Al lado de ‘El Sayayín’ y ‘El Afinaíto’, Mr Black logró que la champeta trascendiera a nivel nacional en los años noventa.

Era 2005 y una bala perdida había callado la voz de ‘El Jhonky’. Él, que se proclamaba ‘El Profeta’ de la champeta, y que nada tenía que ver en aquella pelea callejera, cerró sus ojos para siempre en ese doloroso 31 de julio. Y esa no sería la única pérdida invaluable del género.

Pasaron siete años, la champeta decaía y el destino le asestaría otro golpe: el 26 de junio del 2012 los medios de comunicación del país volvieron a escribir con rojo el nombre del género, habían baleado a uno de sus máximos exponentes: John Jairo Sayas. El popular ‘Sayayín’, el mismo que puso a bailar al país con ‘Paola’ y ‘La mujer del policía’, era la siguiente víctima y su vida peligraba tras un atentado que ni siquiera iba dirigido contra él, era para otro, para un cliente del estadero donde ‘El Sayayín’ estaba con algunos amigos, en las afueras de Sincelejo.

“Edwin fue capaz de romper una serie de obstáculos de su vida personal y musical”.

Con los días familiares, amigos y, por supuesto, fanáticos doblaron rodillas para pedirle a Dios un milagro que pareció acercarse cuando el talentoso artista abrió los ojos. Lo que nadie quiso imaginar fue que lo hizo para despedirse, porque ‘El Saya’ no resistió. Su cuerpo colapsó luego de una cirugía que pretendía revertir el efecto del balazo que le entró por la espalda, que le destrozó cuatro órganos y por el que finalmente partió en su ‘Nube voladora’ hasta el cielo el 15 de julio de ese mismo año.

Y justo cuando parecía que la champeta no resistiría un muerto más, llegó el turno de ‘El Afinaíto’.

Seis meses después, y mientras el mundo entero se preparaba para decirle adiós a 2012 y bienvenido al 2013, moría otra gran voz, la de Sergio Liñán. "Estábamos dialogando en familia cuando se sintió mal, le dio un fuerte dolor. Enseguida lo llevamos al centro de salud de La Candelaria, pero los médicos dijeron que ya estaba muerto", le decía Amarilis Liñán, una de las hermanas de el Afinaíto, a El Universal aquel 31 de diciembre.

Ya lo decía ‘El Afinaíto’ en ‘El columpio’, uno de sus últimos y más grandes éxitos… “la vida es columpio que sube y baja sin parar” y “la vida hay que aceptarla como nos la manda Dios”, así que a sus fanáticos les tocó aceptar ese paro cardiorespiratorio con su terrible final. Les tocó aceptar que ya no escucharían más, de su viva voz, exitazos como 'Busco alguien que me quiera' y 'El barco va pa'lante'.

Mr Black siempre estuvo ahí: él vio la gloria y la muerte de los tres íconos caídos del género, porque él completaba el grupo de los ‘fantásticos de la champeta’. ‘El Jhonky’, ‘El Saya’, ‘El Afinaíto’ y Mr Black compartieron luchas, viajes, espectáculos e interminables noches de grabación. De algunos fue solo colegas, un buen colega, de otros fue compadre, pero indudablemente de todos aprendió musicalmente. Y de ellos heredó el reto profesional que ha mantenido hasta hoy y que se ha convertido en su consigna: “Llevar la champeta a otro nivel”.

“Nos trataban como si fuéramos unos bandidos, creían que con nuestra música íbamos a formar problema”.

Así comenzó todo: la lucha de la champeta o terapia criolla por trascender

A mediados de los 90, el Festival de Música del Caribe terminó, y los muelles por donde entraba música de Las Antillas o de África fueron privatizados, pero la necesidad de música seguía latente en Cartagena de Indias y entonces nombres como ‘Álvaro, El Bárbaro’, ‘Papo man’, ‘Eddy Jey’, ‘El Sayayín’, ‘El Afinaíto’ y Mr Black, entre otros, comenzaron a sonar con frecuencia en la música cartagenera, a volverse importantes. “Fue ahí cuando se le dio la oportunidad a los músicos locales de que hicieran sus propios temas, ellos se lanzaron y nacieron canciones emblemáticas. Del cover se pasó a la representación social de los temas de champeta, es decir, las comunidades narraban sus realidades. La transición ocurrió antes de lo que hoy llamamos champeta urbana, que se reafirmó con la digitalización de toda la industria”, explica Ricardo Chica, comunicador social e investigador de la Universidad de Cartagena.

Sí, Mr y su compadre ‘Alfo’ llevaron su ‘Tomatero’ al Mercado de Bazurto, pero...

‘El Sayayín’, ‘El Afinaíto’ y Mr Black estaban en la gloria de sus carreras y alcanzaron el reconocimiento nacional por el que se venía luchando durante mucho tiempo, aunque esto no implicó que dejaran de ser discriminados. “En más de una ocasión pasó que tocábamos y nos pedían que por favor nos fuéramos de inmediato, incluso nos sacaban por las puertas traseras. Nos trataban como si fuéramos unos bandidos, creían que con nuestra música íbamos a formar problema”, confiesa el mismo Mr Black.

Fama, tropiezos, éxitos, pérdidas, fracasos han sido parte de la historia de ‘El Presidente’, el único que vive de estas leyendas y quien ha decidido continuar con el legado de abanderar procesos que hagan cada vez más reconocido al género por el que se trasnocha. “Estos tres elementos son los que han permitido que Edwin (Edwin Antequera es el nombre de pila de Mr Black) se mantenga vigente por todos estos años: El primero de ellos es ‘La ética de la tenacidad’ característica de estos sujetos populares de luchar por sus sueños, es decir, Edwin fue capaz de romper una serie de obstáculos de su vida personal y musical, como dicen popularmente, él ‘frenteó’ el corte. En segunda instancia, que ha sabido interpretar a su público, es decir que tiene una gran empatía con la gente, que interpreta sus sensibilidades y cambios. Por último, y no menos importante: su capacidad de mercadeo, de entender ‘cómo se pega un artista’”, finaliza Chica.

Mr Black es el sobreviviente de un grupo de artistas que marcaron un hito en la música cartagenera con canciones como ‘Los trapitos al agua’, ‘La nube voladora’, ‘El acusado’ o ‘Busco alguien que me quiera’. No hay cuerpo que se resista a estos pegajosos himnos del género, que aunque tenga nuevas figuras y públicos, siguen permaneciendo en la memoria colectiva de los fieles seguidores de la champeta.