“En la tierra del dolor, hace falta corazón”, dicta uno de los versos de ‘La tierra’, lanzada hace más de dos décadas cuando Juanes hacia parte de Ekhymosis y que escogió para interpretar junto a la Orquesta Filarmónica de Medellín en la implosión del Edificio Mónaco.
Aunque desde el año pasado se conocían los planes de la Alcaldía de Medellín de derribar el edificio Mónaco, sólo hasta esta semana los habitantes de esta ciudad fueron conscientes que este abandonado lugar dejaría de existir tras más de 30 años como símbolo del narcotráfico.
Para buena parte de ellos, este edificio que era tan sólo una de las muestras de la opulencia del Cartel de Medellín comandado por Pablo Escobar Gaviria, se habia convertido en un edificio más del paisaje urbano de la zona del Poblado en Medellín, que solía despertar el interés de los turistas, en especial los extranjeros, quienes los famosos narco tures por la ciudad.
Pero al conocer la noticia de la implosión que se cumplió cerca del mediodía de la mañana de este viernes, la zona no sólo era visitada por turistas, también por pobladores que querían darle un último vistazo a este lugar cargado de una historia de un pasado violento entre crímenes violentos y miles de víctimas inocentes.
Un edificio que perdió su brillo décadas atrás, que contó con el lujoso Penthouse del capo de 1.600 metros cuadrados y en el garaje 70 autos clásicos de lujo y que día a día chocaba contra los avances y el crecimiento de esta zona exclusiva de la ciudad de Medellín.
Durante años, en las calles aledañas era usual que se estacionaran buses repletos de turistas, camionetas, automóviles e incluso limosinas, para aquellos turistas que deseaban probar un poco del exceso del lujo que caracterizó a los narcos de los años ochenta.
Al frente del edificio de un blanco sucio, en unas condiciones de estructura altamente deteriorada y de difícil recuperación, se solían hacer los guías turísticos relatando todo lo que sucedía allí, en esa mezcla entre mito y realidad que se convirtió el mundo narco en Colombia.
Pero allí también llegaban personas, muchos jóvenes que no vivieron esa época de terror que generó 46 mil víctimas mortales sólo en Medellín, que sólo conocen el relato desde los victimarios, sus excesos y sus lujos.
Algunos de ellos con camisetas con la foto de Escobar estampado con el nombre de ‘El Patrón’ o ‘Pablito’, a quien lo ven como un héroe que compartió un poco de la riqueza de sus negocios ilícitos, pero olvidan todo el dolor y sangre que generó en su guerra narco. El objetivo es lograr que se entienda que nada de bondadoso puede tener un confeso narcotraficante y asesino que colocó innumerables carros bombas en todo el país e incluso hizo estallar un avión de pasajeros en pleno vuelo.
RECORDANDO Y HACIENDO HISTORIA
La caída del edificio Mónaco es el primer paso para un ambicioso y necesario proyecto para una ciudad que fue presa directa del dolor y víctima aún de un narcotráfico que no ha cesado.
Se trata de Medellín abraza su historia, una iniciativa que nace de una reflexión sobre el pasado reciente y doloroso que vivió Medellín y los motivos por los cuales esta capital busca levantarse luego de sus horas más oscuras.
Reconocer el pasado, en 1991 fue la ciudad más violenta del mundo; el narcoterrorismo, ahora quieren rendirle tributo y homenaje a los héroes y a las víctimas de una época que duele, “La historia ha sido contada desde los victimarios. Es hora de contarla desde los valientes e inocentes”, comentó el Alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez.
Mónaco, uno de los más preciados bienes de uno de los más sangrientos criminales de la historia del siglo XX, dará paso a un memorial, un parque monumento par a no olvidar a las víctimas, “donde serán los nombres y no los alias los protagonistas del valor de esta ciudad”, continuó el alcalde.
Ahí empieza todo. Dentro del proyecto también estará el Tour de la memoria, la ampliación del Museo Casa de la Memoria, la construcción del Parque Memorial Inflexión en honor a las víctimas, la producción del documental Sueños de Memoria, la vinculación de 22 artistas de la ciudad con obras en 50 puntos donde el narcoterrorismo dejó cicatrices, junto a la creación de un fondo para la educación de jóvenes en riesgo de delinquir, entre otras.
Todo con el fin de lograr que “se conozcan más los nombres de las víctimas y no tanto la de los verdugos”, dijo Federico Gutiérrez, empeñado en que no sólo se conozcan los nombres de las víctimas más reconocidas, un homenaje a todas las víctimas.
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