La poeta colombiana María Mercedes Carranza, quien dirigía la Casa de Poesía Silva, en Bogotá, sumida en una profunda depresión, se suicidó el 11 de julio de 2003, hace quince años, luego de asistir a una cena con sus amigos.
Estaba atormentada por el secuestro de su hermano Ramiro- secuestrado en aquel año por las Farc, y luego, asesinado. Tenía 58 años al morir.
En los últimos años, María Mercedes Carranza, había padecido la violencia encarnizada del conflicto armado.
Su último libro fue El canto de las moscas, un clamor contra todas las formas de la violencia.
Anteriormente había publicado Vainas y otros poemas (1972), Tengo miedo (1983), Hola, soledad (1987), De amor y desamor y otros poemas (1985).
En su lecho de muerte, había un poema de su padre que decía: “Todo cae, se esfuma, se despide, y yo mismo me estoy diciendo adiós”.
María Mercedes estaba muy ligada a Cartagena, en donde apoyó talleres de poesía dirigidos por Raúl Gómez Jattin.
Era amiga personal de Alejandro Obregón. Aquí realizó La poesía tiene la palabra.
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