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Luis Iriarte: "tengo la vocación para ser técnico de fútbol"

CARLOS CABALLERO VILLA

17 de septiembre de 2018 12:00 AM

Luis Iriarte Gómez hizo parte de una de las mejores historias del Real Cartagena, la de 2008  con los denominados ‘Pura Sangre’, un grupo de jugadores criollos que conquistó el título de la Primera B.

Era uno de los tres capitanes de ese combo, liderado por Harold  Macías, Alex Anaya y  él. Sus actuaciones fueron determinantes, su fútbol era lírico, con sus gambetas destrozaba las cinturas de sus rivales y con su cambio de ritmo dejaba a los defensores regados en el camino.

Iriarte fue uno de los primeros volantes modernos de Colombia, ese que iba y regresaba por la banda, en algo que fue denominado desdoble en la cancha. Manejó el perfil derecho, con talento, sacrificio y gol.

Gol. Iriarte solía definir bien, aún recuerda ese tanto que le hizo a Rionegro en el primer partido de la final, en el triunfo 3-0 que dejó servido el camino para regresar a la A.

“Le doy gracias a Dios por permitirme recordar momentos maravillosos con el Real Cartagena, una institución que me impulsó muchísimo en mi carrera. Pasé por varios clubes, pero la verdad Real me marcó, ahí coseché todo, me vio nacer y crecer. Gracias a ese club soy reconocido a nivel nacional”, dijo Iriarte en entrevista con El Universal.

¿Qué es lo que más recuerda del Real 2008?

- Había compromiso, unión. Ser una gran mayoría de cartageneros jugó un papel importante en cada uno de nosotros. Creímos en cada entreno que sí se podía alcanzar el objetivo.
 

Era una familia...
- Sí. Es difícil en un equipo de fútbol profesional que todos sean amigos, eso no se ve, pero sí sucedió con ese Real. Todos éramos amigos, los poquitos que llegaron de afuera también lo hicimos sentir cartageneros. Fuimos una familia, se marcó una era bien bonita.

¿Una anécdota que se le venga a la mente de esa temporada? 
- Un partido en Tunja ante Patriotas, en una plaza complicada, en la altura. Llegábamos ahí tras una goleada que recibimos 6-0 ante Academia y luego fuimos a la capital de Boyacá, en donde con varios jugadores expulsados pudimos sacar el juego adelante para poder seguir soñando con el ascenso. Mira... nos expulsaron al arquero Jorge Barón y terminamos con el jugador Antonio Baldiris  en el arco, íbamos 0-0 y acabándose el partido  (minuto 87) me cometieron un penal. Jaider Arboleda cobró y  desperdició, el árbitro repitió por invasión de área, cobró nuevamente e hizo el 1-0.  Fue un momento determinante para llegar a la final.

Tenían todo en contra y lo lograron... 
- El momento del título lo disfruté al máximo, era un equipo sin nombre, pero con hombres. El fútbol da mucha plata, pero ese no era el caso de nosotros, en ese momento nos estaban debiendo varios meses de trabajo, los directivos hacían las gestiones para ponernos al día, pero no fue fácil, jugamos el cuadrangular pensando en que la nevera estaba vacía en nuestros hogares. En ese momento Joaco Berrío era gobernador de Bolívar y nos ofreció un incentivo y eso nos motivó para ganar el objetivo.

¿Qué otra cosa jugó a favor?
- Sin Dios nada hubiera sido posible para ese título, pienso que a lo mejor en ese momento no éramos muy devotos, pero sí compartíamos la palabra, asistíamos a una iglesia en Los Caracoles. Eso fue muy importante, así como lo fue la ayuda psicológica de Javier Diazgranados.  Ese Real era un equipo bendito.

¿Y Bodhert?
- Era la cabeza del grupo, un técnico joven, pero bien centrado en su trabajo. Nos conocía mucho y nos daba buenos consejos que pusimos en práctica. Ese man es ganador.

¿Su mejor temporada?
- 2010, ese año fue el mejor de mi carrera. La hice con Real, marqué goles muy importantes, estuvimos a punto de clasificar a las semifinales. Ese combo de cartageneros era bravo, dejó una gran huella en los corazones de  La Heroica.

¿Y el recuerdo más triste? 
- En el 2009 sufrí una lesión grave, fractura de tibia y peroné. Fue uno de los momentos más amargos de mi vida, seis meses estuve afuera de las canchas, pero Dios me hizo más fuerte y brillé en la temporada siguiente.

Vive en Valledupar
Hace poco más de un año se retiró. “Ahora me dedico a trabajar con las Escuelas de Formación Deportiva con la Alcaldía de  Valledupar. Estoy con  Indupal, entreno con jóvenes de  6 a 15 años, tanto en masculino y femenino. Ser entrenador es algo lindo, tengo la vocación, me gusta enseñar. A futuro sé que Dios me dará la oportunidad para prepararme en mi carrera como entrenador deportivo”.

Agrega que fue muy duro su retiro. “Después de jugar 17 años como futbolista profesional  ahora lo que quiero es ser técnico y para eso debo estudiar y estoy en eso, sé que se vienen cosas buenas en esta maravillosa carrera”.

En los caminos
Iriarte va por el buen camino. No toma ni  fuma. “Soy un hijo de Dios, cristiano, me congrego en una iglesia llamada Maranata en Valledupar y desde hace rato el Todopoderoso venía en un proceso conmigo hasta que llegó el momento que germinó la semilla que sembraron en mí”, recalca.

Lleva al Real en su corazón por siempre y para siempre. “Estamos esperando con la ayuda de Dios que se dé ese gran ascenso con los jugadores que hoy nos están representando porque Cartagena tiene una hinchada fiel y una plaza que merece tener equipo en la A. Tengo un primo en el Real Cartagena, su nombre es Kevin Lugo, al que  felicito, ojalá y junto con sus compañeros logre el sueño de estar en el fútbol grande de Colombia.

Ama a su familia
Considera todo un privilegio tener a su familia con él. “Mi esposa se llama Yamilet Victoria Alcazar (ama de casa) y mis hijas Luisa Fernanda Iriarte (12 años) y Luvana Belén (5 años). Mi familia, gracias a Dios, se encuentra conmigo en Valledupar. Ellos han sido mi respaldo”. remata.

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