Del campus al computador ¿disminuye la calidad educativa?

La emergencia por el COVID -19 obligó a las instituciones de educación superior a dar un salto súbito a lo virtual, con retos para no disminuir el nivel de la formación académica.

Capacitación a maestros y estudiantes, plataformas de aprendizaje, herramientas de soporte, ayudas virtuales, equipos tecnológicos y demás situaciones resolvieron de manera imprevista las instituciones de educación superior del mundo, para no abandonar a sus estudiantes en medio de la emergencia por el COVID – 19.

De acuerdo con datos de la Unesco, alrededor de 1.100 millones de niños y jóvenes de todo el mundo están afectados por el cierre de escuelas y universidades debido al coronavirus. En Colombia son 12.842.289 estudiantes los que están por fuera de las aulas y de esos, 2.408.041 pertenecen a la educación superior.

Ante la ausencia del modelo tradicional de aprendizaje que se da en el aula de clases, es común que en los estudiantes surja la sensación de disminución de la calidad educativa por la confusión que puede generar la adaptación a la nueva modalidad de estudio.

Pero ¿realmente se desmejora el nivel de la formación en aquellos programas concebidos para ser presenciales y que obligatoriamente migraron a lo virtual? ¿Pueden todas las áreas del conocimiento adaptarse a la educación remota?

Para Gustavo Bossa Gracia, publicista, especialista en Mercadeo y docente universitario hace más de 15 años, el traslado de la formación presencial a la virtual no deviene, necesariamente, en una disminución de la calidad.

“Pese a que nadie estaba preparado para esta situación ocasionada por el COVID-19, aquellas instituciones que reaccionaron de manera rápida y tomaron las medidas para transformar sus escenarios académicos, están ofreciendo educación de calidad; aquellos que aún se están adaptando y siguen en el proceso, seguramente están dando tumbos”, indica Bossa.

Agrega que la calidad de la educación no está relacionada con la modalidad, pues el avance tecnológico permite que muchos programas, incluso de posgrados, se desarrollan en ambientes virtuales y que, como en cualquier otro ámbito, el nivel del servicio educativo está ligado a otros aspectos.

Son escenarios distintos

El ambiente presencial y el virtual son polos opuestos, por lo que pretender migrar las clases tal cual del primer escenario al segundo, casi que garantiza el fracaso en la formación académica.

“La curva de atención no es la misma en un salón de clases. En el escenario físico la voz, los gestos y demás recursos, ayudan a mantener la atención de los estudiantes, algo que no es posible en el ambiente virtual por lo que los docentes deben valerse del arsenal de herramientas que ofrece el escenario virtual como los foros, chats, webinars, clips, etc.”, señala el docente universitario.

De la metodología y los recursos empleados en las clases remotas durante la pandemia dependerá mucho la motivación de los estudiantes, quienes también se enfrentan a un reto estudiando desde casa y en algunos casos, con dificultades tecnológicas por la falta de equipos y de acceso a internet.

“La educación requiere de un compromiso de los estudiantes, pero sobre todo en pregrado es común que los jóvenes se sientan desmotivados en circunstancias como la actual y es ahí donde el tutor puede contribuir a mantenerlos interesados en su proceso de aprendizaje”.

Cifras de la deserción servirán de medidor

Debido a que la pandemia aún no está controlada y aunque el Gobierno ha propuesto un regreso paulatino a las aulas, las herramientas virtuales seguirán siendo el apoyo del sistema educativo, al menos en lo que resta del año.

Respecto a esto, cierta población universitaria ha reportado que considera no cursar el siguiente semestre académico. Según cifras de la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN), se calcula una disminución de entre el 23% y 25% en las matrículas para el segundo semestre d este año.

“La deserción está sujeta a la motivación de los estudiantes por lo que para la segunda mitad del año, este indicador podrá servir de termómetro para saber cómo están llevando este proceso las universidades y qué hace falta para mejorar”, anota el docente Bossa Gracia.

La emergencia por el COVID-19, que también ha generado una crisis mundial en la educación, puede ser una oportunidad para mejorar los sistemas educativos. “Los gobiernos deben hacer un balance sobre las respuestas innovadoras proporcionadas durante la crisis, a la vez que reconocer que deben planificar en la realidad”, puntualiza la Unesco.

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