Farándula


¿Por qué aún vemos los Cuentos de los hermanos Grimm?

La serie para televisión, de 47 capítulos, fue producida por el estudio japonés Nippon Animation y emitida por primera vez en 1988, poco después llegó a Latinoamérica y desde aquella época se emite en el país.

COLPRENSA

30 de diciembre de 2019 10:08 AM

Tuiteros colombianos agradecieron al canal Caracol por presentar los Cuentos de los hermanos Grimm hasta más tarde de lo usual. Algunos como @val_gaaarcia declararon su amor confesando que sin importar la edad seguirán viéndolos.

La serie para televisión, de 47 capítulos, fue producida por el estudio japonés Nippon Animation y emitida por primera vez en 1988, poco después llegó a Latinoamérica y desde aquella época se emite en el país.

Los relatos originales en los que se inspiran están en los Cuentos de la infancia y del hogar de Jacob y Wilhelm Grimm, así como otros de Charles Perrault y Hans Christian Andersen.

La costumbre de ver este anime cada fin de semana, de madrugada, generó la pregunta: ¿por qué los humanos volvemos a las mismas historias?

El escritor y filósofo antioqueño David Gil ofrece su opinión, aunque advierte que no conoce a profundidad estos cuentos y que solo se ha visto un par de capítulos: “Parecen narrados con la mirada del niño desprovista de carga moral, del formalismo en la adultez. Son crueles y con tintes de terror porque presentan una mirada desnuda del mundo propia de un niño. Ellos logran conservar esa mirada de infante que uno tiene enterrada y tal vez por eso nos generan fascinación”.

Hay que tener en cuenta que un producto es la serie animada y otro diferente surge de los textos. En estos últimos, tal vez, se permite ver más grises en las historias. Mientras que el anime parece tener una función educativa y aleccionadora sobre el deber ser básico de ayudar al hermano, a la familia, agrega, por su parte, León Arango, psicólogo clínico de la Universidad CES. Entonces “los niños que crecen con eso, tienen un mapa muy ´claro´ de lo blanco y negro. Sin grises”, ultima.

En el libro El psicoanálisis de los cuentos de hadas, del austriaco Bruno Bettelheim, se lee una citada reflexión sobre cómo estos cuentos nos permiten entender las maneras en las que el héroe o la heroína vence los obstáculos y cómo, por ejemplo, Blanca Nieves o Caperucita, integran su personalidad. Porque los seres humanos estamos hechos de contrastes y contradicciones, dice Bettelheim, e integrarlos permite el desarrollo de la identidad.

Sheherazade, la princesa de Las mil y una noches, logró vencer el determinismo del sultán que la iba a asesinar contándole cuentos de hadas y retrasando su ejecución hasta que logra que el rey se reintegre a sí mismo, deje su parte animal, su parte asesina, se vuelva humano, la acepte, y facilite que la historia termine y se consagre en una reconciliación consigo mismo.

Bettelheim argumenta en su libro que nuestra obligación y más maravillosa responsabilidad es aprender a leer porque es la forma en que podemos entendernos unos a otros y al entorno, así como qué significa nuestro mundo. Reintegrar la convivencia a través de las historias.

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