Tejiendo sueños en Ararca, un ejemplo de superación y emprendimiento

Siete mujeres de esta comunidad, en la isla de Barú, pertenecen a ‘Confeccionando Futuro’, iniciativa de la Fundación Puerto Bahía.

HYLENNE GUZMÁN ANAYA

12 de diciembre de 2018 08:02 PM

Hace ocho años una gran oportunidad llegó a la vida de siete mujeres en Ararca, en la isla de Barú. Fue toda una sorpresa cuando les dijeron que habría un programa de formación para confeccionar todo tipo de ropa y, además, tendrían un taller de confecciones en la misma comunidad.

Yeni, Neifi, Rosa y otras cuatro mujeres, entre 29 y 37 años, hacen parte de este emprendimiento que les dio un giro de 180 grados a cada uno de sus hogares.

“Nunca antes había confeccionado. Cuando la oportunidad llegó, hace como siete años, yo tenía a mis tres hijos y la menor tenía solo un año. A ella la dejaba con mi mamá o mi hermana mientras iba a Cartagena para estudiar los sábados”, relató Neifi Vives Contreras, una de las tejedoras de Ararca.

Cada día anhelan que haya más trabajo y así ganar más dinero para invertir en sus casas. Sin ese taller, aseguran, les sería casi imposible mantener a sus hijos e invertir en sus casas.

“Llegaron personas de Puerto Bahía al pueblo a ver quién se capacitaba en el Sena y apenas escuché me anoté. Cuando a uno le gustan las cosas no se le hacen difícil. Pese a que llegábamos a las 2 de la tarde a la casa me acoplé al ritmo. Con esto tengo otro futuro porque pude invertirle a mi casa, puedo vestir a mis hijos y vestirme. Saqué mi terraza y eso era casi imposible”, contó entre risas Neifi.

De un momento a otro, estas mujeres se miraron entre sí y sonrieron. En el taller, algunas encuentran esa paz y tranquilidad que no hay en otro lugar. “Todas somos muy buenas amigas. Nos sentimos orgullosas de tener el taller en la comunidad porque no tenemos que ir hasta Cartagena”, mencionó otra mujer mientras arreglaba la manga de una camisa.

La producción del momento son suéteres para niños y niñas que serán beneficiados por la Fundación Puerto Bahía, pero pronto se vendrá una producción más importante: overoles para trabajadores de la empresa.

En el taller trabajan por procedimientos, es decir, corte de mangas, puesta de botones, arreglo del cuello y unión de los bordes, entre otros. Al momento que hay un nuevo producto, la jefe de taller les indica cómo hacerlo y ellas continúan.

“La jornada comienza a las 8 de la mañana y termina a medio día. Regresamos a las 2 de la tarde hasta que queramos o terminemos. La máxima producción fue el año pasado con 805 suéteres. Le pido a Dios que nunca se vaya la señora Ermelinda (jefe de taller) porque es quien nos enseña todo”, dijo Neifi con una sonrisa de satisfacción.

La iniciativa ‘Confeccionando futuro’ hace parte de los programas sociales apoyados por la Fundación Puerto Bahía, que además de brindarles acompañamiento los añaden a su cadena de valor, pues estas mujeres les confeccionan los uniformes a sus trabajadores. Este año han confeccionado 313 piezas y es una oportunidad de empleo para que las mujeres salgan adelante.

Ahora tienen un nuevo aliado; un hotel de la zona. Su petición de Navidad, dicen, es que más empresas se unan a este emprendimiento.

Ararca es solo una de las seis comunidades de impacto de la empresa Puerto Bahía; las otras son Pasacaballos, Santa Ana, Caño del Oro, Barú y Bocachica.

Con cuatro enfoques

Son múltiples los programas que apoya o lidera esta fundación. Desde concientización ambiental, pasando por la información, comunicación y participación social, hasta el fortalecimiento económico y estratégico. Eso sin dejar a un lado la salud y seguridad en las comunidades.

Según información de la fundación, este año han sido 4.277 beneficiarios directos en las distintas estrategias sociales. Por ejemplo, en salud y seguridad, se trabaja para que las comunidades conozcan sobre la empresa, cuáles son los riesgos asociados a la misma y apoyan la gestión de los comités barriales de emergencias (Combas). En este último hay 130 beneficiarios directos.

