcionarios del mismo despacho renunciaron a sus cargos dada la insoportable presión”.

Las tratan como si fueran sus sirvientes

Julieta* dice que es común que los magistrados usen a algunas de sus funcionarias como sirvientes personales, quienes a pesar de ser profesionales y que “sus funciones están claramente ligadas a la labor judicial”, eran obligadas a “cargarles la maleta, los expedientes, hasta el absurdo de tener que vestirlos, ponerles la toga y volvérsela a quitar”.

Verónica* afirma que “las conductas de acoso laboral no solo se presentan contra los funcionarios directos de cada despacho, ni tampoco de manera exclusiva por parte de los magistrados titulares del sexo masculino”.

“En un despacho en particular cuya titular era una mujer, también se acostumbraba no solo a descalificar profesionalmente a sus funcionarios, sino también a atentar contra la dignidad de los mismos a través de insultos y palabras soeces como “hijueputa’”.

Fue lo que le pasó a un magistrado auxiliar, que se vio obligado a renunciar a su cargo debido a los maltratos.

En otras palabras, si bien la mayoría de víctimas de estas denuncias son mujeres, también se habrían dado casos de hombres acosados laboralmente.

Relata Verónica* que uno de los actos de acoso laboral más recurrentes se da con los esquemas de seguridad de los magistrados.

A los escoltas los “hacen trabajar desde muy tempranas horas de la madrugada hasta altas horas de la noche, habiendo casos graves en los que ni siquiera tienen la oportunidad de almorzar, disfrutar de días de descanso o asistir a citas médicas”.

La situación de las judicantes

Verónica* dice que conoció de primera mano lo ocurrido a dos judicantes, que son universitarias realizando prácticas en el Consejo, a quienes el magistrado titular “les realizaba insinuaciones constantemente”.

“Recuerdo que una de ellas me contó que, cuando el magistrado titular la llamó a su despacho, él le pidió que cerrara la puerta y, tan pronto lo hizo, él la tomó de la cintura y le dio un beso en el cuello, conducta que estuvo acompañada de comentarios abusivos y denigrantes”. Ella, luego de esto, se retiró del despacho.

Con respecto a lo ocurrido con otra judicante, Verónica* relata que el alto funcionario le manifestó abiertamente que si se acostaba con él, éste le ayudaría a ingresar a trabajar a la corporación.

Otro caso similar se habría dado con el magistrado Sanabria. Según ella, “luego de haberla acosado sexualmente (a una judicante) y de que esta se negara a aceptar sus propuestas, tras fuertes amenazas de denuncia, éste procedió a nombrarla en un cargo de la secretaría de la misma corporación”.

“Supe también que tiempo atrás (Sanabria) había estado involucrado junto con otro magistrado de la Sala en un caso de acoso sexual que involucraba a dos jóvenes que conocieron en una de sus comisiones en Cúcuta”, comenta Verónica*.

Ellos, al parecer, “tuvieron que nombrarlas en distintas dependencias de la Sala pues, en caso contrario, éstas podrían denunciarlos por lo ocurrido y generar un escándalo”.

Además, Verónica* cuenta que “se comentaba (en los pasillos) con bastante recurrencia que el magistrado Pedro Alonso (Sanabria), les ofrecía ubicarlas en la Sala Disciplinaria si accedían a sus caprichos sexuales”.

Camila* dice saber de judicantes que “tenían la orden de entrar dos o tres veces al día al despacho del magistrado, sin ninguna razón, solo para que las vieran, las morbosearan”.

“Todos sabían en la Sala Disciplinaria”

De acuerdo con las tres mujeres, tanto el acoso laboral como el sexual fueron puestos en conocimiento al presidente de la Sala en ese entonces y por parte de él a todos los magistrados.

“El presidente de la Sala, en ese entonces el magistrado Pedro Alonso Sanabria Buitrago, conoció las denuncias de acoso laboral y también habló de las denuncias de acoso sexual. Lo dijo en la Sala, donde se reúnen los siete magistrados. Todos lo supieron. En ese entonces no se conocían denuncias contra él (Sanabria)”, afirma Camila*.

De acuerdo con la funcionaria, todos los magistrados, incluyendo las de género femenino, terminaron “encubriendo las conductas”.

Al respecto, Julieta* explica que aunque varias funcionarias comentaron lo sucedido a la Sala Plena, “nunca se hizo una investigación o una compulsa de copias”.

Ella dice que la mayor parte de los casos “quedaron en nada y algunos, los más graves, terminaron en ascensos con la condición de callar”.

El acoso sexual solo ocurría en los despachos de los tres magistrados, cuenta Camila*, pero “acoso laboral ocurría en casi todos los despachos, incluso donde había magistradas. El ambiente es en general tóxico en la mayoría de los espacios. Comentarios denigrantes, menospreciar el trabajo, eso era lo normal”.

Ella asegura que quedó impactada cuando conoció que “las magistradas mujeres sabían qué pasaba en los otros despachos y aun así tomaron la decisión de callar, de no decir nada de lo que estaba pasando, sobre todo en los casos de acoso sexual”.

Si hablan, pierden el trabajo

Según le explicaron a Vanguardia, una forma de presión para que callaran las denuncias es la inestabilidad que hay con la Sala Disciplinaria, pues les decían que si hacían públicas las quejas se iba a acelerar el cierre de la sala e iban a perder todos su trabajo (no solo los funcionarios denunciados).

Esto debido a que con la Reforma de Equilibrio de Poderes (Acto Legislativo 2 de 2015) se creó el Consejo Nacional de la Disciplina Judicial, ente que en el papel debe reemplazar la Sala Disciplinaria (la reforma disponía la desaparición de estos despachos).

