Económica


El Egipto pos-Mubarak se enfrenta a una grave crisis económica

AFP

11 de febrero de 2012 09:37 AM

La degradación de la economía egipcia constituye, un año después de la caída de Hosni Mubarak, una seria amenaza para la transición en el país más poblado del mundo árabe, estiman economistas. 
Con una tasa creciente estimadas alrededor del 1% al 2%, contra 5 a 7% antaño, el Gobierno espera del Fondo Monetario Internacional y de otros  organismos financiadores una ayuda considerada crucial para evitar una explosión social. 
“Un año después de la revolución, la economía se encuentra en estado anárquico, fuera de control”, estima Salah Goda, director del Centro de Investigaciones Económicas de El Cairo.
Los ingresos del sector vital del turismo acusaron en 2011 un descenso del 30%, es decir, una pérdida de beneficios de 4.000 millones de dólares, según las estadísticas oficiales, consideradas por muchos operadores como inferiores a la realidad.
Regularmente degradado por las agencias de calificación -la nota de Standard & Poor's pasó de B+ a B el viernes-, Egipto, con un mercado interno de más de 82 millones de habitantes, ya no hace soñar a los inversores. 
En el centro de las inquietudes, la merma de las reservas de divisas del Banco Central, que pasaron de 36.000 millones de dólares en enero de 2011 a 16.300 millones un año más tarde. 
Una disminución que, acumulada a un déficit presupuestario del 8,7% del PIB -pero en realidad superior al 10% según ciertos economistas- hace temer que el país ya no pueda pagar sus importaciones ni mantener su costoso sistema de subvenciones de los productos básicos. 
El dispositivo permite mantener muy bajos los precios de la gasolina, el pan o el gas doméstico, y así evitar una explosión social en un país donde el 40% de la población subsiste con dos dólares o menos cada día.
Dificultades de aprovisionamiento de carburante en enero provocaron una verdadera avalancha humana en las gasolineras, en medio de rumores de penuria y subida de precios para los automovilistas. 
Pero reformar este sistema puede dejar al gobierno designado por el ejército en una situación peligrosa. 
“Cambiar la política de subvenciones de los productos alimentarios, gasolina o butano puede provocar un desastre político”, estima Hamdi Abdelazeem, economista de la Academia Sadat.
Con el consiguiente riesgo de desórdenes sociales, “motines del pan” como ya le ha tocado vivir al país.
Después de varios retrasos, El Cairo ha decidido dirigirse de nuevo al FMI para solicitar un préstamo de 3.200 millones de dólares y otros mil millones al Banco Mundial.
Pero el ministro de Finanzas, Momtaz Said, ha evaluado el viernes en 11.000 millones de dólares en dos años las necesidades para sostener las reformas. 
Y el primer ministro, Kamal Al Ganzuri, reconoció que los miles de millones de ayuda prometidos por las petromonarquías del Golfo son espejismos la mayoría. 
Muchos egipcios temen también que la generosidad de los europeos se revise en provecho del rescate de la zona euro. 
La situación política todavía confusa y los estallidos de violencia regulares no propician los apoyos internacionales ni las reformas internas. 
El poder militar cada vez se gana más críticas, al gobierno solo le quedan unos meses antes de la elección presidencial, y los islamistas, con opciones económicas inciertas, reinan ahora en la Asamblea. 
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, dijo temer el jueves tensiones en torno a la ayuda internacional a Egipto, cuyas “reservas tienen niveles bajos”, si hace oídos sordos a las exigencias de transparencia y democratización.
“Tuvimos a gente el calle pidiendo un sistema conveniente, tuvimos la destitución de (Hosni) Moubarak, pero seguimos teniendo a los militares que formaban parte del antiguo régimen”, dijo, y se preguntó “cómo van a gobernar los Hermanos Musulmanes, los grandes ganadores de las elecciones. 

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