Asimismo trabajan en las instituciones educativas de las seis comunidades con sus planes de emergencia. Hacen el plan, lo socializan y trabajan en compañía de 115 brigadistas escolares, los cuales se forman en trabajo en equipo, liderazgo, organización, primeros auxilios y emergencias.

El objetivo también es que estos brigadistas escolares continúen su formación en los Combas para el servicio en su comunidad.

Aquí son los mismos jóvenes o participantes quienes idean actividades de impacto en sus comunidades para generar conciencia. “Se reúnen semanalmente y este año recibieron 94 talleres formativos. Uno de ellos es para el uso provechoso del tiempo libre”, dijo un vocero de la fundación.

Pescadores

En cuanto a la gestión con pescadores está el programa ‘Yo me cuido, yo te protejo’. En este se educa sobre el cruce controlado de pescadores por la zona donde está el puerto, teniendo en cuenta los grandes buques que llegan, el oleaje y como acercarse al muelle.

Aquí se hacen encuentros entre pescadores para que tomen las decisiones correctas, conociendo los riesgos de la navegación. También realizan caracterizaciones socioeconómicas de los pescadores para determinar los impactos (positivos o negativos) de la presencia de la empresa en la comunidad.

Más de 30 representantes de todas las asociaciones de pescadores llegan mensualmente a Puerto Bahía para capacitarse sobre recolección de hidrocarburos, atención de emergencias industriales y en comunidades. Ellos forman el Grupo de Pescadores para la Atención de Emergencias (PPAE).

Este año limpiaron ciénaga Honda y la laguna de Santa Ana, de donde sacaron más de una tonelada de materiales residuales.

Finalmente este planteamiento incluye el programa ‘Mi aliado eres tú’ para que pescadores conozcan los procesos de seguridad de la empresa. En ‘Pescando Saberes’ participan 740 pescadores aprendiendo sobre métodos y técnicas para la preservación del recurso pesquero como la cadena de frío, pesca artesanal y sostenible, señalización marítima e identificación de riesgos.

Más proyectos

El área de información, comunicación y participación social cuenta con un programa donde participan jóvenes y adolescentes interesados en la Comunicación Social. Hay seis grupos de corresponsales, uno por comunidad, donde tienen periódicos y exposiciones fotográficas. Aprenden sobre noticias, entrevistas y reportajes, entre otros.

Con 300 beneficiarios, ‘Jugando con Valores’ se consolida como una de las iniciativas más grandes, pues desarrolla las habilidades sociales para la paz y sana convivencia. Los menores entre 5 y 15 años realizan actividades lúdicas y deportivas cada semana para aprender de valores.

Una de las mayores sorpresas del año está en el plan piloto de Santa Ana y Ararca con el Centro de Formación Orquestal. Hay 421 beneficiarios con buenos resultados por el desarrollo cognitivo y más de mil horas de formación musical extracurriculares.

Mientras que en el fortalecimiento económico estratégico, además de ‘Confeccionando Futuro’, está ‘Atarraya’ (en Ararca y Caño del Oro), que consiste en siembra de tilapia. Solo este año, según datos de la fundación, se cosecharon más de 2 mil kilos de este pescado e incursionaron con un nuevo producto: el camarón. Consiguieron 45 kilos este año. La fundación brinda el apoyo técnico con un piscícola e hizo la inversión inicial. Ahora pretenden que las asociaciones de pescadores sean más independientes.

‘Eduquemos islas’, becas para personas, tiene 43 beneficiarios y cuatro personas estudiando este año en distintas universidades. ‘Jóvenes con valores productivos’ se hace en alianza con la Fundación Surtigas para formar personal y, de forma estructural, a personas con emprendimientos. Hay 31 beneficiarios y se priorizan personas cabezas de hogar y desescolarizadas. El capital semilla en especie es de hasta $3 millones.

Este año asumieron también el rubro de mantenimiento de la Escuela de Formación y Emprendimiento de Barú.

Para la concientización ambiental está la Reciclatón y ‘Fotosíntesis’. Este último forma en temas de ambiente, sostenibilidad y cambio climático. Impartieron 125 talleres formativos y hay 155 beneficiarios en 2018. Para apropiación de la naturaleza hicieron seis recorridos por senderos de mangles y jornadas de limpieza y recuperación de espacio público.

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