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Margen, para que los otros cuenten

Rúben Dario Álvarez El Universal
Cartagena
Miembros de la revista quienes destacan la laborar.

El equipo de margen. Sentados: Héctor Castillo Castro y Fidel Leotau. De pie: Cledys José Romero, Nicolás Simarra y Óscar Castillo Castro.//fotos cortesía.

Son muchos los esfuerzos que se han hecho en Cartagena por mantener circulando un medio de comunicación impreso, con todos los avatares que una empresa como  esa exige para sobrevivir.

Uno de los más recientes es la aparición de la revista “Margen, el otro cuenta”, que ya cumplió 6 años de existencia, publicando crónicas, entrevistas, reportajes, ensayos y todo lo que sirva para narrar las historias, no solo de Cartagena y Bolívar sino de toda la Región Caribe.

A veces, incluso, se aventuran historias y personas del interior del país, pero también de América Latina y del resto del mundo, para lo cual se sirven de corresponsales en ciudades como Bogotá y Medellín.

El equipo de Margen está compuesto por Oscar Castillo Castro (director), Héctor Castillo Castro (editor) Cledys José Romero (subdirector), Nicolás Simarra (coordinador de edición) Fidel Leotau (coordinador de circulación) y Adolfo Castillo Castro (utility).

Además, la revista cuenta con colaboradores de la talla de Juan Gossaín, Abel Medina, Jorge Gómez Peralta y Ana María Bedoya, quienes también captaron el espíritu del contenido que se planeó desde un principio.

Según ellos, Margen nació como una forma de llenar la necesidad que tiene Cartagena de medios alternativos que se ocupen de las historias de personajes anónimos como el pescador, el picotero o el mimo callejero, pero también las de ciudadanos que fueron figuras de relevancia en otros tiempos y que, por alguna razón, cayeron en el olvido y se volvieron invisibles para las nuevas generaciones.

“Con esa filosofía -dice el equipo- llevamos 18 ediciones ininterrumpidas, que, en un principio, construíamos y publicábamos con nuestros propios recursos, pero con mucha vehemencia. Tanto, que la revista se fue mostrando sola, y eso hizo que muchas entidades, públicas y privadas, creyeran en nosotros y ahora nos apoyan muy generosamente”.

Esas 18 ediciones han salido a luz pública cada tres meses, pero el grupo aspira a que dentro de poco se conviertan en ediciones mensuales, con páginas a color y circulación a nivel del Caribe colombiano, siempre sosteniendo el mismo espíritu politemático que se ha planteado desde el inicio y con el lenguaje sencillo que capta lectores desde el gremio de vendedores ambulantes hasta los círculos intelectuales de la ciudad.

“Por el momento, tenemos página web y facebook, pero también planeamos publicar un libro recopilatorio de nuestras mejores crónicas y reportajes, a la vez que un concurso de periodismo que tenga alcance regional”.

Trimestralmente, al mercado salen entre 2.500 y 3.000 ejemplares, de los cuales se vende más del 50% entre Cartagena y sus zonas rurales, dado que sus contenidos tienen el componente de la inclusión y la puesta en escena de relatos y personajes invisibilizados por las más variadas circunstancias.

En ese vaivén de exposiciones periodistíco-literarias se han destacado textos como “Se mueren los árboles en Cartagena”, de Óscar Castillo Castro.
“El lucero fugaz de Juancho Polo Valencia”, de Héctor Castillo Castro.
“El lado rico de la vida pobre”, de Nicolás Simarra.
“La pelea de la vida del campeón Miau miau”, de Adolfo Castillo Castro.
“Lo Amador, cien años plateado bajo la luna”, de Cledys José Romero.

Y “Amín Segundo Pájaro, testimonio de la voz triunfante”, de Fidel Leotau.
Entre los recuerdos más preciados del grupo está la opinión que esbozó el periodista cordobés Juan Gossaín, a propósito de la celebración de los cuatros años de Margen:
“Bueno, leyendo a Margen, la revista que ustedes hacen, les confieso que me he quedado perplejo. 'Patidifuso', solía decir el Papa Guerrero, que fue nuestro profesor de español y literatura. 

Han logrado ustedes durante cuatro años, y a lo largo de trece ediciones, mantener en pie una publicación cultural que sigue viva a pesar de que no incluye fotografías de muchachas desnudas, ni reinas de belleza ni crímenes sensacionales, y se mantiene con medio avisito para financiar la impresión. No sé cómo lo hacen, pero su ejemplo es digno de resaltarse.

Allí, en sus páginas, está completa la vida cotidiana de este Caribe nuestro, lleno de magias y leyendas, donde la realidad es otra cosa: de los sabores de la butifarra al Festival Vallenato, de la champeta de barrio a los humoristas de televisión, de los proverbios que recitaban los abuelos a las gaitas de la sabana de Bolívar, de la flor de monte al olor fresco del agua de acequia.

Ustedes confirman la vieja posición que he defendido en todos los escenarios: en estas tierras no hay un realismo mágico, inventado por los críticos literarios, sino una realidad mágica, que el pueblo comenta diariamente”.