Por: Rodrigo Martínez Moreno. Twitter: @CriticoCineTV
A título personal, afirmo que Altered Carbon es lo más impresionante que ha lanzado Netflix desde la primera temporada de Stranger Things. A continuación, revelaré detalles sobre la historia: ¡SPOILER ALERT!
La serie se desarrolla en un futuro distópico donde la conciencia de cada ser humano es archivada en un disco llamado pila (cortical stack); cuando el cuerpo deja de funcionar, este disco puede ser colocado en un nuevo organismo o funda (sleeve). La noción de mortalidad se ha vuelto obsoleta, y la única manera de morir “realmente” es mediante la destrucción de la pila. A pesar de haber derrotado a la muerte, la humanidad sigue siendo azotada por la desigualdad, la guerra, la hambruna y la enfermedad; se trata básicamente del mismo mundo en el que vivimos solo que habitado por inmortales.
El protagonista de la serie responde al nombre de Takeshi Kovacs quien es interpretado por tres actores diferentes durante distintos momentos de la serie: Will Yun Lee (Total Recall), Byron Mann (Street Fighter) y Joel Kinnaman (Suicide Squad). Al mejor estilo de Demolition Man (1993), Kovacs vuelve a la vida luego de interrumpir una condena de más de 250 años de prisión. El personaje principal encuentra un mundo desconocido al cual debe adaptarse con la misión de resolver un extraño homicidio a cambio de su libertad eterna.
Estéticamente, la serie cuenta con evidentes y descaradas influencias de Blade Runner (1982), Strange Days (1995), Minority Report (2002) y la obra de John Woo en general, además hace unos cuantos guiños a Neon Genesis Evangelion (1995), Cowboy Bebop (1998) y Ghost in The Shell (1995). En ocasiones da la sensación de estar viendo un anime con actores de carne y hueso; la fantasía cyberpunk de cualquier adolescente. Las desmesuradas escenas explicitas de sexo y violencia generan una brecha entre quienes cuestionan a Altered Carbon acusandola de ser un exploitation moderno y quienes valoran su arriesgada propuesta en medio de una era marcada por la corrección política.
Con Altered Carbon, Netflix repite la fórmula que HBO utilizó en Westworld (2016), aquel descabellado reboot de la obra de Michael Crichton sobre un parque de diversiones habitado por robots que en su inconciencia se creen humanos, donde los visitantes pueden cumplir sádicas fantasías en el lejano oeste; el culto al cuerpo, la ultraviolencia, el hedonismo, un mismo personaje protagonizando distintas líneas de tiempo, un despliegue impresionante de efectos especiales y un fuerte componente filosófico cargado de nihilismo y existencialismo marcan los puntos convergentes de dos series de ciencia ficción pertenecientes a grupos económicos rivales que buscan llenar ese vacio que lentamente va dejando el inevitable final de Game of Thrones y la desgracia en la que ha caído de The Walking Dead.
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