En el mundo hay más de 40 especialidades médicas, desde las más prácticas y dedicadas al cuidado clínico, hasta las más teóricas e investigativas, propias de los ambientes de laboratorio y estudio. (También puede leer: Así avanzan los estudios sobre el coronavirus).
Existe la imagen popular del cirujano como el máximo profesional y de la cirugía como el procedimientos médico por excelencia, pero esa no es la realidad. Las otras especialidades y prácticas cumplen un papel igual de importante y están tanto o más íntimamente comprometidas con la mejoría de los pacientes y la buena salud de la población general.
Eventos como las crisis de salud pública sacan esta realidad a relucir. De repente, el trabajo de especialidades que el público general no conoce, como los intensivistas, los inmunólogos y los epidemiólogos, comienza a ganar notoriedad. La pandemia por coronavirus es un claro ejemplo de ello. (Le puede interesar: Las tres especialidades médicas con más contagios de COVID-19).
Especialidades y COVID
La estancia en el hospital del paciente contagiado de COVID-19 promedio demora 12 días como mínimo. Durante ese lapso, una gran variedad de especialistas habrá intervenido para tratar de asegurar su mejoría:
Intensivistas e internistas: por lo general son quienes están a cargo de las unidades de cuidados intensivos (UCI) y lideran el proceso de hospitalización, asegurándose de no exceder el aforo y de que el resto del personal no esté sobrecargado. Si el paciente se agrava, ellos son los primeros en la línea para estabilizarlo.
Personal de enfermería: son quienes se verán cara a cara con el paciente contagiado durante la mayor parte del tiempo. Se encargan de revisar sus signos vitales, administrar los medicamentos y notificar al médico de turno si ocurre algo importante.
Otorrinolaringólogos y neumólogos: ayudan con procedimientos como la traqueostomía y la colocación de ventiladores mecánicos, así como el tratamiento de las infecciones respiratorias que tienden a desarrollarse a la par del COVID, como la neumonía.
Nefrólogos, cardiólogos y oftalmólogos: a medida que la enfermedad avanza, los pacientes tienden a desarrollar disfunción orgánica múltiple (es decir, a presentar fallas en varios órganos). Los riñones, el corazón y los ojos tienden a ser los más afectados y el equipo necesitará de especialistas que sepan tratarlos.
Fisioterapeutas: luego de que la enfermedad esté controlada, el paciente puede quedar con secuelas de carácter físico y pulmonar. Estos profesionales se encargan de ayudar en la fase de rehabilitación.
Infectólogos y epidemiólogos: le ofrecen su criterio a los intensivistas e internistas cuando sea necesario, manteniendo a todo el personal actualizado sobre los últimos hallazgos en torno al desarrollo de la epidemia y las guías de tratamiento.
Psicólogos y otros profesionales de la salud mental: quienes se encargan de hacer acompañamiento durante la estancia tanto a los pacientes como a sus familiares. En muchos casos, acaban siendo el puente entre unos y otros.
Inmunólogos, farmacólogos e ingenieros biomédicos: encargados de crear las vacunas, medicamentos y equipos especiales que se necesitan para atender a los pacientes de COVID, respectivamente.
Médicos generales: es a través de los consejos de las teleconsultas que muchos pacientes contagiados han decidido asistir al hospital y consultar a expertos en la materia.
“Combatir la pandemia es, y ha sido, un trabajo en equipo”, afirma el doctor Carmelo Dueñas Castell, neumólogo e intensivista. Coordinar esfuerzos para tratar de atender a los pacientes hospitalizados por COVID-19 ha sido una ardua tarea. El comportamiento de los casos sigue siendo impredecible y, a pesar de la llegada de la vacuna, aún no hay certeza de cuánta inmunidad permanezca después de la aplicación.
Esa incertidumbre se extendió a la población general, al punto a que el miedo al contagio generó una serie de abusos hacia la comunidad médica durante los primeros meses de la cuarentena. “Durante ese tiempo, mucha gente desconoció el papel vital de aquellos que velan por la salud. En momentos de crisis, buscaron la causa de todos los males en quienes debemos enfrentar directamente el problema”, afirma el doctor Dueñas.
Igual de criticable es el comportamiento de muchos hospitales, clínicas, aseguradoras y Entidades Prestadoras de Servicios de Salud (EPS) que se han retrasado en el pago del personal médico. En ocasiones, las demoras han llegado a ser de hasta seis meses.
“Hay organizaciones que no muestran el nivel de compromiso adecuado con la emergencia sanitaria y aducen motivos incomprensibles. Cuando no se le paga adecuadamente a los médicos se pone en riesgo la salud de la población. Si no hay talento humano, no hay atención, y es como si no hubiera medicamentos, ni equipos, ni instalaciones”, afirma Rafael Navarro España, médico cirujano.
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