Cultural


Nemesio Daza y su casa colonial para perros

Nemesio Daza es la viva estampa de que siempre podemos y debemos querer reinventarnos y salir adelante, no importa ni la edad, ni los obstáculos de la vida.

Nemesio Daza Julio es un getsemanicense de corazón. Tenía 60 años la primera vez que me lo encontré en las calles del barrio, sentado en uno de los andenes, “echando” los cuentos de su vida y de cómo, trabajando para una funeraria, quedó ciego, por “tanta exposición al formol”, narró. Recuerdo que llevaba unas gafas negras que se bajó para enseñarme sus ojos grisáceos para demostrarme que su ceguera era real y que no veía nada, aunque en ocasiones me daba la impresión de que sí. (También le puede interesar: El carpintero que arreglaba muertos)

Lo que más me sorprendió al conocerlo fue el hecho de saber que, a pesar de no ver los colores de la vida, seguía trabajando en un oficio que aprendió en su juventud y del que todavía ahora no se desprende:_la carpintería. Con ayuda juiciosa de amigos, colegas y familiares, siguió ocasionalmente construyendo y tallando la madera, o por lo menos bien lo intentaba. Es algo en lo que, tres años después, ha continuado, también con la colaboración de personas cercanas pero al tiempo con su empeño y la creatividad que siempre lo acompaña.

“Como sabía la carpintería, fui avanzando en eso. Mira, esa ventana que está ahí la hice yo, así ciego, aunque mucha gente, como soy ciego, no confía en mí. Mi hermano David Daza me ayudó bastante. Y un señor que se llama Carlos Mario me regaló unas herramientas”, relató en aquella oportunidad en que lo conocí.

Hoy continúa haciendo lo mismo, pero se ha ideado la propuesta de imprimir el estilo colonial a casas para perros, como la que se observa en la foto. Su idea surge de su amor genuino por el Centro Histórico de Cartagena, sus conocimientos de aquellas casonas en las que alguna vez habitó y también por su gusto por las mascotas. Es una idea que trabaja en perfeccionar y a la que le gustaría materializar mucho más, por lo que ha pedido ayuda de otras personas, menciona. Nemesio sigue andando por las calles de Getsemaní, con un paso firme y tanteando el terreno con su bastón, donde lo volví a encontrar casualmente en la poscuarentena, y me contó sobre la idea de las casas coloniales para perros. Es la viva estampa de que siempre, siempre, podemos y debemos querer reinventarnos y salir adelante, no importa ni la edad, ni los obstáculos de la vida. Y es una prueba fehaciente de que, el que persevera, sin lugar a dudas, alcanza. ¿Te gustaría recibir en tu celular las noticias más importantes del día? Da clic aquí y escríbenos a Whatsapp.

Nemesio Daza junto a la casa colonial para perros que construyó. //Foto: Zenia Valdelamar

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