El lente de María Victoria Castellanos (Montería, 1953) ha recorrido el país, tras los rituales festivos y religiosos de las comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas.
El jueves 15 de marzo a las 6 de la tarde expone en el Museo de Arte Moderno de Cartagena, su serie Ritos anónimos, que sintetiza momentos de la Semana Santa de Mompox y Tolú.
Tiene años en esta laboriosa pesquisa de milagros en donde el país puede verse a sí mismo, en sus creencias y festejos. En cada Semana Santa ha descubierto escenas únicas e irrepetibles, pese a una tradición que trasciende más de tres siglos. En Mompox ha visto los nazarenos de todas las edades que recorren las calles de la ciudad, como si acabaran de crucificar a Jesús. Pero no solo eso. Las escenas captadas dejan entrever que más parece vivo el Jesús tallado en yeso, que los nazarenos arrodillados en la iglesia.
En Tolú, María Victoria Castellanos descubrió que las mujeres también participan del ritual de los nazarenos. Ella podría publicar un libro sobre su experiencia en las fiestas nacionales, los carnavales y la Semana Santa de Mompox, Tolú, Popayán y Ciénaga de Oro. Hace algunos años expuso en el Museo Histórico de Cartagena, con una serie sobre el Lumbalú.
Su amplio recorrido como investigadora la ha llevado a exponer y participar con sus imágenes en congresos sobre culturas ancestrales en el país.
La serie que expone en Cartagena logra transmitirnos la esencia de la Semana Santa en Mompox y Tolú, en fotografías en gran formato impresas sobre tela de lino.
Al exhibirlas, los instantes cobran una nueva dimensión con el viento. Las imágenes fijas tienen otra oportunidad estéticas de ser contempladas, en la atmósfera y en la luz misteriosa que tienen las ceremonias sagradas.
Todo vuelve a la plenitud dolorosa y sobrenatural del que aún crucificado parpadea en medio de la tempestad, con la sangre fresca del sacrificio que enluta a todo el que lo contempla.
Las imágenes de Castellanos nos confirman la vigilia del arte de captar atmósferas, silencios, gestos, ofrendas, como si la cámara también se metiera en el alma de los convidados.
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