La gaita rescata a mujeres de Membrillal
Nayibe Valencia nunca había tomado un llamador en sus manos, pero ganas no le faltaban de aprender a tocarlo como lo ejecutaban los músicos folcloristas con los que aprendió a bailar desde sus años de infancia.
Algo parecido sucedió con Aberlis Cabrera, Ángela y Suyín Díaz, quienes cantaban en sus ratos de ocio o mientras adelantaban sus oficios domésticos, pero nunca imaginaron que algún día serían las cantantes líderes y coristas de algún grupo musical.
Ahora, junto con las percusionistas Leonor Meza (maracas), Lilia Mercado (tambora), Lisette Conde (tambora) y July Pérez (tambora) hacen parte de “Las gaiteras de Membrillal”, un grupo de música de gaitas, que, desde hace tres meses, alegra las tardes de la vereda Membrillal, jurisdicción del corregimiento de Pasacaballos.
En las últimas semanas, poco a poco se les han ido uniendo amas de casa de los diferentes sectores de la vereda, pero la primera oportunidad de enfrentarse a sus propias inclinaciones musicales la encontraron en la Institución Educativa Abejitas, que, además, funciona como comedor infantil, con el apoyo del Gobierno Distrital.Allí laboran Lidis Rocha, la rectora del plantel; y Carlos Orozco Jiménez, docente en las áreas de Sociales, Música y Danzas.
“El grupo -cuenta Lidis- es el resultado de una inquietud que nos surgió en la institución por hacer que las amas de casa utilizaran su tiempo libre en una actividad creativa, pero por el momento teníamos a la mano la música y las danzas, que, afortunadamente, calaron bien entre las convocadas, quienes se animaron a recibir esas instrucciones”.
El profesor Carlos Orozco explica que inicialmente se lanzó una convocatoria para todas las mujeres que creyeran tener inclinaciones musicales.
“Con las primeras que se presentaron -detalla Orozco- realizamos un casting al cual se fueron sumando más, hasta que nos vimos en la necesidad de conformar varios grupos, de los cuales fuimos extrayendo las mejores hasta que se estructuró el conjunto definitivo”.
Para Orozco, además de las razones que esgrime la rectora respecto a la búsqueda del empoderamiento femenino en la vereda, el grupo también está motivado por lo que él considera “el desplazamiento que, desde hace tiempo, viene sufriendo nuestra música folclórica por parte de las músicas extranjeras que promocionan los medios de comunicación”.
Ambos resaltan que una colaboración importante vino de parte de la Secretaría de Participación y Desarrollo del Distrito, cuyos funcionarios destacaron que el impacto que producen 16 mujeres en tarima tocando porros, cumbias, sones corridos, chandés y fandangos es digno de tomarse como ejemplo para las demás comunidades de pocos recursos que tienen Cartagena y sus zonas corregimentales.
Al respecto, Lidis Rocha comenta que el fomento de la música folclórica en la institución no se ha quedado únicamente en las amas de casa de la vereda, sino también en la creación de un semillero con algunos de los 135 niños que asisten a la hogar infantil.
Mientras tanto, las madres de esos niños han encontrado en el cultivo de la música una forma de superar problemas personales como el maltrato intrafamiliar y el de tener hijos en riesgo.
“Por eso –anota Lidis--, a la vez que inducimos a las amas de casa a conocer y a defender sus derechos como mujeres, madres y esposas, también introducimos en el arte a los niños para que mañana no imiten a los jóvenes que están en las esquinas perdiendo el tiempo y siendo presa fácil del alcoholismo, la drogadicción, la prostitución y los embarazos tempranos”.
La docente suele resaltar que otra de las motivaciones por las cuales se organizaron el grupo de gaitas y el semillero, fue la carencia de espacios de recreación que padece Membrillal, “que no tiene escenarios para actos culturales, cívicos o deportivos, pero en cambio sobran las cantinas, las terrazas y billares a los cuales acuden los jóvenes los fines de semana, porque no hay quien les ofrezca algo diferente”.
En ese sentido, Carlos Orozco y Lidis Rocha piden el apoyo de las entidades, tanto privadas como públicas y ONG, para que el entusiasmo de los niños y las amas de casa no se apague por la falta de recursos.
“Nuestras problemáticas son muchas -dicen-, pero las soluciones son mínimas. Por eso pedimos más apoyo”.