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Fiebre tricolor se pasea por la capital de Argentina

GERMÁN GÓMEZ POLO

07 de junio de 2013 12:43 PM

De colombianos está llena Buenos Aires. Pero hoy, a vísperas de uno de los encuentros más importantes en las eliminatorias suramericanas al Mundial de Brasil 2014, es más fácil saber dónde están.
Entre la multitud que camina las aceras de la avenida Corrientes, una de las principales de la capital argentina, se mueve la cantidad de colombianos que lleva debajo de la chaqueta –o a cielo abierto los más guapos- la camiseta amarilla con líneas azules. La temperatura baja, el frío es húmedo y, según el pronóstico, a las 7 de la noche estará en 15 grados, a las 8 en 14, a las 9 en 13.
Son muchos, me los cruzo, me golpean el hombro mientras cruzan la cebra de la avenida 9 de Julio, para concentrarse en el Obelisco, el imponente monumento a la bandera. Ahí se aglomeran y manchan de amarillo la plaza y sus cabezas con pelucas que imitan la melena soleada del Pibe Valderrama.
Algunos viven en Argentina, otros pagaron avión y llegaron en bonche para comprar boletas revendidas al triple del precio original para acompañar a la Selección en el Monumental de Núñez, el estadio de River. Apenas ayer, jueves, un grupo de once samarios llegó para devolverse el domingo; la única excusa era ir al partido.
-Mañana (hoy) les ganamos. Messi no va a ver ni una -le dice el colombiano a un barrendero argentino en la calle Florida, de Capital Federal.
-Mirá ¿y de dónde es el técnico de ustedes? –refuta casi que sin éxitos el personaje.
Porque la fiebre de la Selección Colombia no solo pasa en ese país. Aunque los argentinos, la mayoría conocidos como fanáticos a muerte del fútbol, no hablan casi del tema, no lo mencionan, y en muchos casos ni siquiera saben que hoy juega Messi. La camiseta de Argentina se ve muy poco o no se ve, al menos no en la misma cantidad en que se ve la de Colombia, al menos no en el microcentro de Buenos Aires. Tal vez porque es celeste y blanco y no tan notorio y alertador como un amarillo, azul y rojo.
Los colombianos llevan puesta la amarilla, la azul, la blanca, la manga larga y la corta, la campera de entrenamientos, por aquello del frío. Y comerciantes argentinos y peruanos hacen su día poniendo la camiseta, los gorros y las banderas colombianas a la venta. Los hinchas se aglomeran alrededor del negocio, se escucha el acento de un caleño, un costeño y un paisa.
-Papá, rebajame, ome, la bandera y te la compro. Dos pesos menos –le dice el paisa al vendedor que luce intimidado por la cantidad de gente que lo cubre. El vendedor se niega. Eso del regateo se usa muy poco por este lugar del mundo. Finalmente el paisa compra la bandera, la levanta con los brazos y su hija le saca una foto con el Obelisco detrás.
Hay que apurar, correr al estadio a ver el juego, esperando que la Selección dé a los colombianos la alegría de ganar.

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