Cartagena de Indias, la ciudad que el Libertador aclamó como heroica, la que le hizo grandes favores a la República, cuenta con un conjunto monumental militar que la hace ser reconocida como la mejor plaza fuerte de la América colonial y, desde la misma época, uno de los puertos más importantes del país y del gran Caribe.

En un escenario rabiosamente competido, tanto nacional como internacionalmente, donde las condiciones de oportunidad de la prestación de los servicios y la proveeduría cercana se convierten en un factor que marca diferencias, la gestión logística emerge como la catalizadora por excelencia de la promoción y alcance efectivo de las metas competitivas propias del intercambio económico.

La logística, en el caso de ciudades como la nuestra, donde se cuenta con una sólida oferta, tiene el poder de conceder a los procesos económicos las posibilidades de hacerlos de la mejor forma, al mejor costo y en el menor tiempo. Estos atractivos concurrentes facilitan, a partir de ellos, generar un verdadero valor agregado y una ventaja competitiva, y es en esos aspectos donde encontramos el mayor beneficio para las empresas, la región y el país.

Bolívar y en especial Cartagena de Indias, desde la época misma de la fundación de la ciudad, han sido epicentro de desarrollo del comercio internacional. Sus privilegiadas condiciones naturales y las construidas estratégicamente alrededor de ella, la convierten en la ciudad primada del país para que continúen afincándose empresas con vocación exportadora y, al mismo tiempo, avanzar en su perfeccionamiento como plataforma logística para el comercio exterior.

Al esfuerzo privado en materia portuaria, tanto aérea como marítima, hoy ampliamente reconocido, hay que sumarle la inversión gubernamental que se espera frente a las obras que repercutirán en el bien de sus cuerpos de agua, la navegabilidad del Magdalena y las obras del Dique, que además de necesarias e inaplazables, no solo serán beneficiosas localmente sino para el país entero.

Es cierto que se debe apurar la marcha en otros asuntos, también estratégicos, para lograr las mejoras verdaderamente significativas que se requieren y poder, en consecuencia, alcanzar las metas del 2032 de nuestro Plan Nacional de Competitividad, que estableció como objetivo para Colombia en dicho año ser “el tercer país más competitivo de América Latina, con un nivel de ingreso per cápita equivalente al de un país de ingresos medio altos”.

Si por competitividad entendemos “la capacidad que tiene una empresa, una región o un país de obtener la mejor rentabilidad en el mercado, respecto de sus competidores, y su fin último es generar prosperidad colectiva”, Cartagena entonces tiene muchos asuntos pendientes en los cuales seguir avanzando. Pero también cuenta con una oportunidad de encontrar, en esta actividad, unas prácticas probadas que nos permitan avanzar en todos los aspectos, y de esta manera poder superar los desafíos profundos que el progreso, por antonomasia incluyente, ofrece para nuestro territorio como colectividad.