La mañana del 1 de febrero de 2003 la misión STS-107, a bordo del Columbia se aprestaba a concluir un viaje de 16 días con un aterrizaje en el Centro Espacial Kennedy, en Florida, pero durante el descenso, y a minutos de tocar tierra, la torre de control perdió comunicación con la nave y la tripulación. (La Luna con olor a tacos: los robots con los que México irá al Espacio)
El transbordador sufrió una rotura en el sistema de protección térmica del ala izquierda cuando se hallaba a unos 62 mil metros de altura sobre el norte de Texas, lo que provocó que la nave se desintegrara.
El origen del accidente fue un pedazo de espuma aislante del tanque externo que durante el lanzamiento desde el centro Kennedy se desprendió y dio en el ala izquierda del Columbia.
Las altas temperaturas generadas durante el reingreso a la atmósfera propiciaron que el daño se incrementara y comprometiera el escudo térmico de la nave.