Colombia


Tras el cautiverio, el reto es la readaptación familiar

COLPRENSA

02 de abril de 2012 06:22 PM

Además de superar los traumas físicos que les dejó un cautiverio prolongado, los 10 militares y policías liberados por las Farc deberán iniciar un proceso de readaptación a su entorno familiar, donde se encontrarán con nuevos rostros, con personas que han cambiado al igual que ellos, y con seres queridos que no vivieron para celebrar su regreso a casa. 
El intendente de la Policía Carlos José Duarte es uno de los liberados que al llegar a casa se encontrará con algunas sorpresas. La hija que dejó y que jugaba a las muñecas es hoy toda una mujer, y la madre de Ana María, la primer nieta del intendente. En casa también lo espera su hijo, Carlos Andrés, que tenía tan solo nueve meses cuando las Farc atacaron la estación de policía de Puerto Rico, Meta, donde Duarte fue plagiado hace 12 años. 
Otros como el sargento viceprimero Luis Alfonso Beltrán no tendrá la oportunidad de encontrarse con 13 miembros de su familia, que murieron en los 14 años que duró su cautiverio, incluida su abuela materna. Al igual que el sargento viceprimero Luis Arturo Arcía que no encontrará en casa a tres de sus hermanos ni a su madre adoptiva quienes murieron mientras lo esperaban.
Evidentemente durante el tiempo que dura el cautiverio no solo cambia el secuestrado, también su familia. Por eso, psicólogos expertos en la superación del secuestro como la doctora Carmen Elvira Nadia, recomiendan hacer un diagnóstico individual sobre el efecto postraumático para después hacer una intervención familiar. 
Los primeros que requieren un apoyo especial son los niños y adolescentes que de un momento a otro conocen a un padre con el que nunca habían tenido contacto o del que tienen un recuerdo lejano. “Hay que redefinir todos los roles y la acomodación de toda la familia, se requiere un tiempo, para que el niño nuevamente desarrolle una relación de respeto, de autoridad”, explicó.
Según la experta el papel del terapeuta es ayudar a que la familia pueda integrarse nuevamente con un nuevo sistema y no pretender retomar el anterior, es decir, se deben asumir los cambios, hacer el duelo de las personas que no están y empezar un nuevo ciclo.
Es normal que los ex secuestrados experimenten desorientación, angustia, molestias e incluso pesadillas, que deben ir desapareciendo con el tiempo. Sin embargo, la intervención de un psicólogo es indispensable si la readaptación familiar no funciona como se esperaba. Por ejemplo, si se presentan conflictos entre la pareja,  o cuando los niños comienzan a denotar malestar o bajo rendimiento escolar ante los cambios que atraviesa su familia.   
Aunque para muchos lo más difícil será intentar recuperar el tiempo perdido sin su familia, la psicóloga sostiene que ese lapso en cautiverio se debe intentar de asimilar como un tiempo en el cual tanto el secuestrado como la familia tuvieron experiencias que les sirvieron para redefinirse de alguna manera. 
Según Nadia es preferible que en un inicio las personas que salen de un cautiverio prolongado sean atendidas solo por personal experto y por sus familiares, sin ser expuestos a los medios de comunicación. Sin embargo, no descarta que para algunos hablar ante cámaras y periodistas pueda ser una forma de catarsis.
Lo mismo sucede con las conversaciones alusivas frente al tema del cautiverio. Es preferible evitar pedir recuentos de los hechos si la persona que vivió esta experiencia no lo desea. La experta recomienda que se haga en la medida que el ex secuestrado lo requiera como un modo de recuperar las memorias y darle algún sentido a las experiencias vividas.

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