Hay una luz contenida y desatada en estos rostros de artistas de barriadas de Cartagena que exhiben su obra en la sala del Centro de Formación de la Cooperación Española, en la convocatoria de EnRedArte, iniciativa que “busca fomentar el trabajo artístico en cuatro disciplinas: pintura, escultura, dibujo y fotografía”.
Es un homenaje a la resiliencia, al ser positivo y solidario ante la pandemia y sus consecuencias sanitarias, económicas, sociales o culturales. Son veinte obras en las distintas modalidades.
En dibujo están las obras de Raúl Ballesteros, Iván Durango, Daniela Sarabia, Carlos de la Rosa y Mariam Álvarez. En pintura: Jharol Bolaño García, Lewis J. Arango, Mateo Sepúlveda, Erika Suescún y Caterine González. En escultura: Maira Bertel, Liliana Espinosa, Alejandro Ortiz y Fernando García. En fotografía: José Sierra, Rafael Bossio, Marco A. Barboza, Elsy Arango y Yosimar Zúñiga. (Vea aquí: [Fotos] Cooperación Española reabre con una exposición artística)
En este conjunto de estos diecinueve jóvenes creadores cartageneros, descubro tendencias que se aferran a memorias colectivas, experiencias cotidianas, ambientalistas, propuestas individuales que exaltan el cuerpo, la naturaleza, el paisaje, el entorno social y cultural de Cartagena.
Obra de la serie Anónimos, de Jharol Bolaño.
En su serie Anónimos, el artista Jharol Bolaño García capta las pisadas, las huellas en el barro de sus vecinos, la mayoría afrodescendientes nacidos en los barrios cercanos a la ciénaga de la Virgen, trabajadores informales, comerciantes del mercado de Bazurto. Es un homenaje que parte de fotografías impreso sobre papel reciclado, y evoca vivencias de sus vecinos en el barrio Fredonia y la zona suroriental de los años sesenta, cuando esos mismos protagonistas en medio de los senderos del pantano, la maleza y la ciénaga, erigieron las calles para vivir. Hoy, en medio de la pandemia, muchos de ellos sobreviven de la pesca y el comercio.
En su instalación Utopías de la casa y Árbol de la vida, la artista Liliana Espinosa crea un ambiente natural con hojarascas de uvitas de playa, hojas de almendro y mango, y una empalizada o pérgola con palitroques, bejucos, enredaderas. Ese paisaje la remite a Lorica, tierra de su madre, Ruth Vega. La artista recupera elementos encontrados en el entorno, como troncos que devuelve el mar a la playa, bejucos y cogollos, entre otros, para reafirmar la vida sostenible de la naturaleza y las costumbres ancestrales.
Obra de la serie ‘Ciudad parapeto’, de Raúl Ballesteros.
En su obra Gota mágica, Raúl Ballesteros intenta crear la metáfora de un elemento común en todas las casas para reparar o restaurar lo quebrado, y dibujar una obra que refleja el amor y la resiliencia. Es egresado de Unibac, en donde tuvo como maestros a Pedro Herazo y a Luis Durier. En su obra Ciudad parapeto, nos retrata la arquitectura improvisada y ecléctica de ciertas barriadas marginadas, que tienen diseños de edificios que son en verdad tugurios verticales. La arquitectura, en este caso, es también un reflejo de la pobreza que habita en esas construcciones emparapetadas.
Obra ‘La piedra sustituta’, de José Sierra.
El artista José Sierra presenta en su fotografía en gran formato La piedra sustituta, su propia imagen de su cuerpo desnudo aferrado como un ángel sufriente a la piel rocosa de la piedra. Es, según este artista egresado de Unibac, un retorno al origen natural. Un día descubrió en el barrio El Socorro esa enorme piedra amarillenta y se enamoró de ella. Le pidió a un carretillero que se la llevara a su casa del barrio Chipre y allí empezó a jugar y a dialogar con el misterio de la piedra. Él mismo se hizo su fotografía, su video y creó su performance. La imagen tiene 140 x 90 cm. Su mano aletea como una medusa, como un caracol, saliendo de la piedra.
La selección artística
La exposición artística integra cinco dibujos, cinco pinturas, cinco fotografías y cuatro esculturas. La selección de las obras escultóricas estuvo a cargo de la escultora Rossana Lombana; la fotográfica, de la artista Lisete Urquijo; la de dibujo y pintura, a cargo del artista Rafael Dussán. Las diecinueve obras se exhiben en la sala de la Cooperación Española. Son jóvenes artistas salidos de las barriadas que han tenido la oportunidad de formarse y confrontarse en una universidad.
Más allá del miedo y la soledad
Las obras de arte creadas en las soledades de los estudios y las habitaciones, en patios y terrazas, han cobrado una nueva dimensión bajo esta pandemia. Pero estas obras han salido de la soledad para encontrarse con el público, más allá de lo virtual, con las prevenciones sanitarias a las que estamos obligados todos los habitantes bajo la pandemia. La exposición se abrió despertando el interés de nuevos lenguajes y nuevas exploraciones estéticas, y a ella han acudido de manera presencial, pequeños y reducidos grupos en asistencia gradual que al sumarse integran una multitud de espectadores.
Los artistas de esta colectiva de EnRedArte: su nombre despierta varios significados: el arte en red, o el arte atrapado o enhebrado, cuyos hilos se trenzan para una nueva dimensión humana: la posibilidad de salir del ostracismo, la soledad, enfrentando el miedo y el aislamiento, y traduciéndolo en experiencia colectiva, en interpretación del entorno natural y social, y en experiencia humana solidaria.
Epílogo
A todos les pregunto cómo sobrellevan esta pandemia. Todos coinciden que el arte no es solo catarsis, fuga y evasión, sino reencuentro con las verdades del ser humano. Para José Sierra, la pandemia es como otra piedra descomunal que le ha caído encima a la humanidad. Pero les tocó también a ellos vivir esta experiencia de nuestro tiempo con imaginación y resiliencia. No hay otra, resistir, dice sonriente José. Es lo que hacen los artistas. Y la sociedad en general: resistir sin dejar de soñar y crear.
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