Colombia


"La gente del Catatumbo nunca pudo negociar a las buenas"

COLPRENSA

12 de julio de 2013 05:52 PM

La zona del Catatumbo lleva paralizada más de un mes. Protestas sociales motivadas por la lejanía del Estado y la falta de acompañamiento de políticas públicas en todos los aspectos, ahora vuelven a tener en el ojo del huracán la gestión que el Gobierno adelanta en las regiones. 
Por eso, múltiples sectores sociales han venido acompañando los diálogos entre campesinos y Gobierno, para que puedan llegar a decretar una salida a las movilizaciones, las cuales han estado enmarcadas en supuestas infiltraciones por parte de la guerrilla y actos de violencia. 
Y quien mejor para abordar el tema, que uno de los obispos de la Iglesia Católica que más conoce la zona y sus problemas. Se trata de monseñor Leonardo Gómez, quien hoy está retirado del ejercicio, pero trabajó durante seis años de la mano de las comunidades de Tibú y sabe en qué condiciones se vive. 
Según el prelado, está zona ha sido relegada por el Estado, pues durante muchos años no hubo escuelas, ni vías, ni nadie que le tendiera la mano a la actividad agricultora de esa población. Debido a eso, según el obispo emérito, el campesinado ha visto que a las buenas no los escucharon y a las malas empiezan a sentar un precedente de agotamiento. 
-¿Por qué hay tanto inconformismo en esa zona del país? 
El Catatumbo ha sido supremamente abandonado por el Gobierno Nacional y departamental. El campesinado allá tiene muchos años de abandono, de lejanía, de falta de presencia estatal y en esa perspectiva los campesinos han sido gente muy sufrida y aguantadora. Hubo muchos intentos de marchas y situaciones como ahora se presenta, sin embargo, esa gente de allá ha sido muy pacífica. 
-¿En su experiencia como obispo se trabajó en esa difícil situación? 
Con ellos veníamos trabajando en varios aspectos. Por ejemplo, en mi época, uno de los problemas que teníamos era la falta de educación. No teníamos ni escuelas oficiales, sin embargo, la diócesis de Tibú implementó un programa de maestros misioneros con muchos jóvenes invitados para que regalaran un año misionero. Tuvimos la oportunidad de hacerlo precisamente porque el Gobierno no ponía los maestros que se necesitaban en la zona. 
-¿En ese momento en qué población se profundizó? 
Trabajamos con los niños de los campesinos. En las comunidades se logró trabajar en la formación y capacitación de ellos mismos, para que pudieran irse organizando poco a poco para salir adelante. 
-¿Cómo vive un campesino normalmente? 
Es una vida bastante sacrificada, hay gente acomodada que pueden ser los trabajadores de Ecopetrol…; tienen todas las posibilidades. Pero la gran mayoría de la gente es muy pobre; sobre todo la gente que vive en los campos. 
Lo poco que cultivan no hay como sacarlo porque no hay carreteras apropiadas, son muy malas, entonces tocaba todo al lomo de mula. También hay situaciones difíciles en cuanto al mantenimiento de la gente, porque la situación de pobreza es muy grande, entonces lo veo muy normal que ahora la gente esté organizada y haya tomado más conciencia de su situación de colombianos y que tienen derechos. 
- Y el origen de las protestas... 
Están reclamando unos derechos de desarrollo humano como son educación, vivienda, carreteras, salud. Yo veo normal, hay que apoyarlos. Ojalá el Gobierno de Santos mire esa zona tan marginada durante tantos años. Allá se explotó mucho el petróleo y benefició a los trabajadores, y la gente de ahí mismo. Pero el gran pueblo nunca vio los dividendos, nunca tuvo ninguna posibilidad de emerger. Yo creo que las protestas se dan por la carencia de todos esos derechos fundamentales que no han podido efectuarse. 
- Es su concepto, ¿qué se necesita para que la situación cambie? 
Sobretodo en la cuestión de agricultura es clave que haya incentivos para cultivar, que los campesinos vean algo de oportunidades, de darles la posibilidad de sembrar y modernizar los campos, tengo mucha esperanza para que eso pase y logren salir adelante luego de tantos años de esfuerzo. Necesitamos que los políticos y el Gobierno asuman una mayor responsabilidad en el desarrollo, hoy la paz tiene un nuevo nombre y es: desarrollo. Donde hay desarrollo humano integral, educación y trabajo para la gente, hay paz. 
- ¿Puede haber infiltrados de grupos armados en las movilizaciones? 
Todos saben que esas zonas campesinas siempre fueron visitadas por grupos insurgentes, la guerrilla, los paramilitares. Los habitantes de esa zona siempre llevaron del bulto, además recibían la estigmatización por parte del mismo Gobierno de que los campesinos son guerrilleros o 'paras'. Eso es mentira, a la gente simplemente le tocaba someterse a las fuerzas violentas que estaban allá. La gente de allá es humilde, sencilla, trabajadora, de mucha fe que no había explotado antes, pero que ahora está despertando, no es una situación nueva. 
-¿Usted cree que los diálogos de La Habana motivaron las protestas? 
Ellos ven perspectivas por lo que ya se trabajó en la Habana; el acuerdo agrario en el primer punto al que llegaron las partes. Naturalmente están viendo positivo el panorama pero están reclamando lo que les pertenece, tierras y oportunidades en todos los aspectos. Sin embargo, no son guerrilleros, habrá uno que otro y ha habido influencia de esos grupos en ellos, pero es triste saber que precisamente ha tenido que reaccionar el campesinado en situaciones difíciles o de esa forma para que los escuchen, como que a las buenas no se consigue nada, entonces toca reaccionar. 
-Y el panorama de servicios públicos... 
Todavía hay deficiencias. En la época mía, hace unos años, era un municipio sin luz, sin agua, ni ningún servicio público. Yo sé que ya ha ido mejorando y espero que se llegue a una situación realmente positiva; pero eso siempre fue un tema entre flojo y malo. 
-Actualmente cuál es el papel de la Iglesia en esos diálogos…; 
Sigue en la misma línea en la que se ha venido trabajando siempre, primero, en acompañar a la gente, a los pobres. Y ese papel es clave porque ahí los campesinos se sienten realmente apoyados y acompañados por la iglesia. 
Además, se han venido haciendo trabajos en lo que respecta a la pastoral social. Tenemos programas de educación y formalización de campesinos, además proyectos de colaboración productiva y eso se ha venido haciendo en esa línea de promoción. 
- Específicamente cómo es esa labor... 
Hemos venido trabajando en los últimos años en los programas de desarrollo y paz; justamente tenemos zonas especiales como en el nor-oriente del departamento. En zonas como Pamplona Cúcuta, Ocaña y Tibú, estamos realizando un trabajo potenciado por la sociedad civil y la iglesia. Se ha logrado mucho en formación de la gente. Antiguamente había mucho miedo frente a los grupos armados y se sometían a lo que ellos dijeran, hoy han recuperado la palabra, por eso exigen. 
LA MIRADA DESDE ADENTRO ... 
La difícil situación de orden público que se vive en el Catatumbo obligó a que el actual obispo de Tibú, Ómar Alberto Sánchez, no llegara a la capital del país para asistir a la versión número 95 de la Asamblea Plenaria Episcopal. 
Desde allá, presente en las negociaciones entre ambas partes, Sánchez dijo que el rol de la Iglesia es de acompañamiento al proceso para que los actores no se levanten de la mesa definitivamente. 
- ¿Cómo se ha venido trabajando en esa mesa de diálogo? 
Con los negociadores del Gobierno y los campesinos se ha trabajado con la metodología que ya se había propuesto, que era que la organización local propone, presenta su propuesta y los representantes del Gobierno responden. Luego por escrito se hace una fórmula de propuesta. 
- ¿Sabe sobre algún tema puntual? 
Se han trabajado varios temas, por ejemplo, el tema de reserva campesina. Allí se ahondó en el tema, hubo diálogo durante varias horas, pero no se llegó a un punto de acuerdo. Las propuestas de las dos partes no coinciden, así que se levantó la mesa. 
-¿Qué papel ha cumplido usted en la negociación? 
Hemos sido facilitadores y estamos haciendo las tareas necesarias para que se resuelvan temas puntuales, para que se den las condiciones. La Iglesia siempre hace un esfuerzo grande para que ninguna circunstancia rompa la posibilidad del diálogo, esperamos que se negocie toda la agenda independientemente de que se llegue a acuerdos o no y a partir de ahí se hará la revisión. 
- Según lo que ha visto, ¿las protestas han sido aprovechadas por grupos guerrilleros como arma política? 
Yo cuando estoy con ellos no veo si no personas, no se qué hacen ellos, veo campesinos y gente interesada en que estos acuerdos los beneficien a ellos y a su región. Si una persona de esas tiene algún vínculo se me escapa. Todos son iguales para nosotros. Se supone que todos son campesinos que reclaman derechos, no tengo la actitud de sospechar. 

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