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Falleció el exjugador del Cúcuta, Juan Carlos Toja

El futbolista uruguayo Juan Carlos  Toja  Pintos, que actuó para el Cúcuta Deportivo en la década del 50, murió en Bogotá a  los 85  años, debido a un enfisema pulmonar.
     Así lo reveló anoche Otto Yáñez, allegado a  la familia del exjugador.
    Le sobreviven su esposa Elena Mondragón de Toja, sus hijos Juan Carlos Jr., Raúl,   Adriana y Patricia.  
     Toja visitó Cúcuta, por última vez, en el 2005 y  en entrevista que le concedió a La   Opinión en esa oportunidad,  recordó aspectos de su vida y de su nieto Juan Carlos Toja   Vega, que hoy juega en el Aris Salónica de Grecia, de la primera división.
     Por aquel año, Juan Carlos Toja Vega (nieto) despuntaba para el fútbol y en ese  momento  jugaba en el Independiente Santa Fe y fue integrante de la selección Sub-20 de  Colombia  que dirigió Eduardo Lara y participó en el Mundial de Holanda 2005.
     Juan Carlos Toja Pintos nació el 26 de mayo de 1926, en Montevideo (Uruguay), y llegó  a  Colombia  en mayo de 1950 cuando tenía 23 años para enfundarse la camiseta del   Cúcuta Deportivo y quedarse para siempre en esta tierra de la que se enamoró.
     Con el once fronterizo jugó tres temporadas del 50 al 53. Después actuó para   Independiente Medellín y Atlético Nacional.
     Al equipo lo trajo Hernando Lara Hernández.
     En Colombia jugó 115 partidos, marcó 62 goles, pero alguna vez contó que pasaron de  80  las anotaciones.
     Contrajo matrimonio con la cucuteña Elena Mondragón Arroyave.
     Juan Carlos Toja se inició en la tercera división del Atlético Progreso, donde fue  goleador  en 1947. Luego militó en el Bellavista de la primera división, donde permaneció  un tiempo  para después llegar al fútbol colombiano.
     Al Cúcuta vino en compañía de los mundialistas Carlos Zunino, Julio Ulíses Terra,  Juan  José Tulic, Abraham González, Luis Alberto Miloc, Ramón Villaverde y Lauro  Rodríguez.
     El primer gol se lo anotó el Deportes Caldas, campeón en 1950. El arquero era Víctor   Kriscounas Vitatutas.
     Aunque se consideró un jugador lento, era técnico en el manejo del balón y hábil con  la  cabeza, lo que lo llevó ser uno de los goleadores destacados de la época.
     Tras su retiro del fútbol  se dedicó a negocios particulares y se trasladó a Bogotá  donde se  radicó, pero de vez en cuando viajaba a la capital nortesantandereana a visitar  a sus  familiares.

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