Cultural


“La escritura es irremediablemente política”

ANDRÉS PINZÓN SINUCO

28 de enero de 2013 12:01 AM

Aunque como tema literario la política es sumamente “espinosa”, se llegó a la conclusión de que nadie puede vivir al margen de ella.  Así se expresaron los escritores Álvaro Enrigue (México), Arturo Fontaine (Chile) y Juan Gabriel Vásquez (Colombia) en la conversación de ayer sobre este tópico del Hay Festival.
De acuerdo con el colombiano, las novelas exploran la falta de respuestas de la vida, y en cambio la política no permite ambigüedades, ni tonalidades grises. A su juicio lo interesante radica en la vida íntima de esa vida política.
“Aunque siempre he sido reticente, he tratado de abordar el lado más íntimo”, explicó. Vásquez además advirtió que la relación entre literatura y política “es como un tiro en medio de un concierto”.
Durante el conversatorio, moderado por el también escritor Óscar Collazos, el chileno Fontaine sostuvo que cuando “la política arranca de una vida privada es que conmueve”, siendo – desde su perspectiva- las novelas de Kafka sumamente peligrosas para los regímenes.
“Me parece que es una vida terriblemente frustrante la del político que quiere cambiar en algo las cosas y se da cuenta de que no puede. Por su parte, las personas siempre quieren que en algo cambie su vida”, aseguró el chileno en la charla desarrollada en el Salón del Rey del Centro de Cooperación Española.
Acto seguido, Óscar Collazos trajo a colación una declaración del escritor colombiano Juan Manuel Roca, quien afirma que si Kafka hubiera nacido en Colombia hubiera escrito realismo.
Para el mexicano Álvaro Enrigue la escritura es “irremediablemente política” porque supone una postura, y en su caso, una novela que escribió desde la nostalgia por su país terminó siendo políticamente preventiva.
De acuerdo con él, “los políticos son más sofisticados que la política, mientras los escritores son menos sofisticados que la literatura”.
Al final, también quedó claro que el quehacer político se convierte en uno de los narradores de la vida, y que corresponde preguntarse “¿A quién le vamos a dar el derecho de cóntar nuestra historia?”, si se tiene en cuenta que lo que se conoce como “literatura comprometida” es, a juicio de Fontaine, de mala calidad.
Los tres autores enaltecieron a los políticos valientes que se atreven a traicionar el mundo de la política y muestran coraje para hablar de temas incómodos como la legalización de las drogas.

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