Cultural


Abren exposición en la biblioteca del Pie de La Popa: ‘Los colores de mi barrio’

A las 5 de esta tarde, en el Centro Cultural del Pie de La Popa, se abre la exposición ‘Los colores de mi barrio’, organizada por el IPCC.

GUSTAVO TATIS GUERRA

15 de agosto de 2019 12:00 AM

Los colores del barrio son algo más que un arco iris que se derrama en un lienzo de lona cruda. Es una colectiva de arte que ha surgido en Cartagena con artistas de Torices, El Espinal, Lo Amador, Daniel Lemaitre, Marbella, Getsemaní, Pie de La Popa, para citar algunos barrios, promovida por el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC) y el Consejo de Artes Plásticas de Cartagena. Participan 25 artistas locales. Se abre bajo la luz dorada de las 5 de esta tarde en la Biblioteca del Pie de La Popa.

“‘Los colores de mi barrio’ son las pequeñas ventanas que abren los artistas para mostrarnos el sabor estético de sus logros técnicos o conceptuales, donde la decantación manifiesta de los talentos, sensibles, se esmera en hallar espacios que resignifiquen sus espacios”, dice el artista José Anillo, quien participa con pinturas en gran formato, en las que aparece una muchacha de San Basilio de Palenque enfrentada al nuevo embrujo de las tecnologías y escucha en su pequeña pantalla de perplejidades los últimos pájaros del invierno que cruzan por el cielo de su aldea, mientras a su alrededor otra amiga suya pregona la papaya, la patilla, la piña y el melón en una palangana donde se acopla el cielo con sus nubes de plata y sus alcatraces.

Junto a José Anillo, están muchos artistas que empiezo a conocer y otros con veterano peregrinaje de exploradores de horizontes aún no adivinados, como Carlos Gómez, que logra descifrar universos humanos de Occidente y Oriente y con sus criaturas nos lleva a reinos de esplendor natural y territorios donde la compasión y la inocencia abre puertas hacia la conciencia y la interiorización espiritual.

Veo también propuestas primitivistas o arte naif, esa vocación estética que es una manera de percibir una aldea y dejarla habitando en un lienzo. Pinturas de pájaros que aletean entre flores, peces que alumbran en la oscuridad de los mares, paisajes de parques sentados en bancas bajo los resplandores del ocaso, niños asomados en la soledad de los alumbres de púas, tal vez una metáfora de los inmigrantes y una imagen de la crisis migratoria, que es a su vez una crisis humanitaria y una decadencia del ser humano que reacciona con más pobreza ante la pobreza. En fin, ‘Los colores de mi barrio’ es algo más que una colectiva de arte cartagenero forjada en las soledades barriales. Es la confirmación de una suma de talentos como arroz partido al pie del agua en una ciudad que inventa razones para seguir soñando, viviendo y pintando. El arte es siempre la apuesta por lo imposible. El arco iris desciende ahora a las manos de sus artistas.

Barrio pintado
Pintar en el barrio es dejar que el sol se meta por la ventana y deje una señal en un lienzo que aún no ha sido tensado. Pintar es siempre una provocación, una fiesta de los sentidos, una manera de estar y vivir en este mundo. La experiencia pudo haber empezado cuando el papá inventó el arte de atrapar el arco iris con un espejito pequeño persiguiendo la luz del sol, cerca a una ponchera de peltre llena de agua, y logró que los colores invadieran primero la casa y luego, más allá de la ventana, los pretiles, el frente de la casa y más allá, la frondosa soledad del barrio. Pintar es una fiesta que embadurna los diez dedos y luego, se mete en el alma como pájaro sin jaula.

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