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El Museo Itinerante de la Memoria, en San Jacinto

En el centro del museo llama la atención el Árbol de la Vida en el cual están escritos los nombres de setecientas de las víctimas que dejó la guerra.

EL UNIVERSAL

19 de enero de 2020 06:12 PM

Propios y extraños que visitan el parque principal de San Jacinto se encuentran con una construcción de unos 18 metros de largo, 12 metros de ancho y 5 metros de alto; con un peso de 35 toneladas, hecha en madera, y que ocupa la mayor parte del mismo. Está allí desde mediados del mes de diciembre pasado.

El Museo Itinerante de la Memoria, está abierto todos los días (excepto los lunes) a partir de las cinco de la tarde. Es un espacio para la narración de las luchas y re-existencias de las comunidades afectadas por el conflicto armado, para la afirmación de la diversidad cultural del territorio montemariano dentro del mundo Caribeño, y para buscar la reparación simbólica de las personas a quienes la guerra les quitó su derecho a la vida, a la tierra e incluso a su propia voz.

A la entrada está Jorge Londoño, un muchacho de Medellín que trabaja en el Museo de Antioquia, y quien en el momento funge como voluntario, es guía e instructor.

“El museo es una iniciativa del colectivo de comunicaciones Línea 21 del Carmen de Bolívar a cargo de la periodista Soraya Bayuelo y está inscrito dentro de la estela de acciones de reparación simbólica a las víctimas del conflicto armado. Escogimos como símbolo del mismo al mochuelo. El mochuelo como todo sanjacintero sabe es una canción del maestro Adolfo Pacheco Anillo, muy célebre en todo el país”, explica Jorge

Una diferencia con respecto a otros museos es su itinerancia. El mochuelo alzó vuelo por primera vez el 15 de marzo del 2019 en el Carmen de Bolívar; su segundo vuelo lo llevó a Córdoba Tetón; el tercero lo llevó a San Juan Nepomuceno, y su cuarto vuelo lo trajo a San Jacinto. Uno de los objetivos de sus gestores es que el museo llegue a todos los municipios que conforman los Montes de María. Consta de ayudas audiovisuales para que los visitantes entren en contacto con las víctimas y puedan conocer sus rostros, las huellas que en ellos ha dejado el conflicto armado, y las acciones que han tomado para lograr un verdadero proceso de paz y reconciliación.

En el centro del museo llama la atención el Árbol de la Vida en el cual están escritos los nombres de setecientas de las víctimas que dejó esta atroz guerra.

Los recursos necesarios para su funcionamiento provienen del Centro Nacional de Memoria Histórica, de la cooperación de la Embajada de Francia en Colombia y de la Cooperación Española. Mientras se recorre el museo, en completo silencio por respeto a las víctimas, podemos recordar una máxima que dice: ¨se puede perdonar, pero nunca se puede olvidar¨.

Junto a la Fiesta del Pensamiento

Durante la pasada Fiesta del Pensamiento se hizo una presentación conjunta entre los poetas asistentes y un grupo de jóvenes cantantes y compositores de rap y música urbana en el patio del museo, en donde se les están dictando capacitaciones en Producción Audiovisual.

Uno de estos jóvenes es Fabián Sarmiento, quien estudió Diseño Gráfico y ha hecho algunos intentos de producción musical; para él “es muy importante que las víctimas puedan contar con un sitio en donde puedan expresarse sin temores y a sabiendas de que serán escuchadas”.

“La asistencia ha sido muy buena; hay personas que se acercan a decir que desean que los nombres de algunos de sus familiares aparezcan en el Árbol de la Vida; hay otros que llegan a contarnos sus experiencias y hasta hay otros que quieren que los ayudemos a recuperar sus tierras o a lograr la indemnización, cosa que no hacemos”, puntualiza Jorge.

Las víctimas del conflicto en los Montes de María, que son numerosas, al igual que el mochuelo, quieren liberarse de la cárcel en donde los encerró el miedo y volar libres y seguros hacia un mejor mañana.

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