Si decide hacerlo, mientras lee este artículo, habrán muerto 1140 niños por hambre, más de 1.800 mm están sin acceso a agua potable, 880 mm permanecen angustiados al no tener acceso a servicios de salud y dos veces esta cantidad sin medicamentos esenciales. También, pasará un tiempo con un guarismo difícil de comprender: menos del 1% de la población mundial concentra el 50% de la riqueza global. En un mundo de 7000 millones de personas, 8 poseen la misma riqueza que la mitad más pobre, esto que incluye las propias cifras de pobreza, pobreza extrema y desigualdad, que se acentúan en el más inmediato territorio. Esta concentración del progreso, está por fuera del pensamiento de la comunidad universal de naciones sobre la existencia común, en la casa común.

Estas cifras y resultados como por ejemplo de Cartagena Cómo Vamos y otras valiosas investigaciones, son demostrativas que no todos los agentes del desarrollo, están haciendo bien la tarea y aquí el gran desafío: cuando empezar a hacer simultáneamente bien las cosas, para que tantos esfuerzos decididos de proveer progreso cumplan su cometido y no violentar la esperanza de tantos que confían en quienes ejercen el poder, cualquiera que sea su naturaleza y que tienen el deber de hacerlo bien y para todos, lo hagan. Como suscitar el genuino interés de todos de incidir responsablemente en el desarrollo?, ¿Cuándo comprenderemos que la responsabilidad es común? Siguiendo a su Santidad, que no haya una economía que descarte a tantos?.

El bien común y el poder para servir

La prevalencia del bien común, es precisamente lo que hace falta en toda su extensión, por eso la realización de los derechos humanos es hoy una aspiración más, que libra luchas descomunales con la corrupción, la mezquindad, el desinterés, el acomodo, las pugnas políticas y hasta las guerras en nombre de un Dios pacífico.

Esto es también la preocupación de la comunidad de naciones que ya no solo están interesadas en que la solución de los conflictos se haga de forma serena, después de las grandes debacles universales del siglo XX, sino cómo hacer que el catálogo de los Derechos Humanos que en su conjunto y solo en su conjunto, confirman la vocación defensora de la dignidad de cada ser humano, se haga efectivo y como también contar con organizaciones productivas, con empresas y empresarios y otros agentes sociales, comprometidos con la erradicación de la pobreza y las relevantes desigualdades, con el objetivo de contribuir a la construcción de una sociedad respetuosa del ser por encima de creencias, diferencias, carismas, talentos o poder.

Lo dice SS Francisco con toda autoridad, de que el doble rasero parece imponerse en la sociedad actual: “no solo se debe cuidar a las víctimas, sino que debe contribuir a construir un sistema en el que las víctimas sean cada vez menos”, entender por victimas a las del sistema que es incapaz de arropar a todos.

La empresa y el desarrollo económico no están reñidos con el desarrollo de la sociedad, con la construcción de un mundo más justo en el que todos participen de los beneficios y el desarrollo del progreso económico”, todo lo contrario, son absolutamente imprescindibles, pero la masa crítica de ellas, está por conformarse.

Hace unos días, el portal y la edición escrita de uno de los medios económicos más influentes del país, publicaba como nota editorial lo siguiente: “Para construir un mejor país, se necesitan empresas sólidas y rentables pero también comprometidas con una sociedad más justa, equitativa e inclusiva”, y de hecho las hay, pero cada día deben ser más las que se comprometen abiertamente con el cumplimiento de los más altos estándares legales y éticos en la ejecución de sus objetos sociales y contribuir así no solo a crear una sociedad virtuosa sino a generar mayor rentabilidad por el reconocimiento y afecto de la comunidad.

La cuestión es cómo acordar y fortalecer los espacios de entendimiento y de construcción del bien común, lo más rápido que sea posible y se ejecuten con la fuerza correcta que se requiera, las intervenciones para que ese progreso incluyente no sea inalcanzable o en extremo difícil para tantos seres humanos, que gozan de la misma dignidad formal, pero tan lejanos de ella en el mundo real. Es aquí donde el llamado a participar, a interesarse por lo público, a no desfallecer en el esfuerzo para alcanzar ese estado ideal de desarrollo, en donde todos debemos actuar y no como una gracia o concesión generosa sino como un imperativo legal, moral y ético.

Para concluir, las palabras que el Papa dirigió al Foro Económico Mundial de Davos: “Estoy convencido que una apertura tal a lo trascendente puede dar forma a una nueva mentalidad política y económica, capaz de reconducir toda la actividad económica y financiera dentro de un enfoque ético que sea verdaderamente humano. La comunidad económica internacional puede contar con muchos hombres y mujeres de gran honestidad e integridad personal, cuya labor se inspira y guía por nobles ideales de justicia, generosidad y atención por el auténtico desarrollo de la familia humana. Os exhorto a aprovechar estos grandes recursos humanos y morales, y a haceros cargo de este desafío con determinación y visión de futuro. Sin ignorar, por supuesto, los requisitos específicos, científicos y profesionales, de cada sector, os pido que os esforcéis para que la humanidad se sirva de la riqueza y no sea gobernada por ella.”

Mónica Fadul Rosa

Directora Ejecutiva de Fenalco Seccional Bolívar

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