Afrontar un conflicto, por asuntos laborales, comerciales o personales, podría tornarse engorroso sobre todo si llega a los estrados judiciales y un juez es quien debe dirimir la situación. Así que, aunque considere que las diferencias son irreconciliables y esté decidido a lograr que la justicia le dé la razón, contemple la opción de llegar a un acuerdo de conciliación con la contraparte.
Una vez tomada la decisión de conciliar, debe tener el interés sincero de solucionar el problema con el tercero. Es lo que recomienda el abogado Haroldo Baena, especialista en derecho comercial y miembro de la firma Nicolás Pareja & Asociados.
“En una conciliación ambas partes deben ceder en sus pretensiones; no se trata de que una ceda y la otra no, pues es posible que no se llegue a un acuerdo y sea preferible irse a un pleito. Lo importante es que las partes se sientan tranquilas y tengan claro que con un acuerdo conciliatorio, pueden ‘ganar’ más que en un litigio que, además de ser demorado, genera un desgaste emocional y económico que normalmente no se compensa con una esperada victoria en un proceso largo, costoso e impredecible”, explica el jurista.
Es importante resaltar que con un acuerdo conciliatorio, además de ganar las partes por lo señalado anteriormente, también es un triunfo para la administración de justicia que está congestionada y es morosa en la resolución de los conflictos.
Así es el proceso
Las conciliaciones se hacen a través de los centros de conciliación autorizados por el Estado, en los que se encarga a un conciliador experto quien tramitan las diferencias y ambas partes pueden contar con sus asesores legales, quienes los guiará en el proceso y les recomendarán qué camino seguir.
Una vez logrado el acuerdo, este cuenta con efectos de cosa juzgada como si fuera una sentencia de última instancia, con lo cual el acta de conciliación que contiene las obligaciones pactadas, se asimila a la fuerza de un título ejecutivo que tiene que cumplirse so riesgo de ser exigido judicialmente.
La conciliación también puede ocurrir en medio de un proceso judicial, pues en la mayoría de los procesos hay una etapa en la que el juez de conocimiento insta a las partes a conciliar. Además, existe la figura de la “transacción” con efectos de cosa juzgada, por la cual en cualquier momento del proceso judicial, las partes pueden acordar una solución amigable de sus diferencias.
No siempre se concilia por dinero
Una conciliación no siempre implica una compensación económica, los acuerdos pueden incluir “obligaciones de hacer”, por las cuales una o ambas partes se comprometen a realizar una conducta o abstenerse de hacerlo. “Por ejemplo, cuando se acuerda que una parte rinda cuentas a la otra por su gestión, y la otra se obliga a no abusar de sus derechos como socio o copropietario de la sociedad o de la cosa compartida”, indica el abogado de la firma Nicolás Pareja & Asociados.
A juicio del abogado Baena, los cartageneros han aprendido a intentar resolver las diferencias de forma amigable y por muto acuerdo, en lugar de acudir a instancias judiciales, aunque aún falta una mayor difusión de las bondades de la conciliación.
Asesoría integral
La mayoría de las conciliaciones en las que intervienen, como asesores, los abogados de la firma Nicolas Pareja & Asociados son asuntos de responsabilidad contractual o extracontractual en materia civil y comercial, y en las relaciones con el Estado en asuntos que son transables con éste.
“Nuestra firma se empeña en brindar una asesoría integral y preventiva con el fin de no tener que llegar a instancias judiciales; y en el evento que existan diferencias hacemos nuestro mayor esfuerzo para que sean resueltas por mutuo acuerdo de las partes ya sea mediante conciliación en los centros habilitados, o acuerdos de transacción que hagan tránsito a cosa juzgada”, puntualiza Baena.
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