“Tun, tun, tun”: tocó la puerta el pequeño Weiler, de 3 añitos, en la casa del microempresario Rubén Alex Moré, a las 11:30 de la mañana, en el corregimiento de La Boquilla. Allí lo esperaban para comerse una rebanada de pizza, de las 50 que este cocinero había dividido para darle a él y al resto de niños de su comunidad. Aunque la cita era a las 12:30 del mediodía, los menores se anticiparon para no perderse esa pequeña celebración, ayer 25 de diciembre, día del nacimiento del Niño Dios. (Le puede interesar: Playa Blanca está habilitada para abrir desde el 25 de diciembre).
En el rostro de Weiler se dibujaban las ansias de deleitar ese manjar acompañado de un refrescante jugo, mientras esperaba sentado. Cuando Rubén Alex y su esposa Gabriela Victoria preparaban la pizza de jamón, queso y chorizo; que media más de un metro por 50 centímetros, una lágrima resbaló por la mejilla de Weiler porque su vecina que lo tenía cargado, la niña Aranza, lo corrigió con una pequeña palmada cuando hablaba con la boca llena.
Aunque fue un corto llanto de pechiche, y hasta de ternura; Rubén, Gabriela y los niños allí presentes la corrigieron con amor: “No le pegues, hay otras formas de llamarle la atención”, dijo Gabriela.
El regalo más grande que han recibido estos niños no fueron los juguetes que esta pareja de esposos les dio la noche del jueves 24, ni mucho menos el comerse la pizza más grande de La Boquilla. El mejor regalo ha sido la educación que les han brindado desde que inició la pandemia, cuando Rubén y Gabriela decidieron irse a vivir allá por cuestiones económicas.
“Son niños de bajos recursos, y a muchos de ellos les hace falta amor. Por las tardes les enseñamos a hablar inglés, a tener buenos modales, a cuidar y limpiar su comunidad, sus playas. Al principio se trataban mal, pero han cambiado esa mala costumbre con nuestras enseñanza”, contó Gabriela Victoria.
Detalles sobre la pizza
A mediados de diciembre, Rubén y Gabriela planificaron hacer una entrega de regalos a niños de La Boquilla. Aclararon que no son una fundación y que tampoco realizaron una campaña para que dieran donaciones de juguetes.
“Todo lo que les dimos a los niños salió de nuestros recursos y de algunos familiares que, voluntariamente, quisieron aportar con regalos. Se repartieron 50 juguetes la noche del 24 de diciembre y disfrutaron de una película animada aquí en la sala de mi casa”, dijo Rubén Alex.
Como los regalos no fueron suficiente para todos, Rubén decidió compensar al resto con una pizza, por eso se le ocurrió a él y a su esposa que a través de su nuevo negocio ‘More’s pizza’, harían la más grande del corregimiento para que alcanzara para todos. No hubo un comedor, pero sí se reunieron - todos portando el tapabocas- a las afueras del Museo de Pescadores, muy conocido en esa zona.
“Nosotros tenemos una agencia de turismo, pero como nuestros clientes son extranjeros internacionales con la pandemia no ha sido rentable seguir viviendo de esto, así que nos mudamos de Crespo a La Boquilla y nos reinventamos con un negocio de pizzas a domicilio”, explicó Rubén.
Más adelante, este ciudadano argumentó que todo lo que hace es por amor a estos niños que, más que vecinos, se han convertido en sus hijos adoptivos.
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