Farándula


“No soy una diva”: Endry Cardeño

COLPRENSA

06 de febrero de 2016 01:59 PM

Su carácter y apariencia siempre muestran a una mujer transgénero empoderada de sí misma, pero hay momentos en la vida donde hasta el más fuerte cae, y antes de entrar a participar en Bailando con las estrellas, Endry Cardeño estaba en una depresión profunda donde la única solución era llorar.

Hoy vuelve a brillar en la pista de baile y aunque es una bailarina “libre” y empírica, hace todo lo posible para aprender las coreografías y salir bien librada en la competencia.

¿Cómo ha sido tu experiencia en el realiti?

“Ha sido muy positiva desde cualquier punto de vista, porque soy televidente de ese tipo de realitis y es mágico poder realizar el sueño de estar en un formato que admiro. En la vida real es muy difícil, siempre he sido una bailarina libre y empírica, nunca me he ceñido a una coreografía. Aquí me tengo que ceñir a una planimetría, un ritmo, un parejo, un compás, a los tiempos de TV que son complicados y la presión de una competencia. Es complejo pero no le quita lo mágico”.

¿Cómo llega el realiti a tu vida?

“Llega en un momento de mi vida muy inclusive, porque estaba saliendo de una crisis nerviosa. Soy una persona con un carácter muy fuerte, pero por cosas que se van acumulando, mi sistema nervioso colapsó y tuve una crisis que terminó en una depresión. El realiti viene a convertirse en esa tabla de salvación, porque al estar bailando empecé a desfogar esa energía negativa y hoy me siento muy bien”.

¿Hubo algún suceso en particular que te llevara a ello?

“El más estúpido de todos. Me mudé y tuve la mala fortuna de llegar a un edificio con una entrada que tenía montacoche, ¡vivía dañado!, a veces me quedaba con el carro atrapado en el sótano o me tocaba buscarle parqueadero en la calle. Esa pendejada empezó a estresarme y me puso a pensar. Empezaron a pasar otras cosas malas como que el ascensor no funcionaba, apareció una humedad, se iba la luz, me cortaron el gas porque la dueña del apartamento no había pagado... todo en una semana de diciembre. Hubo un momento donde colapsé, me dieron ataques de pánico y al tercer día de crisis caí en una depresión profunda”.

¿Cómo saliste de allí?

“Tuve muchos ángeles que me dieron consejos y me motivaron a buscar una salida sin medicamento, orando y respirando mucho, siendo consciente de lo valiosa que es la vida. Puedo tender a recaer porque son 40 años con solo un mes de conciencia en ellos, pero es el momento de seguir adelante”.

¿Con qué ritmos te sientes más cómoda bailando?

“Los disfruto todos. Los ritmos latinos se me dan más, hay otros como el cha cha que tienen un compás y un conteo diferente que me han generado mucha dificultad. Por suerte tengo un bailarín hermoso y con una personalidad perfecta, porque yo soy como un volcán y él es la calma absoluta, un caballero. Tuve una dificultad grande en esta competencia y es que por ser una bailarina empírica no tengo memoria coreográfica, entonces para poder aprenderme una coreografía necesito mucho tiempo. El realiti se ha convertido en el mejor taller de actuación que he tomado. Voy a quedar con una gran ganancia hasta el momento que participe”.

¿Cómo fue tu primer show en la vida y cómo es uno en el realiti?

“Mi primer show fue muy especial, en una discoteca gay en Cúcuta que se llama Ósmar. Vi una transformista haciendo un performance de María Conchita Alonso y supe que quería estar ahí. A los 8 días estaba en el escenario haciendo un show de Miriam Hernández. Mis destrezas están en los ritmos tropicales, latinos, por eso interpreté a Liz de Los Melódicos y siempre amé bailar en tacones muy altos. Hoy también bailo ritmos movidos como la salsa, que me permiten explorar mi marca, esa fuerza escénica que he implementado en 20 años de carrera, pero toca tacones muy bajitos (risas), extraño los altos. Con los profesionales es como volver a empezar”.

¿Has tenido accidentes con tus tacones altos?

“Nunca. Solo una vez se me quebró uno de unas botas y lo que hice fue recogerlo, aprovechar el momento y usarlo como micrófono. La gente se divirtió y salí victoriosa”.

Muchos consideran que tienes actitud de diva, ¿lo eres?

“La gente nos lee en la pantalla de forma diferente y es importante saber que tenemos que asumir una postura para el espectáculo. Me llaman diva y sienten que estoy muy diva, pero no es la realidad, estoy en una competencia donde el estilo y el glamur deben estar ahí como la música. Esa va a ser mi postura siempre, muy bien parada, con buena vibra, la mejor palabra y con actitud de reina, que es lo que me encanta. Me gusta proyectar una mujer elegante, con clase.

En este país no hay divas. A cualquiera le dicen así. Yo prefiero que me digan la actriz, la artista o la mujer transgénero, como quieran”. 

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