Cultural


Santiago García, patriarca del teatro colombiano

Es y será siempre un referente del teatro de Colombia ante el mundo, muy a pesar de su reciente muerte.

GUSTAVO TATIS GUERRA

27 de marzo de 2020 09:36 AM

En los últimos días parecía un abuelo sonreído que se maravillaba viéndose a sí mismo, en algunas obras de teatro que él mismo forjó y dirigió, como uno de los padres del teatro colombiano en el siglo XX.

Santiago García es una referencia del teatro de Colombia ante el mundo, como actor, director teatral, dramaturgo, teórico y renovador del arte escénico en el país, falleció a sus 91 años.

Nació en Bogotá el 20 de diciembre del año 1928. Estudió arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia, en la escuela de Bellas Artes de París y en el Instituto Universitario de Venecia. Todo eso lo convirtió en materia prima de su arte. El diseño de escenarios, la atmósfera de la arquitectura humana y paisajística, el estudio de los silencios, los diálogos y las escenas. Se inició como actor a su regreso a Bogotá, con el director japonés Seki Sano, en 1956.

Obras suyas como ‘Guadalupe años sin cuenta’, que recrea la vida de Guadalupe Salcedo y el nacimiento de las guerrillas liberales en los Llanos Orientales, traicionado y asesinado luego de firmar un pacto de paz, es uno de los clásicos del teatro colombiano, referenciado en todo el continente. También se destacan los montajes sobre ‘Los diez días que estremecieron al mundo’, ‘El paso’, ‘Diálogo del rebusque’ y la adaptación de ‘El Quijote’. Sus textos son de lectura obligada para actores, dramaturgos y directores.

Su propuesta artística

Tenía una vocación insaciable por explorar el conocimiento artístico. Siempre estaba soñando con nuevos montajes y nuevas aventuras teatrales.

Santiago García cursó estudios de escenografía y dirección teatral en la Universidad de Carlos, en Praga (Checoslovaquia). Integró en 1958 el grupo fundador de El Búho, en el que llevó a escena el cuento clásico colombiano de Tomás Carrasquilla ‘A la diestra de Dios Padre’, versión del dramaturgo y director Enrique Buenaventura. En 1966 creó la Casa de la Cultura, antesala de lo que fuera el Teatro La Candelaria, bajo su dirección desde 1966 hasta el final de sus días.

A él le debemos la propuesta de la creación colectiva en el teatro colombiano. Para liderar ese proceso pedagógico y creativo, fueron básicos su enorme capacidad para dialogar y escuchar a los demás, motivar e incitar a la aventura de imaginar y crear personajes y situaciones. Y, sobre todo, la convicción de que el arte se nutre de experiencias individuales y colectivas.

Cada montaje suyo era la síntesis de ese laboratorio de exploraciones, sensaciones e ideas, como quien teje a diez manos, un enorme tapiz de recuerdos. Pero las historias que nutrieron sus obras estaban basadas en historias de la vida regional y nacional, los dramas humanos, sociales de la historia contemporánea, y la herencia de la cultura popular.

Premios

Su trayectoria le mereció el reconocimiento nacional e internacional: Premio Ollantay del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (Celcit); Premio Cultural Alba de las Letras y las Artes por la obra de toda la vida; y varios doctorados Honoris Causa de universidades nacionales e internacionales que subrayaron en su grandeza humana y artística. Dirigió cerca de medio centenar de obras teatro en el país y fue director invitado por los Ministerios de Cultura de México y Cuba (1980-1981), y de Nueva York y San José de Costa Rica en 1985. En 2012 el Instituto Internacional de Teatro (ITI) de la Unesco, lo declaró Embajador Mundial del Teatro, por su inmenso aporte a las artes escénicas del país y del mundo.

Epílogo

Lo vi en los lejanos años setenta en su peregrinaje por los pueblos de Colombia, presentándose con la obra ‘Guadalupe años sin cuenta’, en la Semana Cultural de Sahagún, y lo seguí viendo en Cartagena y en Bogotá.

Siempre un hombre jovial, de una inmensa calidez humana, un sentido del humor y una gracia singular.

Con su partida, se va un entrañable patriarca del teatro colombiano. Uno de sus más grandes visionarios. Y está de luto no solo el sector escénico de Colombia, sino todo el sector cultural del país que durante más de sesenta años siglo aprendió de las lecciones de este maestro y humanista.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS