Basta de mitos: no hay dietas milagrosas

Al realizar una búsqueda en internet sobre “dietas para adelgazar”, inmediatamente aparece una oferta con casi 30 millones de enlaces que ofrecen perder peso en poco tiempo.

La pandemia y todo lo que conlleva a estar encerrado, socializando exclusivamente a través de las redes sociales, ha generado en muchas niños, niñas y adolescentes serios problemas causados por dietas que comparten los “influencers” y personajes públicos.

Muchas de estas dietas de moda se han aprovechado de los cambios drásticos que la pandemia por COVID-19 ha causado en nuestras vidas, especialmente en lo que tiene que ver con la alimentación y el incremento obligado del sedentarismo, llegando a ofrecer tratamientos que le permiten a las personas adelgazar más de 20 kilos en 15 días, por ejemplo, sin tener en cuenta que al hacerlo están poniendo en riesgo su salud y sus propias vidas. (Lea también: Mejor que la dieta es la alimentación consciente).

Para indagar un poco más acerca de estas dietas irresponsables que ofrecen sin ningún control a través de medios de comunicación tradicionales y redes sociales, acudimos al doctor Benjamín Francisco Ramírez Forero, un médico nutriólogo con gran trayectoria nos acompañe a revelar lo nocivas y peligrosas que pueden llegar a ser (Lea también: Constanza y sus consejos para una alimentación sana).

Así funcionan

El doctor Benjamín advierte que estos tratamientos, sin fundamento científico, lo que hacen es ofrecer a las personas un protocolo de deshidratación en el cual, obviamente, pierden agua y semejan procesos utilizados por deportistas de algunas disciplinas, como el fisicoculturismo, para poder cumplir con un peso determinado, semejando de manera antinatural procesos en los que se ciñen a dietas diuréticas que eliminan el agua y los electrolitos del organismo, permitiéndoles, de manera temporal, reducir su peso corporal y destacar la definición de sus músculos.

Ramírez Forero señala que “lo que hacen a través de estas prácticas es ofrecerles a las personas dietas con una ingesta muy baja de calorías, no más de 500 por día, y les entregan unos medicamentos que cumplen con el objetivo de deshidratar y controlar el azúcar”, algo que evidentemente no es seguro.

“Esta no es una modalidad que se deba practicar por períodos largos de tiempo y no se debe trasladar a la población general, la cual no tiene ni los hábitos ni la capacidad física para tolerar estos tratamientos y en un alto número terminan en los servicios de urgencias con sus organismos descompensados y su calidad de vida disminuida”, recalca este médico nutriólogo.

Es importante aclarar que no existe ninguna dieta que pueda garantizar la pérdida de un determinado número de kilos en una cantidad definida de días. Por esta misma razón, tampoco es posible determinar una cantidad específica de disminución de grasa o tejido adiposo sin que esta haga parte de un tratamiento constante y monitoreado por especialistas en nutrición, quienes elaboran una dieta apropiada de acuerdo con las características y necesidades de cada paciente y que no se limitan solamente a restringir calorías.

Acompañado de un experto

Ramírez explica que “más allá de una reducción habitual en una persona con sobrepeso, la cual asiste regularmente a controles con los especialistas en nutrición, un adulto promedio puede perder por semana un kilo de grasa, aproximadamente, siempre y cuando maneje una dieta idónea a través de una alimentación controlada acorde con su fisionomía y metabolismo”.

Pero, para que esta dieta sea efectiva, agrega, “se debe hacer una adecuación controlada de los macronutrientes, es decir, de las proteínas, las grasas y de los carbohidratos que va a consumir en un periodo determinado de tiempo, el cual es generalmente de un mes para que se puedan empezar a ver los resultados de un kilo perdido por semana. Esto no es una dieta milagrosa, es simplemente un control o restricción energética dependiendo del historial médico de la persona”.

La recomendación clara es para que acuda a citas con profesionales titulados que les recomienden cambios de hábitos y analicen su caso de manera particular, así como evitar visitar lugares poco confiables, tanto físicos como virtuales, que reparten dietas sin analizar la historia clínica del paciente ni sus antecedentes médicos.

Esté atento a los jóvenes

Igualmente, si usted es padre de familia, no se deje coger ventaja ante cambios bruscos en la alimentación y comportamiento de sus hijos, quienes son un público bastante susceptible de creer en estas ofertas que venden “dietas mágicas”.

Por último, procure siempre buscar ayuda profesional, tanto con médicos nutriólogos o nutricionistas, como asesoría por parte de psicólogos titulados en caso de requerirlo.

Lo que debe incluir una alimentación balanceada

Estas son las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para una alimentación sana:

• Los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de vida; la lactancia materna favorece el crecimiento y mejora el desarrollo cognitivo; además, puede proporcionar beneficios a largo plazo, entre ellos la reducción del riesgo de sobrepeso, obesidad y de enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida.

• La ingesta calórica debe estar equilibrada con el gasto calórico. Para evitar un aumento malsano de peso, las grasas no deberían superar el 30 % de la ingesta calórica total.

• El consumo de grasas saturadas debería representar menos del 10 % de la ingesta calórica total, y la ingesta de grasas trans, menos del 1 %.

• Limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10 % de la ingesta calórica total forma parte de una dieta saludable. Para obtener mayores beneficios se recomienda reducir su consumo a menos del 5 % de la ingesta calórica total.

• Mantener el consumo de sal por debajo de 5 gramos diarios (equivalentes a menos de 2 gramos de sodio por día) ayuda a prevenir la hipertensión y reduce el riesgo de cardiopatías y accidente cerebrovascular entre la población adulta.

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