Cultural


Antonio Caballero nos hará falta sin remedio

Falleció el gran periodista, columnista y caricaturista bogotano Antonio Caballero Holguín, conciencia crítica del país y sus contemporáneos.

GUSTAVO TATIS GUERRA

11 de septiembre de 2021 12:14 PM

Antonio Caballero Holguín, uno de los más grandes y agudos columnistas de opinión del país y caricaturista singular, acaba de partir a sus 76 años. Desde muy niños leímos las novelas de su padre, Eduardo Caballero Calderón, cuyas portadas las hacía él con un trazo que retrataba seres y realidades humanas y sociales. (Lea: Falleció el escritor y periodista colombiano Antonio Caballero)

El rasgo común de esa estirpe de creadores, integrada por su padre, su tío Lucas Caballero ‘Klim’ y su hermano pintor Luis Caballero, era el extraordinario sentido crítico del mundo y de la historia que a cada uno le había tocado vivir. Antonio fue desde niño un ser irreverente, siempre llevó la contraria con argumentos contundentes y profundos, dotado de una gran sensibilidad y erudición.

Antonio escribió una de las mejores novelas urbanas de Colombia: ‘Sin remedio’ (1984), que retrata la juventud y a la sociedad bogotana de los años 70.

En aquellas más de quinientas páginas forjadas con esplendor barroco, con fino y mordaz humor, Caballero encantó con su prosa al genio de ‘Cien años de soledad’.

UN ERUDITO ENCANTADO

Su fascinación era la historia, la política, la literatura, el periodismo, experto en tauromaquia y analista de la historia contemporánea.

Fue sin duda una de las conciencias políticas de Colombia, mente brillante que desnudaba las verdades de la derecha y la izquierda colombiana, y no tenía pelos en la lengua a la hora de decir lo que pensaba sobre los acontecimientos de la vida nacional. Con el mismo criterio analizaba la historia, los aciertos y las perversidades de la política y de los políticos, sin medias tintas, sin rabos de paja, sin intentar complacer a nadie. En una sociedad donde prima el parecer al ser, Caballero era un ejemplo integral de caballero ético y legítimo guardián de sus propias convicciones. Las verdades expresadas o descritas por él, tenían la contundencia de una flecha lanzada al blanco con un arco que se ha tensado de tanto pensarse a sí mismo. (Lea aquí: El extenso legado que dejó Antonio Caballero)

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