Ingrid Betancourt, secuestrada por la guerrilla comunista Farc el 23 de febrero de 2002 cuando hacía campaña para conquistar la presidencia de Colombia, ha dejado atrás tanto la política como su país.
Betancourt, que hacía campaña presidencial por el partido ecologista Oxígeno Verde, fue plagiada cuatro días después de que fracasaron los últimos diálogos de paz entre las Farc y el gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana en la misma zona que se mantuvo desmilitarizada para permitir ese proceso.
El 22 de julio de 2008 fue rescatada en un operativo militar que también llevó a la libertad a tres estadounidenses y a once policías y militares colombianos.
Casi cuatro años más tarde, Ingrid Betancourt se encuentra totalmente alejada de la política, de su país y de Juan Carlos Lecompte, quien fue su segundo marido y del que se divorció sin prácticamente volver a verle.
Apenas liberada, Betancourt viajó a París con su madre Yolanda Pulecio y sus hijos Melanie y Lorenzo, nacidos de su primer matrimonio con el diplomático francés Fabrice Deloye.
Comenzó entonces para ella una maratón de homenajes. El presidente Nicolas Sarkozy la recibió en el aeropuerto militar de Villacoublay, donde le dijo “Toda Francia está feliz. Toda Francia admira su dignidad”. Descolgó ella misma el afiche gigante con su foto que desde 2004 colgaba en la municipalidad de París, y pocos días después le fue concedida la Legión de Honor.
Visitó al Papa Benedicto XVI, recibió el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, y la entonces presidenta chilena Michelle Bachelet la postuló al Premio Nobel de la Paz, que finalmente ganó el finlandés Martti Ahtisaari.
En diciembre de 2008 creó la Fundación Ingrid Betancourt, de defensa de los derechos humanos, pero volvió a Colombia en muy pocas ocasiones.
Una de ellas fue para viajar de regreso a Francia con el guerrillero Wilson Bueno, alias Isaza, que había ayudado a escapar del cautiverio al ex congresista Oscar Lizcano. Otra fue en julio de 2010, para participar en una ceremonia de conmemoración del operativo de su rescate.
Su demanda hecha por esos días al Estado colombiano de una indemnización de 15.000 millones de pesos por su secuestro desató una agria polémica en su país, donde se le tachó de ingrata. Ingrid Betancourt retiró el reclamo y desde entonces no ha regresado a Colombia.
“La gente en Colombia tiene el corzón duro”, explicó recientemente.
Para conjurar los recuerdos del secuestro escribió el libro “No hay silencio que no termine”, que salió a la venta a fines de 2010, y desde entonces se ha mantenido alejada de la vida pública.
Actualmente estudia teología y griego antiguo en la Universidad de Oxford y, aunque divorciada, rechaza referirse a su vida sentimental.
Colombia
Tras su liberación, Ingrid Betancourt dejó atrás Colombia y la vida política
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