Eduardo Vargas pone su sello y lleva a Chile a la final

Carlos Caballero
SANTIAGO DE CHILE
30 de Junio de 2015 12:00 am

Ambiente ganador, tribunas en un 98 por ciento rojo, identificando los colores del local, un canto colectivo a todo pulmón y banderas que se hondeaban sin cansancio en señal de apoyo. El plato estaba servido para que Chile venciera a Perú y avanzara a la final de la Copa América que se celebra en este país.

El estadio Nacional de Santiago nunca estuvo en silencio, los hinchas desde antes de rodar el balón comenzaron la fiesta, esa misma que esperaban al término de los 90 minutos tuviera un final feliz y les entregara el tiquete a la finalísima.

Eduardo Vargas, muy temprano, a los dos minutos, inquietó luego de una jugada colectiva del local, pero su remate pegó en la pierna de un peruano y el balón se fue al tiro de esquina. Eso motivó más a la hinchada de Chile, que se volvió como loca, elevó sus ánimos, le subió el volumen a sus gritos, el ruido era total en el recinto.

Pero a los 10 minutos, un cabezazo de Jefferson Farfán, tras centro de Paolo Guerrero, se estrelló en el vertical derecho del arquero Omar Bravo y el pánico se apoderó de las tribunas. Los incas mandaron así un mensaje temerario a los locales. El cupo a la final sería arduamente disputado.

Doble línea de cuatro, con dos delanteros definidos, apostándole a la agresividad en marca y salida rápido de defensa a ataque. Carlos Lobatón a los 19 minutos lo intentó desde afuera con tremendo zapatazo, pero Bravo envió el balón al tiro de esquina.

Chile se asustaba, Perú no sería un rival fácil. Sin embargo, sobre los 23 minutos, el defensa centro Carlos Zambrano fue con fuerza desmedida a la marca de Charles Aránguiz y el venezolano José Argote, central del compromiso, consideró que era tarjeta roja. Entonces, los incas se quedarían con uno menos, lo que cambiaría el estilo de juego de los pupilos del técnico Ricardo Gareca, quien sacrificaría a un jugador del medio, Cristian Cuevas, para darle paso a Cristian Ramos como central. Farfán se retrasaría para meterse en la línea de cuatro y Guerrero quedaría como único punta definido.

Como era de esperarse, Chile se iría con todo al arco de Pedro Gallese, con un jugador más tenía que aprovechar cada minuto en la cancha para buscar la primera anotación. Alentado por su público, que se hacía sentir hasta más no poder, La Roja comenzó a construir el triunfo.

A los 43 festejaría el local luego de que un remate de Alexis Sánchez, que devolvería el vertical, fuera aprovechado por Vargas, quien con Gallese en el suelo, abrió el marcador con pierna derecha. En las gradas, los rojos se abrazaron entre sí, la emoción fue grandísima, pues se daba un paso importante a la finalísima. Así terminó el primer tiempo.

En el complemento, Perú salió a arriesgar, sabía que le tocaba así, nadando contra la corriente, con el marcador en contra y un hombre menos.

A los 60 sacó provecho luego de una llegada de costado, centro de Luis Advincula y defectuoso rechazo de Gary Medel. Sí. Con un autogol, pero justo por lo que hacía en la cancha, Perú llegó a la paridad.

Lo que no estaba en los planes de los peruanos era que Vargas, a los 63, se inventaría una joya de gol, con remate desde fuera del área y balón con curva en el aire para el 2-1 y el segundo en su cuenta personal. Golazo, tal vez el mejor de la Copa.

Y esto le bastó a Chile para irse a la final. Perú hizo lo que pudo, le metió alma y corazón, en una demostración de pundonor, pero no le alcanzaría para más.

La fiesta fue de los chilenos, esos que bailaron adentro y afuera del estadio Nacional. Se han gozado la Copa desde el principio y ahora están a un paso de ganársela.