Así lo explica Camila*, quien cuenta que por el acto legislativo una magistrada dijo: “Eso no puede salir, no puede llegar a los medios ni a la Comisión de Acusaciones. Es algo grave, pero todos nos quedamos sin trabajo, no solo los que cometen esas conductas. El que está haciendo esto tenga más cuidado. Esto no puede salir de acá”.

Cinco años después, esta transición no se ha dado porque el Congreso no ha tramitado la ley estatutaria y por fallos y conceptos de las altas cortes que no han resuelto la incertidumbre jurídica que hay al respecto.

Por ejemplo, los magistrados de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura (la misma a la que pertenecen los togados denunciados) se opuso en su momento a un concepto del Consejo de Estado que decía que el presidente Iván Duque podía presentar las ternas para conformar el Consejo Nacional de Disciplina Judicial.

¿Por qué rompieron su silencio?

Verónica* accedió a dar su testimonio porque, según ella, el informe de Usaid “es una buena oportunidad para dar a conocer lo que evidencié en la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, en pro de la defensa de todas aquellas compañeras que fueron sometidas a distintas conductas de acoso ejercidas por los magistrados titulares”.

Para Camila*, “estos personajes no son dignos de su investidura como magistrados, no hacen honor a la justicia y no respetan a las mujeres. Qué bueno que llegó el momento de que se sepa la verdad y de que se desenmascare a estos personajes que actúan como delincuentes de cuello blanco, aprovechándose de su inmerecida investidura”.

Es triste que una Corte que debería ser el adalid de las buenas conductas se haya vuelto un refugio para las prácticas de discriminación, machismo y acoso que pasa por la mirada indiferente de quienes la conforman.

“Es muy triste que una Corte que debería ser el adalid de las buenas conductas (porque investiga disciplinariamente a los funcionarios de la Rama Judicial), se haya vuelto un refugio para las prácticas de discriminación, machismo y acoso que pasa por la mirada indiferente de quienes la conforman”, concluye Julieta*.

Los tres magistrados denunciados se negaron a responder las preguntas referentes a estos hechos y no quisieron hacer pronunciamiento alguno.

Presidenta de la sala: hay que llevar las denuncias a la Comisión de Acusaciones.

La presidenta de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, magistrada Julia Emma Garzón de Gómez, para saber si ella como cabeza de la sala tenía conocimiento de los hechos denunciados o de cualquier acción concreta que se haya venido dando en la corporación que pueda considerarse acoso laboral o sexual.

A su vez, se quiso conocer cuál es la política de la Corporación frente a este tipo de conductas.

El cuestionario fue enviado el 11 de agosto e incluía las cuatro preguntas hechas a los tres magistrados señalados y dos preguntas más:

Pregunta . Las tres denuncias aseguran que el acoso sexual a mujeres es común en el Consejo Superior de la Judicatura y también hablan de que estas actitudes se extienden a las judicantes, quienes son estudiantes en práctica ¿Tenía conocimiento de esa denuncia?

Pregunta. ¿Quién debería investigar este tipo de denuncias ocurridas en la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura?

En primera instancia, la magistrada Garzón, por medio de la oficina de prensa, explicó que ella asumió el cargo de Presidenta en febrero de este año y un mes después todos los funcionarios fueron enviados a teletrabajo como consecuencia de la pandemia.

De esta forma, solo pudo estar de manera presencial en la Sala Disciplinaria un mes.

Posteriormente, en entrevista dada a este medio, la magistrada Julia Emma Garzón indicó que ella, como cabeza de la jurisdicción, no tiene conocimiento de los casos que fueron denunciados y que vinculan a tres magistrados A su vez ratificó que, a pesar de llevar varios años en la rama, no ha escuchado ni siquiera rumores de conductas constitutivas de acoso sexual o laboral ni de los magistrados mencionados ni de ningún otro magistrado.

Si no se denuncia ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara, eso se queda en el papel, en el rumor y daña el buen nombre. Hay que dejar el miedo

Julia Emma Garzón de Gómez, presidenta de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura

“Que denuncien”

La magistrada Garzón pidió que las mujeres denunciantes acudan directamente a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, pues es este el órgano que constitucionalmente está a cargo de investigar a los magistrados de las altas Cortes.

Agregó que internamente la Sala Disciplinaria y el Consejo Superior de la Judicatura no investiga esos temas, pues los magistrados tienen un fuero especial y sólo la Comisión de Acusaciones puede realizar eventualmente una indagación contra ellos.

“Póngase en mi papel, imagínese que yo llegara a decir en la sala, hay una doctora que me acaba de informar que los doctores ‘fulano’, ‘zutano’ y ‘mengano’ tuvieron conductas fuera de tono, no sé qué conductas, no sé qué clase de acoso (...) y yo le hago el reclamo (públicamente), entonces me denuncia por calumnia porque si usted tiene conocimiento de algo, es la Comisión de Acusaciones la que me debe investigar”.

Agregó que, si el caso no se lleva a la comisión, este se quedará probablemente en el papel.

“El verdadero papel es acompañar a la víctima y darle orientación, que vaya a la Comisión de Acusaciones, si no se queda en el papel, en el rumor y se daña el buen nombre. Hay que dejar el miedo” y denunciar, explicó Garzón, quien agregó que actualmente, con la virtualidad, hay varias opciones que pueden usar las presuntas víctimas. Indicó que como mujer se solidarizaba con las víctimas de acoso y maltrato de cualquier tipo y que como magistrada siempre ha promovido que las mujeres defiendan su trabajo e integridad.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS