De las paredes de unas salas de dos metros de ancho por cuatro de largo, que desde 1888 hasta 1986 fueron las celdas de presos uruguayos, ahora cuelgan todo tipo de obras que van desde collages de vivos colores sobre la muerte hasta un vídeo parpadeante de un hombre dando martillazos.
Hace ocho años, uno de los cuatro radios de la prisión obtuvo una segunda vida al convertirse en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC), pero la idea es que ahora esta antigua cárcel montevideana se transforme en un centro cultural que acoja tanto obras internacionales de artistas vanguardistas como piezas que cuenten la historia natural del país austral.
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