Cultural


El artista que esculpió a la India Catalina

GUSTAVO TATIS GUERRA

18 de enero de 2011 12:01 AM

Siempre le preguntaban por la India Catalina, una de sus grandes esculturas realizada en 1974. Pero él decía que más allá de su sombra, estaban Los Alcatraces, La Gaitana, sus caballos y toreros, sus arlequines y sus amantes. Nunca dejó de pintar y esculpir. Hasta hace poco, antes de padecer complicaciones respiratorias, el Maestro Eladio Gil (1929-2011), despertaba temprano a forjar sus criaturas en el lienzo y en el bronce. Se aproximaban dos celebraciones: su cumpleaños 82 y sus Bodas de Oro matrimoniales. Eladio Gil era una criatura sensible, dotada de ingenio, bondad e imaginación, un alma templada en el gozo supremo por la belleza, la nobleza de corazón y la gracia del espíritu. Vivió entre nosotros más de medio siglo y se enorgullecía al decir que era un cartagenero nacido en España. Aquí nacieron sus hijos: Eladio, Ana Raquel, María José, Gabriel y Rocío. Aquí forjó su obra. La ciudad lo declaró Hijo Adoptivo y fue sin ínfulas, una criatura de una grandeza humana conmovedora. Su casa de Manga es un museo viviente, un espléndido escenario artístico y familiar. Todos sus rincones evocan su alma: pinturas y esculturas suyas de caballos y guerreros, torsos y alas de ángeles en pleno vuelo, y óleos de gran belleza realizados por su esposa Fini y cerámicas y mosaicos de sus hijas Raquel y María José que fueron permeadas por el arte. Hace poco recibió en casa a la joven casi niña que sirvió de modelo para su India Catalina: Judith Arrieta, de San Juan Nepomuceno que trabajaba en su casa y terminó siendo parte de su familia. Judith, ahijada de su maestro y ahora convertida en una madre de familia residente en el exterior, percibe a Eladio y Fini, como a unas criaturas excepcionales, hadas madrinas que se le aparecieron en el camino de su existencia y la acogieron como a una hija. La india Catalina fue la suma de varias mujeres, y Judith aportó el esplendor de su belleza indígena y la turgencia de sus senos. Ahora eso es parte de una historia que se convirtió en símbolo tangible de Cartagena. Una vez me confesó que tanto la India Catalina y Los Alcatraces habían sido prácticamente esculturas donadas a la ciudad, porque él sólo quería erigirlas sin ninguna retribución económica. Siempre estuvo pendiente del mantenimiento de sus obras. En otra entrevista me dijo que quería donarle a la ciudad una tercera escultura, de una pareja de amantes para instaurarla al final de la calle San Juan de Dios, frente a la Avenida Santander. Recordaba al llegar a Cartagena, las figuras de Adolfo Mejía y Cecilia Porras. Fue forjador de varias generaciones de pintores y escultores como profesor en la Escuela de Bellas Artes de Cartagena, durante tres décadas. Su obra pictórica y escultórica abordó la figura humana en diversas perspectivas: en ella confluían los músicos, los arlequines, los toreros, los jinetes, los amantes. Su obra artística tendió puentes culturales y emociones entre España y Cartagena. La gracia de su espíritu y de su obra perdurarán para siempre. Y nos acompañarán como una música en el viento.

Tributo al artista

El sector cultural de Cartagena está en duelo por la partida del artista. Desde las 8 de la mañana de hoy, el cuerpo del pintor y escultor permanecerá en cámara ardiente en el Salón Pierre Daguet. Diversos honores le tributa la Alcaldía Mayor de Cartagena y el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena IPCC, y las directivas de Bellas Artes.
Mañana serán las honras fúnebres. Aún en vida, Eladio Gil manifestó que quería que su cuerpo estuviese en Bellas Artes para que sus allegados tuvieran la oportunidad de despedirlo.
La Alcaldía Mayor de Cartagena expedirá un decreto de homenaje póstumo para exaltar la vida y obra del maestro.
Ana Raquel Gil Piñeres, hija del fallecido escultor, agradece a nombre de todos sus familiares los mensajes de condolencia recibidos de artistas de todo el país, y manifestó que tiene en su poder 3 obras concebidas por su padre con la intención de ser donadas a Cartagena, ciudad que escogió para vivir y que hoy lo ve partir.
Eladio Gil Zambrana (7 de abril de 1929 – de enero de 2011), nació en España pero residía en Cartagena desde 1961, año en que se vinculó a la Escuela de Bellas Artes de Cartagena, como maestro e impulsador de varias generaciones de pintores y escultores.

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