"Bailar es soñar con los pies": Yenis Alarcón

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Aveces intentamos callar la voz interior que nos incita a perseguir nuestros sueños, pero cuando esa voz se alinea a nuestra vocación es difícil silenciarla.
“En la casa había una empleada que cuidaba de mis hermanos y de mí que no sabía leer ni escribir, empecé a enseñarle y ahí nació mi deseo de ser profesora”, dice Yenis Alarcón. Ella quería ser periodista pero su vocación era enseñar.
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La mañana soleada transcurre entre risas y la nostalgia de no ver todos los días a la profesora que me enseñó a vivir, y todo, porque terminé el bachillerato. Aquí en el barrio Crespo, la brisa del mar y el sonido de las cotorras nos hacen vivir un momento memorable.
Yenis Patricia Alarcón, “mami Yenis” le decimos sus estudiantes, nació hace 45 años en Cartagena y mi interés por conocerla siempre ha estado vivo, pero hoy está más vivo que nunca.
Hago silencio mientras me cuenta que toda su infancia y adolescencia la vivió en la calle La Giralda, en El Bosque, y durante esa etapa dio sus primeros pasos orientando a jóvenes en los deportes, nada apagaba esa chispa de enseñar. Cuenta mientras se ríe que un profesor de educación física en Comfenalco le decía: “Yenis, tú eres tímida pero también te puedes expresar con tu cuerpo”, y esas palabras marcaron su rumbo. No podía ver un balón de fútbol o voleibol porque se ponía a jugar, amaba el atletismo: corría más que el cartero del correcaminos. Estudió en Comfenalco y allí explotó su vena artística: tocaba en la banda, bailaba en la Afrobatata danzas y tambores, de Gabriel Argel. Ese grupo animó a la profesora Yenis a escoger el camino del arte y el deporte. Se graduó de bachillerato en 1990, y con 17 años y una maleta llena de sueños por alcanzar, se fue a Pamplona a estudiar Educación física.
Por los estudios que eligió tuvo que enfrentarse a comportamientos machistas. “Es duro llegar a un lugar donde hay hombres machistas que con su fuerza intentan hacerte ver pequeña”, cuenta, pero a ella nada ni nadie la detuvo, cada cosa que se proponía la conseguía.
Bailar, su pasión
“¿Cómo es su día?” -pregunto-.
“Desde las 4 de la mañana, a esa hora alisto a mi hijo para mandarlo a la escuela y luego voy al Colegio Naval de Crespo donde enseño Educación física”, -contesta-. Más que dar clases regala sonrisas de 6:30 de la mañana hasta la 1:45 de la tarde. De ahí pasa a las Escuelas Salesianas en el Centro. En esta parte del día activa su pasión, el baile.
Ha inspirado a sus estudiantes a sentir ese mismo amor y vigor para mover el cuerpo, más que un pasatiempo, se ha vuelto su vida.
Gracias a la labor de “mami Yenis” la música los transforma, el swing de cada canción los hace soñar con nuevas cosas, la sonrisa no puede faltar cuando bailan. “El baile es el lenguaje del alma, la expresión de mi ser, con él te puedo decir lo que soy y lo que puedo dar”, expone, a sus niños siempre les repite “bailar es soñar con los pies”.
Entre tamboras conoció a Zoila Bravo, un ensayo de baile bastó para volverlas ‘suero y yuca’. Zoila comenzó a compartir anécdotas, consejos, y datos de su vida”.
Luis Ramírez, su padre, lleva la danza en la sangre. Al principio sus familiares le decían “La modelito”, porque todo lo cogía de pasarela, desde chiquita debutaba un gran futuro, pero el cuento no salió por ahí, su padre con toda la seguridad del mundo dijo, “No señor, ella no va a ser modelo. Mi hija va a bailar”, desde ese momento, hasta el día de hoy su padre no se ha equivocado.
La patineta y el patín, así le decían a esta hermosa cartagenera y a su pareja de baile Lucho Jiménez, además de bailar con uno de los bailarines más celebres, se fue pa’ Quilla a la casa de los tiburones y les inauguró el Metropolitano allá en el 86, ha ganado concursos de baile locales y nacionales, ha estado en comparsas de la Batalla de flores de los carnavales de la arenosa y el corralito de piedra. Toda una vida artística llena de reconocimiento ha ido llenado cada vez más de esperanza su futuro.
Legado cartagenero
“Aquí, en Cartagena, hay mucha fortaleza cultural, de la danza, y es duro que la misma gente, que el Distrito, no apoye a los bailarines. Me entristece ver jóvenes en una esquina fumando, tomando alcohol en vez de localizarlos y agruparlos y ponerlos a soñar con los pies”, narra.
Por esta situación, “mami Yenis” tiene la iniciativa desde hace mucho tiempo de rescatar a las personas a través del baile.
Desde El Pozón, Santa María, Líbano, en Cartagena, hasta la Sierra Nevada de Santa Marta, llega el legado de trabajo de esta mujer. Relata que su mayor recompensa es verlos triunfar e impulsarlos a soñar.
“Gracias al baile se ha logrado rescatar a muchas personas en condiciones vulnerables. A uno de mis estudiantes, Cleider Silgado, lo contrató un hotel importante para irse a Jamaica; Juan Andrés Herrera y su hermano Javier fundaron un grupo de baile llamado los Urban Brothers, el baile les abrió las puertas de la universidad a varios de mis estudiantes: Víctor, José Alcalá, Juan David Silgado, entre otros. Muchachos que muchas veces no tenían ni para el pasaje y yo les colaboraba, los ayudaba con la comida. Esas pequeñas acciones demuestran que se pueden cambiar muchas vidas”, describe.
Su legado ha inspirado y movido a mucha gente a soñar, por ejemplo a mí. Todos podemos aportar un grano de arena para construir una mejor sociedad, y así lo quiere Yenis: que soñemos con los pies y que a pesar de las adversidades, la pasión, la valentía y el perrenque que le pongamos a la vida permitirán que triunfemos.
Por eso esta mujer siempre les repite: “Bailar es soñar con los pies”.