“Dios quiso que siguiéramos vivos”

Carlos Caballero V.
BRASILIA, BRASIL
22 de Junio de 2014 05:28 pm
  • Diego Fernando Vásquez, tercero de izquierda a derecha, dice que es un milagro de Dios que aún estén con vida. Lo acompañan sus padres Blanca y Juan Carlos y su primo Daniel. // CARLOS CABALLERO V. -ENVIADO ESPECIAL EL UNIVERSAL

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Eran las 5 de la tarde del 15 de junio de 2014. En los bares de Belo Horizonte aún muchos aficionados celebraban el contundente triunfo del día anterior 3-0 de Colombia sobre Grecia en el estadio Mineirao, mientras que, en Caeté, a la salida de esta ciudad, cuatro colombianos vivían su propio drama al irse su auto en un barranco de unos 30 metros. Entonces, la muerte les coqueteó de cerca.

La familia Vásquez Suárez entró en pánico, vio prácticamente como se les escapaba la vida, todo fue rápido, en cuestión de segundos, pero a la vez eternos.

Finalmente volvieron a nacer y pudieron contar el cuento, pero las imágenes de este suceso, en donde el carro quedó destrozado, tal vez nunca podrán ser borradas de sus mentes.

Diego Fernando Vásquez Suárez, de 25 años y quien iba al volante, no pudo sortear esa situación que finalmente, gracias a Dios, no terminó en tragedia. Lo acompañaban sus padres Juan Carlos Vásquez y Blanca Suárez y su primo Daniel Felipe Bellón,

“Un camión me cerró la vía, me golpeó por un lado y mandó a un barranco el carro, dando varias volteretas. Yo solo pensaba en Dios y mi familia, eso fue en minisegundos, pero me alcanzó para orar y pedir por mi vida y la de los que estaban ahí conmigo. Dios quiso que siguiéramos vivos”.

Cinco días después de los hechos, en la Catedral de Brasilia, en donde junto con su familia le daba gracias al Todopoderoso por esta nueva oportunidad de vida, Diego relata con voz firme y por primera ante un medio de comunicación lo sucedido.

“Yo permanecía en mi carril, el camión venía atrás de mí a alta velocidad y me pasó pero me alcanzó a chocar y nos fuimos por el barranco. Cuando el carro dejó de rodar nos preguntamos si estábamos bien y salimos por las ventanas, nos arrastramos por el suelo, estábamos llenos de vidrios y sangre”, comenta.

Por fortuna, la familia Vásquez Suárez contó con ayuda. “Gracias a Dios llegó mucha gente rápido, personal de socorro, de bomberos y nos llevó al hospital Juan 23, situado en el Centro de Belo Horizonte. Es un hospital público, en donde los médicos nos atendieron excelente, sentimos el cariño de todos, hubo mucha solidaridad y la verdad le estamos muy agradecidos”, agrega.

Las heridas fueron leves. “Mi primo tuvo un corte en la cabeza, mi mamá una contunción en la nariz y mi papá y yo algunos raspones”, dice mientras que abraza y le da un beso en la frente a su madre.

Estuvieron en el hospital desde las 7 de la noche del domingo hasta las 9 de la mañana del lunes.

“Nosotros teníamos seguro del carro, que habíamos arrendado en una agencia de Belo Horizonte. También portábamos seguros médicos. No pagamos ni un peso en el hospital y tampoco a la agencia, en donde nos dieron otro carro igual para continuar nuestro viaje”, relata.

 

Más unidos que nunca

 

Pese al accidente se vinieron a Brasilia en carro, en una decisión de familia. “En el partido Colombia-Costa de Marfil, en el himno nacional, tuve los sentimientos patrios revueltos con ese episodio tan difícil. El amor a Dios, a mi familia y mi Colombia es lo máximo”, dice Diego, quien nuevamente tomó el volante para seguir a la selección a todos lados en Brasil.

Tras la victoria 2-1 de Colombia sobre Costa de Marfil, los Vásquez Suárez lloraron de la emoción. “Nos abrazamos entre sí, disfrutamos de esa alegría, que también iba acompañada de esa felicidad que sentimos por la nueva oportunidad de vida que Dios nos concedió. Volvimos a nacer”, afirma doña Blanca, quien presenta varios moretones en su rostro.

Esta familia bogotana, que hace unos 15 años se radicó en Chile, hoy emprenderá su viaje a Cuibá, en donde Colombia jugará mañana ante Japón. Ellos también tienen pensado bajar de Cuibá a Río de Jainero (posible sede donde jugará la tricolor en los octavos). “Este último viaje durará tres días, pues la idea es manejar solo entre 7 y 8 horas diarias y descansar en sitios que nos encontremos en la vía”, puntualiza Diego.

El orgullo patrio y amor de familia transita por las calles de las distintas sedes del Mundial de Brasil. Sí. Son colombianos, aman a la selección y la siguen a donde vaya...