Cultural


Leandro Díaz fue despedido entre música de acordeones

COLPRENSA

23 de junio de 2013 08:51 PM

En Valledupar el domingo tenía un sentido distinto. La ciudad despedía a uno de los más grandes juglares de la música vallenata: Leandro Díaz.
El sol resplandeció muy temprano en la mañana y los familiares del maestro madrugaron para encontrase de nuevo en la funeraria con el cuerpo sin vida de aquel que les dejó un gran legado.
Contrario a lo que se esperaba, no más de 50 personas acompañaron el cuerpo de Leandro Díaz a realizar su último recorrido desde el punto funesto hacia la Plaza ‘Alfonso López’, donde se le daría una última despedida.
En la Iglesia La Concepción, el alcalde de la ciudad, Fredys Socarras Reales, todo el equipo protocolario y familiares, que se adelantaron a su llegada, fueron quienes lo recibieron.
“Mas allá del sol, más allá del sol, yo tengo un hogar, hogar bello hogar, más allá del sol”
El mediodía transcurrió con tranquilidad, pero llegada la tarde personalidades del folclor, dirigentes políticos, autoridades eclesiásticas y muchos curiosos llegaron hasta el féretro donde reposaba Leandro, para despedirse.
“Cuando Matilde camina, hasta sonríe la sábana…;”
MATILDE DESPIDIÓ A LEANDRO
Una de las visitas que tal vez esperaba Leandro era la de esa mujer de la cual describió su caminar, pero en esta ocasión Matilde Lina se dirigía hacia él a paso lento, para decirle al hombre que la inmortalizó en una canción.
“Le dije que pronto nos veríamos, que no faltaba mucho para que nos encontráramos allá en el cielo. Le canté y por un momento me olvidé de que Leandro estaba muerto…; sentí que era él el que me cantaba al oído”, dijo la mujer que inspiró al compositor de los ojos bellos del alma.
Sus sentimientos eran encontrados. La tristeza y la felicidad, iban de la mano para Matilde y lo explicó de esta manera.
“Estoy triste porque Leandro se fue, pero feliz porque me quedó su recuerdo a través de esa canción”, sostuvo.
Una petición especial a todos los que la rodearon fue que así como a Leandro la despidieran con música.
“Si Leandro me inmortalizó con una canción que le ha dado la vuelta al mundo, quiero que cuando yo muera también me canten y que me canten Matilde Lina”, pidió la musa inspiradora del juglar.
EL ADIÓS LLEGÓ
El inclemente sol y el calor de la tarde retrasaron una hora los actos protocolarios, sin embargo el momento de despedir al ‘Homero del vallenato’ llegó.
El grupo de sacerdotes que acompañó al obispo Oscar José Vélez Isaza fue encargado de encabezar la corte que guío el cuerpo hasta la tarima ‘Francisco El Hombre’.
De repente se escuchó la voz de Leandro contando su historia de vida, mientras iniciaba la eucaristía. Todo quedó en silencio. Atentos escucharon la grabación.
Luego de los actos religiosos en el que Monseñor exaltó importancia que tuvo Leandro Díaz, no sólo como juglar, sino como ejemplo de vida, como una persona que superó la adversidad, en su limitación se hizo grande y le mostró lo que los demás no podían ver.
“Leandro Díaz supo ver lo esencial de la vida, del amor y por eso pudo dejarlo todo en sus canciones. Ahora está viendo la gloria de Dios. Su muerte le ha permitido unirse a la gloria de Cristo”, fueron las palabras de monseñor Oscar José Vélez Isaza.
SONARON LOS ACORDEONES
Como era de esperarse, Leandro Díaz tenía que ser despedido con música. Los Niños del Vallenato del ‘Turco’ Gil fueron quienes hicieron el primer homenaje musical.
Juan David Atencia, un niño ciego que hace parte de esta agrupación, interpretó la canción ‘Ciegos nosotros’ de Adrián Villamizar, que fue escrita y dedicada al fallecido Leandro.
Los Niños del Vallenato de la Escuela ‘Rafael Escalona’ interpretaron la legendaria ‘Matilde Lina’, junto a la protagonista de la canción, quien fue subida a la tarima.
‘Pipe’ Villabona, ‘Chemita’ Ramos, Almes y Hugo Carlos Granados fueron los acordeoneros que tocaron las notas de las canciones.
Haciendo un gran esfuerzo Ivo Díaz junto a Carlos Vives, cantaron ‘La diosa coronada’. Los pañuelos blancos se movían al ritmo de las canciones.
Iván Ovalle, Elkin Uribe, Paki Cotes y familiares del desaparecido Leandro, entre ellos Endry Díaz, su fiel lazarillo, continuaron coreando las canciones del juglar.
EN EL SEPULCRO
A las seis de la tarde partió el cuerpo de Leandro Díaz hacia su última morada. Un mar de gente lo acompañó y otro centenar ya lo esperaba en el cementerio.
Al Cementerio Central de Valledupar su hijo Ivó entró cantando a capela la legendaria canción ‘Matilde Lina’. Con la voz entrecortada hacía un esfuerzo por cumplir con la petición de su padre de despedirlo con música.
Luego de la bendición del padre Jesús Torres fue sellada la bóveda donde ahora reposa el cuerpo de Leandro Díaz.
NO DEJÓ DE LLORAR
Un hombre que en su apariencia física demostraba que no es de esta tierra, fue el personaje que llamó la atención de quienes asistieron al funeral del juglar.
André Oystein Schjetne, de Noruega, no dejó de llorar ante el ataúd. La relación de este personaje con el maestro Leandro pasó de ser cultural a ser personal, cuando consolidaron una entrañable amistad.
“Hace 15 años alguien me regaló la compilación de ‘Cien años de vallenato’ y escuchando eso me di cuenta que las canciones que más me gustaban eran de un tal Leandro Díaz y empecé a buscar quién era ese compositor y me hice admirador de él. Fuimos a una gira por Escandinava y nos hicimos amigos. Es para mi no solo uno de los personajes más importantes de la cultura colombiana, sino que era un gran hombre, con una historia de vida maravillosa un gran amigo”, dijo entre lágrimas André.

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