Colombia


El oscuro panorama de violencia con el que arrancó Colombia el 2022

Un informe de la JEP advierte que este año comenzó con peores indicadores de violencia que 2021. ¿Estamos volviendo al pasado en materia de violencia?

COLPRENSA

19 de febrero de 2022 09:00 PM

Tan solo en enero se presentaron en el país 299 muertes violentas, 73 amenazas de muerte, 27 hostigamientos y ocho desplazamientos forzados más que en el mismo periodo de 2021.

Cifras que preocupan, pues el año pasado fue considerado por la Jurisdicción Especial para la Paz como el de los peores indicadores de violencia organizada desde la firma del Acuerdo de Paz con las Farc.

El asesinato de más de 30 personas por los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las Farc en el departamento de Arauca; los ataques simultáneos del ELN contra miembros del Ejército y la Policía que dejaron dos militares muertos y más de 20 heridos; y el asesinato de 15 líderes sociales, entre otros hechos, son algunos ejemplos de la violenta situación que se vivió en el país arrancando 2022 y que continúa presente, generando una enorme preocupación de los colombianos frente al deterioro de la seguridad.

Incluso la ONU se pronunció este jueves, frente a la grave situación de seguridad en el país por medio de un comunicado, pidiendo a los grupos armados un alto al fuego. “Representantes de la comunidad internacional hacemos un llamado a todos los grupos armados en Colombia, a declarar un cese al fuego y de hostilidades y respetar las disposiciones del derecho internacional humanitario para la protección de la población civil”.

¿CÓMO ESTÁN LAS CIFRAS?

Según cifras del Mecanismo Unificado de Monitoreo de Riesgos, presentadas por la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP, el 2021 fue el peor año en materia de violencia desde 2016, pues se registraron 329 muertes violentas ocasionadas en el marco del conflicto armado en el país, de las cuales 24 fueron civiles.

Además se presentaron 93 masacres, 146 desplazamientos forzados, 228 combates entre la Fuerza Pública y Grupos Armados ilegales, 134 hostigamientos a la fuerza pública y 89 reclutamientos forzados a niños, niñas y adolescentes.

Las zonas más afectadas fueron Montes de María, sur de Bolívar, Occidente antioqueño, Sur de Chocó y bajo Calima, Medio y bajo Atrato, Norte del Cauca y sur de Valle del Cauca, Pacífico nariñense y sur de Cauca, Catatumbo, Caguán, Yarí, Ariari y Bajo Putumayo, Sabana y piedemonte araucano, Nordeste antioqueño y Bajo Cauca, y Urabá antioqueño y sur de Córdoba (alto y bajo Sinú).

Dentro de su informe, la UIA también reportó el aumento en hechos que podrían constituir graves infracciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH). Por ejemplo, durante 2021 el Clan del Golfo presentó 157 posibles infracciones, frente a 149 de las disidencias de la guerrilla y 123 del ELN.

Con relación a enero de 2021, la UIA reveló que se presentaron 37 amenazas de muerte, tres hostigamientos, 11 desplazamientos forzados, 15 enfrentamientos con la Fuerza Pública y tres entre grupos ilegales. Además de siete confinamientos, siete masacres, cuatro emboscadas y 18 líderes sociales asesinados.

Este panorama en vez de mejorar en 2022 parece ir de mal en peor, pues tan solo en enero se presentaron 110 amenazas de muerte, 30 hostigamientos, 19 desplazamientos forzados, 15 enfrentamientos con la Fuerza Pública y 15 entre grupos ilegales. Además de 14 confinamientos, 10 masacres, ocho emboscadas y 15 líderes sociales asesinados.

Si se mantiene esta tendencia en el país, el 2022 podría dejar graves consecuencias ¿Qué explica el aumento de la violencia? ¿Estamos regresando al pasado en esta materia?.

De acuerdo con Henry Cuervo, investigador de la Corporación Nuevo Arcoíris, el aumento de la violencia en el país se debe principalmente al incumplimiento de los Acuerdo de Paz.

“Si todos recordamos un año después de la firma, lo que se veía en los territorios era un descanso, un ambiente de paz, se fue la zozobra, la gente salió nuevamente a la calle, no se sentía presionada, pero el estado simplemente hizo su presencia a través de la militarización”, explicó Cuervo.

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Una militarización que es insuficiente, según el analista, pues al Estado se le olvidó que la presencia estatal no es solo pensar en Fuerza Pública, sino hacer presencia con todas las instituciones.

El analista explicó, además, que otro factor que se debe tener en cuenta es el aumento del narcotráfico y que este año es época preelectoral, lo cual siempre ha generado un aumento de la violencia.

Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de conflictos (CERAC), considera que el aumento de la violencia se explica por las disputas entre grupos criminales. “Esa es una característica que no se veía desde la desmovilización de los grupos paramilitares, y tiene que ver con la forma como se disputan las rutas del narcotráfico y de minería ilegal”.

El segundo punto a tener en cuenta, según el director del CERAC, son las disputas entre el ELN y los grupos de crimen organizado, donde el grupo guerrillero hace presencia, en especial, en Arauca, Catatumbo, Cauca, Chocó, Risaralda y Nariño.

¿ESTAMOS VOLVIENDO AL PASADO?

Para ambos expertos, la respuesta es no. De acuerdo con Cuervo, no estamos volviendo pero sí experimentado una nueva etapa de violencia.

Esto quiere decir, según el experto, que en el pasado las Farc tenían una organización con una línea de mando, con un mando responsable, que tenía una política propia y de control social, pero hoy “estamos ante una atomización total de las organizaciones, porque una estructura como las Farc no existen y hoy hay tres niveles de organizaciones: las sucesoras del paramilitarismo, las Disidencias, y el ELN, y eso genera que hoy en Colombia hay unas violencias muy particulares en cada territorio, autónomas y muy acordes a sus realidades políticas y sociales”.

Bajo esta línea, Cuervo agrega que al mirar la violencia de esta manera, “esta no representa un peligro para la estabilidad del Estado como en los años 90, pero sí para las comunidades y para las organizaciones sociales”.

Por su parte, Restrepo dice que no estamos volviendo al pasado, porque por el pasado se entiende una situación en donde existía un conflicto armado interno y unos niveles de violencia mayores relacionados con ese conflicto.

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